No puedo evitar sentirme deprimido cuando un caso no termina como lo espero. Es por ello que aquella tarde nublada, con una lluvia que me llenaba de melancolía, me encontraba sentado en mi sillón, reflexionando sobre el suicidio de aquella joven, cometido con el único motivo de defender a un hombre que no valía la pena.
Las sospechas señalaban hacia ella, y ella no hacía el mínimo esfuerzo por desmentirlas. Pero Sherlock sabía que ella era inocente, que algo no estaba bien, y yo, que confío plenamente en él, también lo creía. Y cuando Sherlock encontró al culpable, ella simplemente decidió terminar con su vida antes de verlo tras las rejas.
Si tan sólo pudiéramos regresar el tiempo y evitar la tragedia... Sin embargo, para mi desconsuelo, no todos son finales felices... El amor puede conducirnos a hacer locuras. Pero no puedo soportar una muerte tan injusta... un caso resuelto por la genialidad de mi amigo, con una conclusión tan lamentable.
-John- dijo Sherlock, acercándose a mí con una taza con café, librándome de mis pensamientos. Estaba intentando ser amable conmigo, sabiendo lo sensible que me encontraba. O eso creía yo.
-Gracias- respondí, extendiendo mis brazos para tomar la taza. Pero Sherlock sólo me vio con confusión.
-Este... este es mi café- dijo con incomodidad- Si quieres puedo hacerte uno, este tiene azúcar.
Volví a recargar mi espalda sobre el sillón y me crucé de brazos.
-No, no quiero nada
- ¿Sabes que no lograrás nada lamentándote? – preguntó Sherlock al momento que se sentaba en su sillón- Al menos que quieras perder el tiempo con tus sentimentalismos ridículos.
-Se llama empatía, Sherlock- respondí de mal humor. Suspiré. - Como si supieras que es eso...
Sherlock se levantó y sacó un libro del librero. Empezó a leer en voz alta y punzante.
- Empatía. Sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra. - Sherlock cerró el diccionario, lo colocó en su lugar, y volvió a sentarse con una sonrisita sardónica en su rostro- Ya lo sé, John.
Me reí ligeramente, pero me detuve porque me dolía la cabeza. Tenía sueño, y la lluvia me desanimaba. Estaba enojado conmigo mismo. "¡Diablos, John Watson! ¡Fuiste un soldado! ¡Eres un doctor! No puedes permitirte ser tan frágil." Me sentía inseguro... desesperado... roto.
Guardamos silencio un rato. Hasta que Sherlock habló.
- ¿Sabes que me hace feliz, John?
Salí de mi ensimismamiento y recargué mi cabeza sobre mi puño, observando a mi compañero con interés.
- ¿Qué?
-Un crimen. Un buen asesinato. Un misterio sin resolver- los ojos de Sherlock se encendieron con emoción. – Los parches de nicotina, experimentos químicos, el violín, burlarme del sobrepeso de Mycroft y la idiotez de Anderson...
-Dime algo que no sepa. - respondí.
Sherlock sonrió.
-También disfruto de la compañía. A alguien que hace las preguntas elementales y muestra interés en mi trabajo...– Yo escuchaba sin escuchar. Mis ojos estaban entrecerrados, mis parpados me pesaban. Estaba distraído, mi mente divagaba, preguntándome porque todo volvía y me afectaba tanto. ¿Por qué?
-Lo pensaste- dijo Sherlock con seriedad, después de un rato, al darse cuenta de que no prestaba atención- Alguna vez eso pasó por tu mente. Esa es la razón.
Guardé silencio. Parecía que de la nada, Sherlock había leído mi mente, conociendo mis secretos más íntimos.
- ¿Qué?
-Tu sabes de que hablo. Cuando te conocí aún conservabas un arma. Apuesto a que la mirabas de vez cuando, abrías el cajón...
-Sherlock... por- mi voz se quebró- por favor, no...
-La ansiedad te consumía. Pensabas que la vida sería monótona, aburrida. Un pensamiento que ambos compartimos, al menos. Una de las primeras cosas que pude deducir sobre ti, y que nunca mencioné. - Sherlock dijo eso rápidamente y sin emoción aparente. Un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas.
Entonces me levanté para irme a mi habitación, y Sherlock también lo hizo.
Se acercó a mí, limpió mis lágrimas, y besó mi frente gentilmente.
-Es algo que podemos combatir juntos, John- me dijo. - Sólo trato de reconfortarte.
Conmovido, abracé a Sherlock, y él se sorprendió, sin corresponder al abrazo por la impresión. Después de unos segundos, colocó sus brazos alrededor de mí.
- ¿Sherlock? - pregunté después de un rato.
- ¿Si?
- Creo que ya es suficiente.
Nos separamos. Observé sus mejillas rojas. Lamenté no tener una cámara a la mano para tomarle una foto a su linda cara avergonzada.
-Mi amigo sociópata intentando reconfortarme- comenté- ¿qué sigue?
-Mycroft haciendo ejercicio. - dijo el
Reímos. Y lo único que quería yo era que ese momento de felicidad fuera eterno, aunque el dolor de mis pensamientos acechaba aún. Y Sherlock lo sabía.
Como Sherlock es más alto que yo, le fue fácil acariciar mi cabeza, alborotando mi cabello. Después nos dirigimos a su cuarto y nos acurrucamos en su cama. Dormimos con tranquilidad, aunque a veces yo tenía pesadillas, y Sherlock me abrazaba aún más fuerte cuando mi respiración se volvía irregular. También, de vez en cuando, sus pies desnudos rozaban contra los míos para recordarme que él estaba ahí.
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Fix You
FanfictionLa depresión llega sin saberlo y se oculta tras una sonrisa para John. Sherlock le demostrará que pueden superarlo juntos, mientras vive su propia lucha interna.