Capítulo 13

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Mis piernas temblaban. Estaba lleno de sudor, adolorido, y tan agotado que, si fuera posible, habría sido capaz de tirarme en el suelo para descansar. Revisé mi reloj, casi era media noche.

Sherlock me había despertado en la madrugada, exigiendo que me vistiera rápidamente, pues tomaríamos una larga caminata para que se "familiarizara" con Londres y cada rincón de este de nuevo. Pensé erróneamente que quizá sólo iríamos a las zonas de interés, las que atraen a los turistas.

Pero, para mi desconsuelo, no fue así. Al contrario: tomamos una serie de atajos desconocidos y pasamos por barrios bajos, y calles peligrosas. Los sitios descuidados de la ciudad.

- ¡Vamos, John, ya estas muriendo, y ni siquiera hemos llegado a la mejor parte del recorrido! ¿No eras un militar o algo así? - me gritó Sherlock a lo lejos. Caminaba muy rápido y no había perdido el ritmo desde que iniciamos nuestra marcha. Se veía perfectamente; lleno de energía, a pesar de que llevaba puesto el abrigo y la bufanda de siempre. Nunca entendí realmente como era que podía traerlo todo el tiempo y el calor no lo sofocaba.

- ¡Ya voy! – respondí atropelladamente- ¿Por qué tenemos que venir a estos lugares? ¿Por qué no vamos a los importantes?

-Estos son los importantes- Sherlock se detuvo y esperó a que lo alcanzara- Así como los mayores crímenes pueden ser cometidos por personas adineradas, las victimas más miserables son las que pertenecen al sector olvidado de la sociedad. Los rechazados. Confío en ellos más que en cualquier agente  de Mycroft. Son mis ojos y oídos- Dicho esto, Sherlock se acercó a un hombre cubierto en prendas sucias y desgastadas, que se encontraba sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared y el rostro cubierto por una melena de pelo alborotado. Intercambiaron unas palabras, y Sherlock le entregó un billete al finalizar. Había repetido el mismo proceso con una docena de indigentes que nos encontramos en el camino- Estos parajes inseguros y tétricos resultan ser los más interesantes, John. Llenos de información valiosa.

-Entiendo...pero estoy exhausto...- me encorvé, recargué mis manos sobre mis rodillas, e incliné mi cabeza para tomarme unos momentos para respirar. Cuando miré arriba y me erguí, Sherlock ya no estaba. Giré a la izquierda, y lo visualicé subiendo por las escaleras exteriores de un edificio. Típico.

Subí yo también, maldiciendo las escaleras. 

Un viento frío me envolvió en cuanto subí. Sherlock estaba de espaldas, en la orilla de la azotea, y la luna llena iluminaba el cielo entre tonos sombríos y grisáceos, justamente arriba de su figura. Era una escena teatral, pero a él le encanta el drama.

Me acerqué sin que lo notara, pues Sherlock miraba absorto hacia abajo. Tomé su mano.

-No saltaré, si te lo preguntabas- bromeó sin perder la vista en la calle. Hice lo mismo que él, y me di cuenta de que nos encontrábamos en un área céntrica, cuando pensé que estaríamos muy lejos de casa.

-No lo permitiría

Sherlock me miró fijamente por un instante, con sus perfectos ojos de un color único de tonos fríos que oscilan entre azulados y verde claro, antes de volver a ver el vacío.

-La última vez que me subí a una azotea ajena de esta manera fue cuando buscaba una maleta rosa- dijo- "Un estudio en rosa"

-Lo recuerdo perfectamente. También fue la primera vez que me encontré investigando una escena del crimen... después de conocer a un tipo sabiondo que creía que hacerlo era divertido...Lo curioso es que me terminó gustando– suspiré- que rápido pasan los años.

- Siempre odie la idea del paso de los años, John. El tiempo que consume todo, nos quita la fuerza y la plenitud, nos debilita, nos envejece... El hecho de que sólo vivimos una vez, y las oportunidades perdidas y las horas desperdiciadas no perdonan. Mucho antes de conocerte, tenía la idea de que era preferible morir joven a enfrentar las consecuencias de mis actos. Como caer y desear evitar el impacto. Porque tuve un pasado verdaderamente malo, hice cosas contra mi salud que no aprobarías, que quizá no concuerde con lo idealista que eres respecto a mí... Esos dos años que estuve lejos de ti, fueron necesarios. Porque me hicieron apreciar tu compañía...tu personalidad peligrosa, tu valentía, tu humanidad. No sabes lo que vales - Sherlock dio todo ese monologo sin pausas, las palabras brotaban de su boca una tras otra, automáticamente. - Y quisiera agradecerte por perdonarme... yo nunca quise hacerte daño. Y soportar. Soportar todas las estupideces que digo, todo el mal que te he hecho...

Cerré los ojos, pero las lágrimas ya recorrían mi cara. Los volví a abrir lentamente.

-John, ¿estás bien?

-Tú... tú eres... - empecé a sollozar, Sherlock se había sincerado conmigo, había roto esa barrera que nos dividía, y aquello era sumamente importante para mí- Tu eres la única persona que me hace ser mejor. Hubo tantos días malos... días en que odiaba todo, días en los que detestaba cada maldita cosa de mi vida...pero tu arreglaste eso. Me hiciste cambiar de opinión...Cuando te veo, me siento en casa. Porque hay algo extrañamente familiar en ti, que me dice que esto es correcto, que lo nuestro está bien. Es por eso que creo en ti, y elegí estar contigo. Y lo haría siempre. No le temas al tiempo, o al destino, Sherlock, porque eso es lo que nos hizo estar juntos.

Ambos guardamos silencio. Porque no era necesario hablar cuando dos personas que se conocen íntimamente pretenden decir lo mismo: un "te amo" sin palabras.

Observamos juntos el cielo, sentimos la brisa en nuestras caras, con una sensación de seguridad, con el presentimiento de que aún faltaban muchas aventuras que tener y misterios que resolver. El juego había empezado una vez más para nosotros. Para el eterno detective y su leal compañero.

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