Capítulo 10

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Mire a mi alrededor. Lamenté que la cafetería estuviera vacía, pues así no podía confirmar si simplemente estaba teniendo alguna clase de alucinación en la que veía a mi fallecido compañero. Cuando regresé mi atención a la ventana, Sherlock ya no estaba ahí. Recargué mi mano sobre una mesa, pues perdí el equilibrio, y con la cabeza gacha, intentaba contener mi decepción, la impotencia que sentía. Superar lo aferrado que estaba a la idea de que él regresaría. Mi cabeza me dolía terriblemente.

"Relájate" Me decía a mí mismo. "Tienes que comprobarlo. Tienes que saber si es él."

Tomé aire hasta que mis pulmones se llenaron completamente, y exhalé lentamente, repetí dicho proceso varias veces. Cuando me sentí mejor, salí corriendo de la cafetería. Mi taza con café se quedó ahí, enfriándose.

En la calle, a pesar de ser de noche, pasaban muchos transeúntes. La multitud era tan grande que creí haber perdido a Sherlock, hasta que vi a alguien alto, con un largo abrigo negro, y el cuello de este alzado a lo lejos. Corrí lo más rápido que haya corrido en toda mi vida. Empujé a gente, a niños, a ancianos, a cualquiera que se interpusiera en mi camino. Ellos no habían presenciado el súbito regreso de un difunto amigo a la vida.

Pero Sherlock caminaba muy rápido, se mezclaba entre la gente, y me llevaba un gran tramo de ventaja. Aun así, yo no me daba por vencido.

Cuando me hallé en una distancia menor, realicé la acción más impulsiva todas. Existía una gran posibilidad de que aquel hombre no fuera Sherlock, pero aun así decidí arriesgarme a la posible humillación. Gané impulso, di un salto y me abalancé contra él, colocando mis brazos alrededor de su pecho. Él cayó al asfalto de espalda. Conmigo sobre él.

Me levanté rápidamente, sacudí el polvo de mis pantalones y me aseguré de que nadie hubiera visto la escena. Luego le tendí la mano para ayudarlo a levantarse, pero él lo hizo por sí mismo.

Sherlock.

Escupió un poco de la sangre que escurría desde su nariz hasta sus labios, sacó un pañuelo del bolsillo de su saco y la limpió. Luego me vio, y sonrió levemente. Esa sonrisa que hacía siempre cuando sabía que había hecho algo malo.

-Supongo que me lo merecía- mencionó- Noto que tu mejor ataque para derribar sigue siendo el abrazo de oso.

No respondí. Estaba en completo shock.

-Creo que haré tu trabajo esta vez, John, y señalaré lo evidente de la situación ya que te has quedado temporalmente afónico: estoy vivo. No, no soy una aparición. Sabes que los fenómenos paranormales como los fantasmas son estúpidas teorías creadas para aclarar los sucesos ambiguos que los bobos no entienden. Tampoco soy alguna clase de alucinación, según los archivos de tu terapeuta, no sufres de ellas, y tu salud mental se mantiene relativamente estable, aunque tu cojera psicosomática regresó, lo que significa que los problemas de confianza también, y una depresión constante- como tu adicción a la adrenalina y el peligro-pero con menor intensidad a comparación de los primeros meses de mi fallecimiento.

- ¿¡Ella sabía que estabas vivo!?- exclamé, indignado.

-Siempre me mantuve en contacto. De una forma u otra, tenía que saber cómo te encontrabas en mi ausencia. Fue uno de los términos que establecí.

- ¿Uno de los términos? ¡¿Qué términos?! ¿Vacaciones de mí también eran uno de los términos? -grité. - ¡¿POR QUÉ ME HICISTE ESTO!? ¡DOS MALDITOS AÑOS, SHERLOCK, ¡DOS! .... Ya veo. Todo fue un plan perfectamente diseñado ¿Tú y Moriarty tenían una apuesta para saber quién fingía más dramáticamente su muerte? ¿Fue idea de Mycroft? ¿Qué pone más nervioso a John Watson, estar lleno de explosivos, o que su mejor amigo le llame por teléfono cuando está a punto de saltar desde el EDIFICIO DONDE SE CONOCIERON? ¡Hagan sus apuestas, señores! ¡Ambas prometen dejarlo traumatizado para toda la vida! Aunque es bastante claro que tu ganaste. Si no estás muerto, juro que yo te mataré si no te explicas mejor.

-Shhh- me silenció- Grita más alto, creo que la mitad de Londres no te escuchó. Enójate lo que quieras, con tu estatura sigues viéndote adorable. La parte de que el plan fue perfectamente elaborado es cierta, en verdad fue una gran proeza, de los mejores que se me han ocurri...- le dirigí una mirada fulminante, y cambió de tema- Pero hablaremos de eso luego... Desde que conocí a Moriarty por primera vez, sabía que no podía ignorarlo. Él y su asociación eran una amenaza, y yo también lo era para él. Era un mal que tenía que ser erradicado desde la raíz. Yo y mi fastidioso hermano tomamos un plan de acción. Mis fines eran más personales que profesionales, pues Moriarty es sinónimo de peligro, de muerte. Nadie quiere ser enemigo del demonio. Mi vida me importaba poco, John, y antes moriría feliz sabiendo que con eso mi profesión había llegado al máximo esplendor, resolviendo el caso más desafiante de la historia. Pero te conocí. Entonces supe que la vida de alguien más estaba en riesgo, de alguien que me importaba. Hace años que tomé precauciones sobre involucrarme sentimentalmente. Pero fui débil, o tú fuiste demasiado fuerte, porque hiciste que lo hiciera y que me preocupara por el bienestar de otras personas. Moriarty amenazó con asesinarte. A ti, a la señora Hudson, a Galvin... Si no caía. Hice todo lo que pude para evitarlo, John, lo juro.

-Greg, no Galvin

-Como sea. Creo que te debo una disculpa por todo el dolor que te he ocasionado. -Ahora el tono de Sherlock era más serio, lejos de petulante, pude notar que su expresión cambió, que su mirada perdió el brillo, y cuando dio un paso hacia atrás, al darse cuenta de que me encontraba molesto, la luz de un automóvil que pasó lo iluminó e hizo que notara que los dos últimos años tampoco habían sido fáciles para él. Estaba pálido, desalineado, con ojeras grises y ojos llorosos. Debilitado. Destrozado. Lejos del Sherlock que había conocido hace años. Un poco de sangre seguía escurriendo de su nariz. –Lo siento. Mereces a alguien mejor. Alguien que no te deje nunca, que no te haga sufrir como yo te hice sufrir a ti. No sé en primer lugar porque elegiste estar conmigo.Soy la persona menos carismática o amigable que puedes encontrar. La compañía que nadie quisiera tener. Y tú, tú eres todo lo contrario. No sabes lo que tuve que pasar para regresar, había veces que pensaba en rendirme. Que me atraparan y terminaran conmigo de una vez... pero no lo hacía. Por... Por ti- las lágrimas empezaron a salir sutilmente de sus ojos. Yo ya no estaba enojado, sólo confundido, muy confundido. - No importa. He llegado demasiado tarde. Estoy en Londres desde hace una semana. He intentado varias veces contactarme contigo, pero noté que la mayoría del tiempo estas acompañado de una enfermera, amante de los gatos, inteligente, hija única, romántica. Un buen partido. Mycroft me advirtió sobre ella. Mary. Te he visto besándola fuera de la clínica, tomando su mano, y paseando juntos. Te notas feliz. También te quedaste viendo el aparador de una joyería con anillos de compromiso durante diez minutos el día de ayer. Sí, John, te he seguido como tu sombra. Y nunca te diste cuenta. No te sientas culpable por eso, no eres muy observador. Mary es la mejor opción para lograr una relación estable y no problemática. Así que debo de hacer lo que mejor sé hacer: Alejarme. Discúlpame por no haberte dicho que no estaba muerto antes. Pero no puedo soportar que esta esperada reunión contigo se convierta en una despedida.

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