Lo hice. Terminé con Mary.
La cité en mi viejo apartamento. Para mí, hacerlo ahí significaba ponerle fin a esa etapa de mi vida, a esos dos últimos años llenos de complicaciones y frustración.
"¿Te mudas?" fue lo primero que me preguntó, al ver el montón de cajas donde había guardado mis cosas. No eran muchas. Le expliqué la situación.
Traté de ser sensible con ella, hacerle saber que yo no era el indicado. Que nuestra relación no fue un error, pero que nuestro tiempo dorado había pasado y decaíamos. También hablé de Sherlock. Al principio, pareció confundida.
"¿Qué es lo que hice mal?" Me preguntó. Yo no sabía que responder. Ante mi silencio, no lloró, ni se veía enojada. "Comprendo. Si crees que es lo mejor, terminaremos. Has sufrido lo suficiente, John. Mereces ser feliz con el detective que tanto admiras...Además... hay asuntos personales que tengo que solucionar, y podrían meterte en problemas"
"¿Tú? ¿problemática?"- pregunté. Seguro era una broma. Ella sólo sonrió.
"Las apariencias engañan"- declaró.
Más tarde ese mismo día, organizamos una fiesta para hacer oficial el regreso de Sherlock. Por "organizamos" me refiero a la señora Hudson y yo, pues Sherlock estaba indispuesto a cooperar.
-Patético que decidan festejar esto. Si buscan un pretexto para matar neuronas con alcohol, deberían ir a un bar.
-Cariño, lo hacemos porque te queremos- respondió la señora Hudson
Sherlock sonrió tímidamente.
Cuando la señora Hudson salió de la estancia, Sherlock y yo quedamos solos.
-Mycroft vendrá- dije
Sherlock no perdió el tiempo en rechazarlo.
-hmmm...- fingió considerar la idea-No- replicó tajantemente.
-Aunque yo no lo invitara, su novio lo haría. Así que no importa si no quieres, el vendrá y será una fiesta divertida, ¿entiendes?
- ¿Diversión? Claro, soy Sherlock Holmes y adoro las fiestas salvajes- repuso sarcásticamente y puso los ojos en blanco - Espera... ¿Qué acabaste de decir?
-Que será una fiesta divertida
-No, antes
-Que el vendrá sin importar lo que quieras
- ¡Antes, John! ¡Antes!
-Que su novio lo... oh...- entendí a lo que se debía la insistencia de Sherlock- Mycroft sale con Lestrade, pensé que ya lo sabías...
Sherlock empezó a carcajearse tan fuerte que apenas podía respirar.
-Espera, me mu-muero- se retorcía y lloraba de la risa- No-no puedo con esto, no me había reído tanto desde la última vez que Lestrade creyó tener la razón en la resolución de un caso. Si el solitario de mi hermano tiene una pareja, entonces los dragones existen, y los cerdos vuelan.
-Bueno, no me creas, lo verás con tus propios ojos al rato. Pero antes de la fiesta debes ducharte y vestirte adecuadamente. No puedes ser el anfitrión de una reunión con pantalones cortos y bata.
-Si puedo. Asistí al palacio Buckingham envuelto en una sábana, si no lo recuerdas.
Cuando Sherlock aceptó seguir mis órdenes, en lo que se bañaba, fui a la tienda por víveres.
Cuando regresé, como tiene la costumbre de dejar la puerta de su habitación abierta, pude vislumbrar el torso descubierto de Sherlock, mientras sostenía una camisa con sus manos, evaluando si se la pondría o no. Estaba lleno de moretones. Cuando se dio la vuelta, pude apreciar su espalda. Tenía cicatrices, que, por su forma, evidentemente habían sido provocadas por latigazos. No sabía con exactitud lo que Sherlock había pasado en sus años fuera de Inglaterra, pero a juzgar de sus heridas, había sido torturado. Heridas en los tendones, daños internos, fracturas de la estructura ósea, dolor traumático residual, lesiones dermatológicas ... y quien sabe que otros males podría estar sufriendo como consecuencia. No lo podía tolerar.
Sentí un nudo en el estómago. Me quede inmóvil ahí, observándolo. Estaba realmente enfurecido.
Cuando salió, lo interrogué.
--¿Qué pedazo de escoria te hizo eso? - pregunté- Dime, Sherlock, lo encontraré y lo desollaré a latigazos. Se lo merece. Le romperé los huesos...y... sabes que no me da miedo presionar el gatillo cuando se trata de personas asquerosamente viles.
-Tranquilo, John...No dejes que tus sentimientos nublen tu pensamiento. Es buen momento para mencionar que siempre pensé que podrías ser un gran criminal, porque ahora ya no tengo dudas con tus violentas amenazas. Estoy bien de salud, mis heridas son superficiales. Aunque quizá requiera que un médico militar cuide de mí y patee traseros- me guiñó el ojo.
Rodeé su rostro con mis manos, y lo besé dulcemente en los labios.
-Soy tu hombre- contesté firmemente.
Sonó el timbre.
-Es Molly- afirmó Sherlock cuando bajábamos las escaleras. Efectivamente, era ella. Pero antes de abrir la puerta, Sherlock me devolvió el beso que le había dado hace algunos minutos.
-Increíble-una sensación de paz y felicidad que no había tenido desde hace mucho tiempo emanó de mi pecho como una luz que irradiaba calor, y me permitía pensar en un futuro optimista en lugar del melancólico y oscuro de antes. Como si una pieza me faltara, y aquel beso fuera la necesaria para llenar el vacío. – Eres tan buen besador como detective.
-Había olvidado lo cursi que eres
Sherlock abrió la puerta. Molly entró, contenta. Nos saludó y abrazó a ambos.
-Me alegra que estén juntos otra vez, chicos- nos dijo con su suave y amable voz.
- ¿De qué trata la novela, Molly? - inquirió Sherlock. Molly se sorprendió.
-Oh... ¿Cómo sabes que escribo...? Olvídalo. - Molly se sonrojó- Va bien, habla de una chica solitaria de buena posición que viaja por toda Europa y pierde el contacto con la única persona con lo que lo mantenía, su mejor amiga. Resulta que es secuestrada por un matrimonio de caza recompensas...y...
- ¿Quieres pescado y papas fritas? - interrumpió Sherlock.
-Claro
Subimos las escaleras, la señora Hudson le sirvió a Molly y conversaron animadamente. Pasado un rato, el timbre volvió a sonar.
Sherlock fue quien abrió la puerta. Era Mycroft y Greg.
-Pasa, Graham- dijo Sherlock, y cerró la puerta rápidamente para evitar que ingresara su acompañante.
Yo la abrí.
-Disculpe a Sherlock...-Estreché la mano de Mycroft. Era raro hacerlo, pues seguía con la idea de que él había vendido a Sherlock por información y era culpable de su supuesto suicidio. No confiaba mucho en él...
-Oh, no se preocupe, doctor. Noto que los maravillosos modales de mi querido hermano no han cambiado nada.
Sherlock gruñó.
- ¡Vamos, Mike! - gritó Greg y tomó la mano de Mycroft.
Sherlock alzó las cejas y abrió la boca, pero no pudo decir nada durante unos minutos.
- ¿Mike?... pero odias que nuestra madre te llame así...
-A Greg le gusta- respondió Mycroft maliciosamente, con una sonrisita. Internamente, se reía de la impresión de Sherlock- ¿Por qué tan sorprendido, hermanito?
Sherlock se quedó paralizado.
Mycroft y Greg subieron al apartamento, muy juntos.
-Oye, Sherlock ¿Puedo llamarte Sherl? - me burlé
Sherlock no reaccionó.
Con el paso de las horas, el resto de los invitados llegaron. Incluyendo a Harry.
Contamos anécdotas graciosas, como cuando Sherlock se vio obligado a disfrazarse de payaso para asistir clandestinamente a la fiesta del hijo de un burócrata, o cuando Irene Adler lo drogó y empezó a decir tonterías.
"Yo lo grabé"- mencionó Greg.
Otro comentario que quedo muy grabado en mi cabeza, por lo curioso que era, fue el que hizo Harry.
"Entonces, si Mycroft se casa con Greg y tú con Sherlock, ¿cuándo busquen al señor Holmes podrían referirse a cualquiera de los cuatro?"

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Fix You
FanfictionLa depresión llega sin saberlo y se oculta tras una sonrisa para John. Sherlock le demostrará que pueden superarlo juntos, mientras vive su propia lucha interna.