Capítulo 5

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Cuando yo y la señora Hudson llegamos al restaurante, el resto de mis amigos ya estaban ahí, esperándonos.

Harry, mi hermana, fue la primera en acercarse. Le tendí la mano, esperando un saludo apático. Mi relación con ella seguía siendo algo turbia.

Ella rechazó mi mano, y me dio un caluroso e inesperado abrazo. Me entregó un paquetito rectangular forrado con papel de envoltura de un patrón de globos coloridos. Podía tratarse de un libro o una caja con chocolates.

-Vamos, ábrelo. No es una bomba- sugirió entre risas.

-Espero que no, he tenido malas experiencias con esas cosas- dije, recordando aquella vez en la piscina, cuando estaba cargado de explosivos hasta los dientes, y Moriarty daba su discurso de villano malvado a Sherlock. Todavía me dan escalofríos cuando pienso en ello.

Rompí el papel y efectivamente, era un libro.

"Abriendo las puertas del armario. Lo que no sabías sobre la homosexualidad"

Me puse rojo como un tomate.

-Gracias, Harry- dije, intentando ocultar mi incomodidad- Pero no creo necesario tener que leer un libro para...

-Oh, no te preocupes. Te ayudará a entender muchas cosas sobre lo que sientes por Sherlock. - me dio un golpecito con el codo. - ¿Dónde está, por cierto?

-No vino. Está ocupado- eso se escuchaba muy mal en voz alta. Y me hacía sentir peor.

-Oh, perdón, seguro tenía una buena razón.

Los demás me preguntaron por Sherlock también. Era como si quisieran recordarme que la persona más importante para mí no estaba conmigo. Y dolía.

Recibí otros regalos.

Molly me obsequió un suéter tejido a mano, Mike me regaló una foto enmarcada de cuando éramos universitarios, lo que me dio mucha nostalgia, la señora Hudson me dio unos chocolates, y Greg, pidiéndome disculpas por no haber tenido tiempo para comprar algo, me dijo que pagaría la cena.

-No se excedan, chicos- les advirtió severamente a los demás, y me dio unas palmaditas en la espalda- tu no, John. Tu pide lo que quieras.

Nos divertimos, reímos, hablamos, etc. En algún punto Harry intentó coquetearle a Molly y tuve que detenerla. También habló con Greg sobre su reciente divorcio con Clara, y los problemas maritales que compartían con sus respectivas parejas.

A pesar de todo, yo no podía dejar de pensar en Sherlock, y lo mucho que lo extrañaba y lo necesitaba ahí. Esperaba llegar a Baker para poder verlo.

-Casi lo olvido- dijo Greg--Hay un asunto que nos trae como locos en Scotland Yard. "The Reichenbach Fall", la obra maestra de Turner, está extraviada. Puede que a Sherlock le interese. Es una obra muy famosa, y le traería mucho prestigio.

-Se lo comentaré- respondí.

-Y, oye, no te sientas mal porque no venga. Sabes que Sherlock detesta esta clase de cosas. Piensa que haces las cosas más fáciles para él, y cuando llegues ahí estará, haciendo alguna cosa rara de detective como siempre.

Llegó la noche.

Mike tuvo que irse a la hora del pastel. El resto de nosotros se quedó hasta que cerraron.

Nos despedimos, pero la señora Hudson y yo tuvimos que llevar a Greg a su casa, porque fue el único que se pasó de copas. Extrañamente, no podía dejar de preguntarme cosas sobre Mycroft. "¿Tiene novia?" "¿Qué le gusta?" "¿Sabes si tiene tiempo libre?"

- ¡No lo sé! – grité, harto del interrogatorio- ¡Pregúntaselo a él, pídele una cita si tanto te interesa!

--Pues tal vez lo haga- respondió.

-¡Oh! – exclamó la señora Hudson. Puse los ojos como platos.

Bajó del taxi tambaleándose, pero luego se volvió hacia mí y me entregó un disco.

-Es el video. Resultó ser algo corto porque tuve que cortar varias partes. Pero en esencia ahí está.

Cuando llegamos a Baker Street, subí las escaleras con pesadez. Estaba agotado.

Sherlock aún estaba despierto... resolviendo un crucigrama.

-John, mis conocimientos bíblicos están algo oxidados. Necesito que me ayudes con esta.

- ¿Cuál?

-Hermano de Marta y María, amigo de Jesucristo, que, pasado determinado tiempo de su muerte, vuelve a la vida.

-Lázaro- contesté.

Me miró de reojo.

Anotó la palabra en el periódico, y sin volver la vista hacia mí, empezó:

-Veo que tuviste que llevar a Graham a casa. Y que el regalo de Harry te tomó por sorpresa. Mike se fue primero... y, adivinaré, Molly te regaló la primera temporada de Glee o un suéter.

-Un suéter. - Ya estaba acostumbrado a las asombrosas deducciones de mi amigo. – Te extrañé.

Sherlock me miró con un aire melancólico.

-Sólo fue una tarde. Sabías que me volverías a ver. No es para tanto.

-Tienes razón, pero se me hizo años.

Sherlock tragó saliva.

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