Interludio: lo que aletea en nuestras cabezas.

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Os he contado, a grandes rasgos, la mayor parte de mi vida, y queda poquito para llegar al final, es decir, al punto donde estamos ahora Megan y yo. Sin embargo, hay cosas que he pasado por alto por no complicar demasiado las cosas, que se merecen por lo menos que las mencione. Hice las paces relativamente con Mike, estuve saliendo con Adrien. Y lo más importante de todo, las pesadillas. Os he obviado toda alusión a las drogas porque para qué, sabéis, ya estaba suficientemente mal todo lo que hacía para encima comentaros que me pasaba la vida con una bolsa con marihuana en el bolsillo. Pero lo que realmente quiero contaros son las pesadillas. Veréis, una persona como yo, no se puede decir que esté especialmente cuerda ni sana, y eso se demostraba en mis sueños. Soñaba, y aún hoy sueño, cosas horribles todas las noches, escenas donde mis amigos o las personas a las que quiero no sólo mueren sino que son torturadas delante de mis propios ojos. Es importante que valoréis esto de aquí en adelante, pues yo llevaba una vida agotadora: instituto, vida sexual y social y, encima, no poder apenas dormir. No era una persona muy estable, y en casa, bueno, ni me querían entonces ni me quieren ahora.

Lo que os intento decir con todo esto es que las decisiones que pude tomar o no en ciertos momentos se deben a que yo creía firmemente que estaba haciendo algo divertido. No bueno ni malo, eso me daba igual. Divertido. Basaba mi vida en cómo podría actuar para no aburrirme. Y creedme que alguien con un nivel de inteligencia como el mío se aburre muy fácilmente...

Diario de Sasha Snyder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora