Capítulo 3: Un ángel del cielo vino a visitarme...

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Si bien a Jhon lo conocía de antes, a Riley lo conocí una noche de enero. Ellos no eran de St. Martinne, como nosotras, sino de Laketown. Estaba como a unos 40 minutos en coche desde nuestro pueblo. Era, y sigue siendo, una ciudad bastante grande, con dos conocidos centros comerciales: Blue Island y South Park. Habíamos quedado con ellos en este último. Tenía una gran galería comercial, unas cuantas salas de cine y, lo mejor, un enorme Fnac. Adoro los Fnac. Es la mejor franquicia que el capitalismo ha dado a crear y mantener. Tantos y tantos libros juntos... tantos y tantos géneros donde elegir... Hay veces que hasta es abrumador. Volviendo a esa noche, habíamos quedado en encontrarnos con ellos en la entrada a las galerías comerciales. Sobra decirlo, nos perdimos. Tuvieron que venir a buscarnos a donde estábamos, enfrente de una bolera y una especie de casino. Cuando llegaron, bueno, cuando los ví llegar, supe que eran ellos. Mi madre me los había descrito levemente, pero fue su mirada la que me indicó que ya llegaban. Se le iluminaron los ojos, y sonreía. Al lado del hombre que se aproximaba, un chico, algo más bajo que él. Mi madre y Jhon se abrazaron, y después nos presentaron: ­

-Sasha, hija mía, este es Riley. Riley, yo soy Phoebe, y esta es mi hija Sasha. Riley es el hijo de Jhon ­-dijo mi madre, mirándome. ­

-Hola, Riley. ¿Por qué tienes una cicatriz al lado del ojo? ­

-¡Sasha por Dios! Perdónala, no suele tener este comportamiento ­-dijo mi madre, mirándome de forma reprobatoria. Sabía que me iba a caer castigo por esto. ­

-No importa -dijo Riley, riéndose suavemente- Me quemé con un láser cerca del ojo y se me quedó la marca. ­

-Me gusta la marca-­ dije yo­- Y tus ojos. Te hacen especial. Nunca había conocido a nadie con los ojos azules. ­

-Vaya con tu hija. No me habías dicho que era tan...extrovertida ­-dijo Jhon.

Era cierto, normalmente no era así. Solía ser mucho más tímida. Sin embargo, Riley me inspiraba confianza. Tenía la certeza de que con él, no me iba a pasar nada. Y no solía tener esa sensación con nadie. ­

-Déjala ser como quiera, papá -dijo Riley­- Bueno, ¿cenamos? ­

-Claro,hijo. ¿Dónde queréis cenar? ­-dijo Jhon.

-¡En La Fábrica! ­-dijo Riley.

-¡Riley! Deja que elijan ellas. Phoebe, Sasha, ¿dónde queréis cenar?

-Que elija Sasha -­dijo mi madre.

-La Fábrica. Me fío de Riley. Si a él le gusta, seguro que al resto también. Al menos a mí ­-sonreí.

Es curioso cómo puede cambiar la percepción de una persona en poco tiempo. Apenas unos años después, rozando los 13 y medio, perdería la virginidad con éste chico, el cual, antes de eso, me habría enseñado a disfrutar de todos los rincones de mi cuerpo y entrenado para no estar satisfecha sin antes satisfacer a la persona con la que estuviere en ese momento. Pero bueno, eso forma parte de mi amargada y retorcida adolescencia. Volvamos a esa noche: ­

-Pequeñaja, me caes muuuuy bien ahora mismo -dijo Riley- papá, Sasha ha hablado.

Nos encaminamos hacia el restaurante. Por la punta, se diría que era uno de los favoritos de Riley. Y de mucha gente más, pues estaba lleno. Cuando llegamos, nos sentamos en una mesa para 4 personas, Riley y yo en un banco pegado a una pared y nuestros padres enfrente nuestro, en sillas. ­

-¿Qué quieres cenar, Sasha? -dijo mi madre, pasándome la carta. ­

-Yo quiero pollo asado... con patatas fritas... y un zumo de piña para beber, por favor.

Le pasé la carta a Riley, quien se la dio a su padre sin mirarla. ­

-¿Tú no pides, Riley? ­-dije extrañada.

Diario de Sasha Snyder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora