Capítulo 4: explicaciones apresuradas

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Hay cosas de las que no se debe hablar en público. Hay cosas en las que no se debe hablar ni en los círculos más privados. Y hay cosas que, simplemente por pensar en ellas, hacen que tu día se vuelva gris y asqueroso como un río contaminado. Los años que pasaron desde aquella primera noche hasta que entré en el instituto son de estos últimos.

Resumiendo brevemente los peores años de mi vida, mi madre se quedó embarazada de Jhon, y de ahí nació mi hermana. Mi relación con mi hermanastro evolucionó. Oh dios que si evolucionó... Hasta cotas inesperadas.

Supongo que, ya que habéis escuchado el resto de mi historia, os merecéis entrar en los detalles jugosos. Perdí la inocencia mucho antes que la virginidad, desde luego, pero lo que la gente no sabe es que fue con él con quien la perdí. Pero eso os lo contaré después. Primero llegamos, después de muchos tropiezos, a mi primer curso en el instituto donde pasaría los siguientes 6 años. Os adelanto que es (casi) el peor instituto en 40km a la redonda, así que no os extrañe las burradas que de allí saltaban a las noticias.

El caso es, que al llegar el primer día, oh, mi gozo en un pozo, no conocía a nadie mas que una persona de mi clase. Aunque desde luego mi actitud no es la más agradable (ni mucho menos lo era entonces) he de admitir que fue un año divertido, conocí a gente que luego pasaría a ser gran amiga mía y blablablah moñadas varias, no queréis oír cosas así. Lo que de verdad importa de ese año son dos cosas, o mejor dicho, dos hombres. Ese fue el año que conocí a Dylan, y fue el año que empecé a salir con Mike.

La primera cosa que me sorprendió fe Dylan no fue su físico, no fue su manera de hablar ni cómo se desenvolvía con la gente. Lo que más me sorprendió fueron sus ojos. Mirad, imaginaros un campo de hierba recién cortado al atardecer de una noche de otoño, y quizás os hagáis una idea del tono de verde al que me refiero.

Dylan venía de un colegio distinto al mío, así que no le conocía de nada, pero bueno, me esforcé por parecer alguien amable. Junto con otras tantas personas en esa clase, mencionaré a Phoebe, quien se fue ese año para regresar triunfalmente al empezar bachillerato; a Mary, personaje importante este año y el siguiente, y a Flav, quien me demostró que una persona aparentemente inteligente puede sufrir de una mente cercada por la estupidez. El resto de compañeros fueron importantes en mayor o menor medida, sobre todo Sheila, la rubia. Os ahorraré los detalles chorras de amoríos adolescentes estúpidos e iré al grano.

Era común que quedásemos toda la gente de clase los viernes por la tarde, y como adolescentes hormonales y hormonados que éramos, lo único que queríamos era jugar a cosas que despertasen el más mínimo sentimiento de mayoría de edad en nosotros. ¿Qué mejor que el sexo para hacerlo? Nos pasábamos las tardes jugando a la botella.

Un día se torcieron "un poquito" las cosas. Veréis, una mujer adulta como yo puede darse cuenta de lo que le pasa por la cabeza y diagnosticarlo como una adicción al sexo. Una niña de 13 años no. Volviendo a ese día, hace falta mencionar que quizás Dylan y Mary estuviesen saliendo, y quizás yo lo supiera y me daba igual. El caso es que ese día se juntó un poco todo, pues yo no había tenido que sacar a la niña al parque y me llevé la bici, y Dylan también, y quizás (él mismo lo afirma) hubiese algo de alcohol en su organismo, el caso es que tras ofrecerme a acompañarle a su casa las cosas se calentaron un poquito.

Vale, bueno, se la chupé. Tampoco es que sea tan grave.

El caso es que tras negarlo ambos firmemente, bueno, Mary sigue creyendo que nos besamos y ya está. El señor guarde su inocente alma. Obviamente se lió bastante en el instituto, como es normal.

En medio de este rifirafe, estuve saliendo con Mike, quien, por aquel entonces, era un cielo conmigo. Desde luego que no acabó bien (me puso los cuernos varias veces) pero éramos niños y no contaba, ¿verdad?

Ese verano, en el que nos fuimos de vacaciones a un resort, fue cuando perdí la virginidad. No fue bonito, no fue agradable, dolió y sangré, y no quiero recordarlo. El caso es que llegué a segundo de la ESO con una idea muy retorcida de lo que era bueno para mí, lo que me causó más de un problema en el futuro.

Diario de Sasha Snyder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora