Prólogo

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Nubes de tormenta cubrían el cielo. La ciudad estaba desierta, era verano, y la poca gente que no se había marchado de vacaciones, se había refugiado en sus casas. Solo una persona permanecía en la calle. Era un chico de unos quince años, estaba sentado en un banco, en un pequeño parque de la ciudad. El chico parecía no haberse dado cuenta de la tormenta que se avecinaba, cuando una gota de agua le cayó en el rostro pareció volver a la realidad e inmediatamente se puso en pie. No era un chico muy alto para su edad, rondaría el metro sesenta, era de tez morena y llevaba el pelo, marrón oscuro, muy corto. A simple vista no parecía un chico muy diferente a cualquier otro de su edad, pero nada más lejos de la verdad. Cuando mirabas a los ojos de aquel chico, podías percibir lo que le diferenciaba de los demás. Pero no todo el mundo sabía reconocer lo que veía en los ojos de aquel chico, había quien lo llamaba melancolía o tristeza, otros lo confundían con frialdad, pero muy pocos reconocían lo que estaban viendo realmente: la muerte. En los ojos de aquel chico se reflejaba la muerte, cuando mirabas aquellos ojos de un color azul tan claro que casi parecía hielo, el corazón se te estremecía. Aquel chico había presenciado la muerte repetidas veces, tantas, que al final había pasado a formar parte de su propio carácter. A lo largo de su vida aquel chico había aprendido tan solo una cosa, cualquier persona a la que quisiese acabaría muriendo, por lo que al final había decidido no dejar que nadie se le volviese a acercar.

La tormenta descargaba furiosa sobre la ciudad y el chico permanecía allí de pie en medio de la tormenta, impasible. De pronto, el chico alzo la vista al cielo al tiempo que una blanca línea descendía del cielo. El rayo le impacto de lleno.

Erik sintió en aquel instante un dolor desgarrador que le recorría el cuerpo, pero había algo más, algo que dolía incluso más, tenía la sensación de que algo tiraba de su interior, tratando de arrancarle una parte de sí mismo. El rayo no le mato, lo que le mato fue aquella sensación que le recorría por dentro. Cuando su cuerpo cayó al suelo, lo último que vio fue el banco en el que se había sentado.

Todo se torno negro. Erik no sabía que pasaba pero se sentía aliviado, su vida había terminado por fin. Pero había algo que enturbiaba sus pensamientos, parecía una voz, una voz que le hablaba. Tuvo que concentrarse en ella para comprender lo que le decía.

-Siento que las cosas tengan que ser así, pero aun te queda algo por hacer. Volveremos a vernos pronto, Erik, y la próxima vez...

La voz continúo hablando pero Erik ya no la escuchaba, sentía como se alejaba de él. Quiso gritar, pero no pudo. Quiso agarrarse a algo, pero tampoco lo consiguió. Y finalmente hubo un resplandor, el mundo se volvió blanco y después nada.

El Guardián del HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora