Capítulo 12

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Ya habían pasado tres semanas desde que Dylan se había mudado a mi casa, aunque hoy se iba, le iba a echar de menos. Había encontrado un piso, tan solo estaba a dos manzanas de mi casa, pero ya es más lejos que al otro lado de la pared. Estaba casi recuperado totalmente, tan solo quedaban unos pocos morados por su torso.- ¿Te puedo acompañar?- Mi voz sonaba con la de una niña de cinco años pidiendo a su madre que le compre una piruleta.- Claro mi amor.- Y me dio un corto beso en los labios. Cada vez que lo hacía me derretía.

Llegamos a su casa, era bonita, pequeña, perfecta para él. Su padre había accedido a dejarle quedarse en esa casa, claro, pero solo cuando conoció a mis padres, por lo que se ve era un gran fan y accedió a dejar a Dylan mudarse.

-Es bonita, pequeña y acogedora.- Él asintió mientras dejaba su ropa en la entrada, ya estaba amueblada.- Sí, además así tendré menos que limpiar.- Gandul... pensé.- Bueno, me voy a arreglarme, acuérdate, el número 30, todas las casas son iguales, no te vayas a confundir.- Habíamos quedado para ir con los demás al cine en una hora, tenía que arreglarme y todo.

Llegué a mi casa y me encontré con Raquel viendo la televisión.- ¿¡A dónde has sido!?- Gritó desde el salón.- ¡A dónde no te importa!- Ahora no nos llevamos muy bien. Desde que se enteró que Dylan y yo salimos se ha comportado bastante mal conmigo y la verdad le tengo mucho asco.- ¡Imbécil!- Me volvió a gritar.- ¡Raquel no te auto-insultes! ¡Y por favor deja de hacerte fotos en los espejos que vamos a tener que comprarlos todos nuevos!- Ahora tenía esa costumbre, espejo que veía, foto que se hacía.- ¡Cállate!- Rodé los ojos.- ¿¡Y si no quiero!?- No respondió.

Subí a mi habitación. Cogí mi ropa y me duché hacia muchísimo calor, ya era casi verano y en Miami hace mucho calor.

Pensé en ponerme tacón pero no lo hice, prefería ir cómoda, al fin y al cabo tampoco iba a ir muy elegante, por no decir nada

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Pensé en ponerme tacón pero no lo hice, prefería ir cómoda, al fin y al cabo tampoco iba a ir muy elegante, por no decir nada.

Oí como tocaban la puerta, sería Dylan, es muy puntual, yo también, pero es que era muy temprano, aún tenía que pintarme un poco.- ¿¡Ángela!?- Sí era Dylan.- ¡Cariño espera abajo, aún me queda un poco!- Y entonces me di cuenta de una cosa.- ¿¡Cariño!?- Era mi madre.- ¿¡Es tu novio!?- Ella estaba en la cocina por eso gritaba.- ¡Puede ser!- La había cagado pero bien.- ¡Ok, espero que os halláis comportado mientras él vivía aquí y nosotros no estábamos!- Oh.- ¡Mamá te lo prometo!- En realidad decía la verdad, no habíamos hecho nada, aún.- ¡Me fio de ti cariño lo sabes!- Entonces Raquel habló, gritando como siempre.- ¿¡Y por qué de mí no!?- Antes de que mi madre respondiese yo contesté.- ¿¡Alguien te ha dicho que hables niñata!?- Ella se calló.

Por fin terminé de arreglarme, mi madre se había ido hace poco y estaba de nuevo con mi hermana y con Dylan. Bajé las escaleras de caracol hasta llegar al pasillo, abrí las puertas correderas de cristal del comedor para llamar a Dylan.- Dylan, ¿nos...?- No creía lo que estaba viendo, Dylan estaba sentado encima de mi hermana, rodeándola con sus rodillas, dándose un profundo beso. En cuanto me oyeron se separó muy bruscamente, con un poco de trabajo y me miró asustado después de haber dado un salto para quedar de pie.- Ángela te...- No quería seguir escuchando la frase.- Dylan, vete de mi casa por favor.- Estaba demasiado relajada, algo sorprendente.- Pero Ángela...- Esta vez fue él quien se interrumpió, ni siquiera él mismo quería escuchar el final de aquella frase.- Dylan solo vete.- Mi voz no se entrecortaba, estaba tranquila, no sentía nada. Él obedeció después de dedicarme una mirada cargada de lágrimas, seguramente falsas, como su amor.

¿Por qué Dylan? ¿Por qué?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora