—¿Deseas algo Arón?— me saludó Brad, el panadero.
—Hola Brad, apenas me alcanza para medio pan— suspiré —Solo pasaba a saludar.
—No te preocupes hombre - Brad me guiñó el ojo —Luego me pagas.
—Muchas gracias, algún día te pagaré— dije con una leve sonrisa.
—¡Atiende a este buen hombre!— gritó Brad dirijiéndose a Marta, su ayudante.
No habian mesas disponibles, entonces me acerque a la del hombre solitario.
—Disculpe ¿Puedo ocupar este asiento?— dije.
El hombre me miró e hizo una mueca para luego asentir con la cabeza.
Me senté en el banco. Mis rodillas llegaban al tope de la mesa, eso era incómodo, siempre lo fue. Pero era hereditario, mi padre tenia las extremidades inferiores notablemente largas, al igual que su abuelo.
Miré por la ventana, pequeños copos de nieve acompañaban la fría noche. Suspiré. La nieve me gustaba, de hecho, a todos nos gusta la nieve.
—Tienes cara de haber matado a alguien— dijo aquel desconocido.
Había oído bien, pero ¿A que se refería exactamente? ¿Qué se supone que debía responder? Moví la cabeza para verlo. Era unos diez años más viejo que yo, las canas empezaban a florecer, tenía los ojos parcialmente verdosos, y no tenía ninguna expresión facial.
—¿Cómo dice?— pregunté.
—Qué tienes mala cara ¿te sucedió algo?— me dijo tomando un sorbo de de su taza de café.
-Oh, no es nada, solo el invierno, en ocasiones resulta deprimente- susurré.
—Ya veo... ¿Vives por aquí?— Marta dejó una plato pequeño con tres panes y una taza de chocolate caliente sobre la mesa y se retiró.
—Justo al frente— dije tomando un pan y llevándomelo a la boca.
—Yo vivo a unas calles. Bueno hombre, te dejo, disfruta tu comida— se despidió aquel hombre levantándose de la mesa.
No respondí. No me interesaba hacer amigos. Mi alma estaba rota. Y mis sentimientos congelados. Me limité a masticar, tomar chocolate y tragar.
Debía volver al trabajo, está situación se estaba tornando un tanto catástrofica.
Luego de terminar mi pequeña pero satisfactoria comida, di las gracias a Brad y salí a la calle.
Había poco movimiento en las calles para ser un viernes en la noche, camine hasta mi casa, la nieve había empezado a acumularse en los peldaños de la entrada.
Algo extraño llamo mi atención, en la ventana, se estaba dibujando algo.
Quizá el cansancio, la tristeza y el hambre me hacían alucinar, o eso creía. Me acerque hasta allí y preste atención.
Al finalizarse el dibujo, empecé a llorar, era imposible que algo así ocurriese.
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El Asesino
Mystery / ThrillerLo siento tanto, me arrepiento de lo que he hecho. No quería hacerle daño a la niña y quise quedarme a ayudar, pero tenia tanto miedo. Miedo del sonido de las sirenas, que al acercarse, anunciaban la venida de los oficiales de policía. Tuve miedo de...