Arresto.

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Miré el gran reloj que se encontraba al costado izquierdo de la sala. 4:35 de la tarde. se me ocurrían varias cosas y admito que en ninguna de ellas, encajaba la idea de aceptar mi crimen e ir a prisión.

¿Qué mas daba si pensaba solo en mi? Al fin y al cabo, naces solo y solo te mueres ¿No?, bueno, al menos eso pesaba aquel día.

Caminé a la cocina y al abrir la nevera, me encontré una gran cantidad de comida.

—Debió ser Dévorah— dije para mí mismo, al tiempo que sacaba del refrigerador un "Pie de Limón".

Me acomodé en el sofá y encendí la televisión.

—¡Traedlo de vuelta! ¡Que no escape!— decía un comandante a sus soldados y ellos obedecían, pero ya era muy tarde, el sujeto había escapado.

El teléfono empezó a sonar y corrí a contestar.

—¿Aló?—dije aun con un poco de "Pie" en la boca.

Carmen: ¡Hola!

Yo: ¡Oh! Hola Carmen, ¿Puedo ayudarte en algo?

Carmen: Ammm, sólo.. quería saber si quieres ir a tomar algo.

Yo: Claro Carmen...

Carmen: En unos minutos paso por ti ¿Te parece?

Yo: Perfecto, nos vemos.

Carmen: Nos vemos.

Luego de unos minutos, ya estaba listo, así que me senté en el sillón a esperar.

Más o menos a las 5:00pm sonó el timbre de la puerta, pensé que era Carmen así que corrí a abrir.

Hoy, aquí, frente a esta máquina de escribir, me arrepiento de haber abierto la puerta hace tres días.

No era Carmen. Ni siquiera supe quien era debido a la inyección que se hizo lugar en mi cuello y que segundos después me dejaría inconsciente.

Al despertar me encontraba en un auto. Esposado.

—Señor Arón Flinn, queda usted bajo arresto por el asesinato de Alicia Lennon, tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a consultar a un abogado y/o a tener a uno presente cuando sea interrogado por la policía. Si no puede contratar a un abogado, le será designado uno para representarlo ¿Le queda a usted claro señor Flinn?— Dijo el hombre ante mi al tiempo que me enseñaba una placa del FBI.

Mi mente estaba en blanco, no sabia que decir. ¿Dévorah me traicionó? ¿Acaso fue ella?.

—¿Le queda a usted claro?— repitió el hombre con más firmeza.

Asentí.

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