♡ིུ Sweet louis

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Louis estaba rígido es su lugar, con su pequeño cuerpo desnudo y ambas manos aferradas a los hombros del rizado. Aún no podía creer que se encontrará en esta situación tan vergonzosa e íntima con su novio Harry por primera vez. Ellos sólo habían ido a estudiar a su casa para poder concentrarse adecuadamente, pero un tierno beso los había llevado a esta situación.

Su noviazgo tenía siete meses, y era el primer novio que el ojiazul tenía a sus cortos dieciséis años.

—No... Harry, ¡ah!—el rizado estaba en medio de sus piernas, hincado. Con su mano sujetaba con firmeza el miembro de su novio, masturbándolo con fuerza.

Louis sentía un cosquilleo en su bajo vientre, sus brillantes ojos azules estaban abiertos de par en par y su cuerpo no dejaba de removerse hacia los lados en la cama. Sus piernas se levantaban sin poder evitarlo y soltaba constantes lloriqueos al querer parar aquella sensación que hacía que su cuerpo ardiera como él mismo fuego, pero el ojiverde no lo permitía.

—¡Harry!

—Lou—susurró el llamado, con voz más ronca de lo normal; con sus ojos clavados en su trabajo manual. Concentrado en darla placer a su novio.

El ojiazul lo siento más cerca, sus labios dejaron escapar una exclamación fuerte que no supo si identificar como un grito o un gemido. Sus uñas se clavaron con más fuerza en los hombros desnudos del rizado. Ambas piernas se apretaron en la cintura de Harry y su espalda se arceo como una flecha al momento de tener su esperado orgasmo.

—Harry.

Murmuró con la poca cordura que le quedaba en su agotado cuerpo. El rizado retiró su mano de su pené flácido y la colocó en sus chinchados labios, metiendo dos de sus dedos a su boca, haciendo que probara su propia esencia.

 El rizado retiró su mano de su pené flácido y la colocó en sus chinchados labios, metiendo dos de sus dedos a su boca, haciendo que probara su propia esencia

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—A...arry—su boca era profanada por los largos dedos del ojiverde, el sabor de su semen se había filtrado en su boca y disgusto de su sabor salado. Intentó hablar, pero sus palabras no se podían entender. Los dedos de Harry entraban y salían de su boca, de forma lenta.

—Vamos—el menor trato de entender lo que trataba de decir, pero sus pensamientos se esfumaron cuando sintió las manos suaves del rizado dejar sus labios para ir hacia sus propios jeans negros, desabrochando con cierta torpeza. Una fuerte mordida en su labio inferior lo hizo gemir de dolor, jalando por venganza el cabello castaño de Harry hacia atrás.

—Me... me mordiste—hablo con dificultad cuando sus labios se liberaron para tomar aire—, me van a castigar.

La mano del ojiverde se adentró en su bóxer, sacando su miembro al aire, jadeando de puro alivio. Louis abrió su boca, sonrojado, apartando su mirada del miembro de su novio.

—Nos castigarían por todo lo que estamos haciendo en tu habitación—su novio comenzó a masturbarse en frente suyo, sin pudor, sin pena alguna al ser visto tocándose a sí mismo. Y aunque louis era siempre tocado por el ojiverde, él nunca lo había tocado más de lo debido. Era egoísta de su parte que solo Harry le diera placer.

Tragó saliva por lo que iba a ser por primera vez. Sus torpes manos bajaron hacia el pene del mayor, poniendo sus dos pequeñas manos alrededor de la mano derecha del rizado, deteniendo su constante movimiento.

—Yo quiero chupertela—sus palabras se sintieron arder en su estómago, sus ojos se enfocaron aquel pedazo de carne chinchado. Lo quería en su boca.

Harry gimió de pura sorpresa, apoyando su cabeza en la frente del más pequeño. Sus manos fueron quitadas de su miembro para ser remplazadas por las suaves y tiernas manos de Louis.

—No, aún no—tomó sus caderas en un movimiento sorpresa y lo giro, dejando su trasero a la viste del ojiverde. Se sintió hervir de pura vergüenza. Sus muslos se juntaron y su cabeza escondida entre la almohada—Yo quiero...quiero hacer algo primero.

—Hazza—fue lo único que pudo decir cuando algo húmedo se instaló en aquel lugar tan intimo de su cuerpo, en aquel lugar donde nunca había sido tocado en su vida. Apretó sus piernas y Harry tomó sus delicados muslos para abrirlos. Jadeo.

La lengua del ojiverde daba lambidas lentas en su entrada, provocando extrañas y satisfacciones sensaciones de placer en su trasero que recorrían hasta las puntas de los pies. Sus labios abiertos, soltando gemidos, y es que nunca pensó que se pudiera sentir de esa manera; débil, sin poder controlar su ansioso cuerpo—. ¡Ah!

Harry estaba tan concentrado en probar a Louis, y dios, «podría hacer eso todo su vida», fue lo primero que cruzó en su mente cuando sintió el pequeño agujero del menor contraerse en su boca, lo que hizo que su lengua curiosa quisiera indagar más por ese estrechó lugar, disfrutando del sabor neutro de su trigueña piel. Las grandes manos de Harry se colocaron en ambos glúteos del chico jadeante, separándolas para tener más acceso.

Al ojiazul se le escaparon lágrimas de sus ojos zafiros, sus espesas pestañas mojadas y su barbilla tenía rastros de su propia saliva. Su miembro creciendo de nuevo.

—¡Dios!—jadeos incontrolables salían de él, sus dedos apretando con fuerza la almohada blanca. No sabía cómo sobrellevar aquella situación, como debía de actuar, que debía de hacer con la lengua de Harry dentro de él. Su cabeza se giró hacia la derecha, encontrándose con el espejo sobre la pared verde de su habitación; gimoteo por la vista.

Harry detrás de él, con ambas manos tomando sus muslos con fuerza para detener el movimiento de juntar sus piernas abiertas para él. Con sus hermosos y delicados rizos castaños cubriendo su rostro, pero no el constante movimiento de su cara. Con su tibia lengua chupandolo con deleite y toda la paciencia del mundo; solo disfrutando a su novio.

Cuando un dedo se iba a adentrar en su agujero la puerta de la casa se abrió y un claro grito de su madre Johannah "¡Ya llegué, chicos!", se escucho.

Harry inmediatamente retiró su cuerpo de Louis con pánico en sus venas, mirando frenético la puerta de la habitación.

—Vístete—fue lo único que pudo decir al más pequeño, con voz atragantada y con movimientos frenéticos comenzaron a ponerse su propia sudadero gris, junto con sus tenis y metiendo su erecta miembro en sus pantalones.

El ojiazul hizo exactamente lo mismo que su pareja, con torpeza y nervios al ser descubiertos en aquella situación por su madre. Tomó el control remoto y encendió la televisión. Ambos se miraron con ojos brillosos y se recostaron en la cama de nuevo, solo que el rizado de nuevo lo giro hacia un lado, cubriendo el problema en sus pantalones. «Grande. Dura» es lo primero que vino a su mente. Todo pensamiento pervertido paro cuando la puerta de su habitación fue abierta.

—Hola, Johannah—la voz del ojiverde trató de sonar lo más común que podía. Louis se encogió en su lugar, poniendo toda la atención en el programa de la televisión, evitando todo contacto visual con su madre.

—Hola, mamá—saludo.

—¿Quieren pizza?—pregunto su dulce madre. Sintió al rizado negar con la cabeza.

—Acabo de comer algo—sintió sus mejillas calentarse como él mismo fuego.

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