♡ིུ Poison

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Aquella madrugada de ese cálido día, estaba sumido en un profundo sueño, con su dulce cuerpo ardiendo en fiebre y dolores que le recorrían cada extremidad de su cuerpo tembloroso. No me podía despertar, hasta que el cielo cubierto por abundantes estrellas brillantes y con un manto de nubes grises, lanzo un bombardeo de tormenta con fervor. Sobre los árboles del patio de su hogar, sobre las copas de los arbustos planteados en el extenso jardín, sobre el pasto verde, sobre la tierra y sobre las ventanas se deslizaban gotas de lluvia que no cesaban, recorrían el lugar con travesura y se permitió despertar cuando el terror le invadió sus pensamientos.

Escucho su quejido de dolor sobre las sábanas que se enredaban sobre su cuerpo cubierto por una larga camiseta, que se pegaba por las gotas de sudor y cubrió sus labios de jengibre con su pequeña mano, comenzando a soltar suaves lágrimas que acariciaron sus mejillas sonrosadas por esas sensaciones nuevas para su cuerpo.

Y entre el miedo que le nublaba los sentidos recorrió los extensos pasillos de la mansión, con su cuerpo ardiendo y aquel lubricante que se deslizaba entre el medio de sus tiernos muslos desnudos por primera vez. La oscuridad se cernía sobre sus fanales celestes como un lobo feroz en el anochecer de Luna llena, mientras que los estruendos del cielo se escuchaban con más fuerza cada vez que se acercaba a esa habitación, iluminado el pasillo con sus luces blancas que se traspasaban el vidrio de los ventanales.

Una sensación extraña se sentía sobre su cuerpo tembloroso y sus muslos se doblaron cuando un dolor sobre su vientre lo hicieron subyugarse. Sollozo y se aferró con sus manos inocentes sobre la pared del pasillo.

Quemaba como el mismo infierno, más aún así siguió con pasos lentos hacia aquella puerta blanca que se posaba frente a sus ojos borrosos por las abundantes lágrimas cristalinas como un par de diamantes que lo hacían destellar como la más hermosa joya de esa tormenta devastadora. Sus labios se abrieron sedientos de una necesidad que no sabía como extinguir, pero un suave llamado de su garganta salió involuntariamente, y lo hizo sentir tan bien que de sus piernas se deslizó un poco más de lubricante.

«Harry, Harry, Harry».

Entre sus dedos tibios sintió el material lizo de la puerta de madera que anhelaba su presencia en el interior, en donde yacía aquel alfa de sublimes esmeraldas sumido en los brazos de Morfeo, iluso de la desdichada situación que consumía la razón de su caprichoso hermano menor. Y entre el alboroto de sus pensamientos rebeldes recordó los exquisitos labios carnosos del alfa, tan esponjosos y escarlatas como la más deliciosa manzana del edén, deseó tocarlos con las gamas de sus dedos puros y saborear el sabor venenoso de su piel de porcelana. Recordó aquellos coqueteos hoyuelos dueños de miradas traviesas que lo hacían sonrojarse sin saber porque lo hacía sentir de aquella manera cuando se encontraba a su lado. Recordó sus manos suaves enredadas sobre las suyas, con una presión ejercida sobre sus dedos y abrazos tiernos debajo de la sombra de los arbustos del jardín, acompañado de castos besos sobre las mejillas del alfa y sobre las suyas mientras se recostaban sobre el pasto verde, con el canto de las aves y la brisa fresca.

Lo deseo de nuevo aquella madrugada de tormenta; lo deseo mientras abría la puerta y se adentraba como un sucio ladrón en la negrura de la habitación; lo deseo mientras sus pestañas se sumergían con aquellos diamantes diminutos; lo deseo mientras se introducía entre las sábanas frías; lo deseo mientras unos fanales esmeraldas se abrían repentinamente, fijando su mirada sobre su rostro sonrosado y húmedo como su cuerpo desvergonzado.

«Tómame».

Sus labios susurraron entre el pecado que se convirtió aquella noche de lluvia y relámpagos que iluminaban sus cuerpos inocentes, llevando sus labios sedientos de aquellos que se mantenían estáticos por la conmoción de aquella palabra llena de dulzura y veneno.

Saboreo por primera vez aquel néctar que su sangre tenía, un sabor tan dulce que él mismo demonio del inframundo alabó de rodillas cuando una caricia tímida sobre su cintura lo hizo gemir hambriento entre los labios de su sangre.

Entre el silencio que cubría la habitación aunque no lo expresaran, la fruta madura prohibida cede y las llamas se encienden en sus vientres, y el amor recibe el encuentro más allá de lo que está permitido entre aquellas dos almas sin salvación. Y se estremecen los hilos del universo de sus almas jóvenes e inexpertas con el roce de la yema de sus pieles ardientes, donde se acogen los gemidos de sus llamas y observa como su sangre saborea lentamente la pegajosa miel que se desprendía del interior de sus muslos lechosos.

Su mente da vueltas, y siente el tacto de las sábanas sobre sus rodillas y manos sin fuerza. Siente un roce y lo recorren con timidez, de principio a fin. Siente espasmos sobre sus piernas abiertas cuando alcanza el borde de la locura y su interior se abre, decidido y palpitando como su corazón desbocado. Gimió adolorido, pero aun así el tacto sobre su interior se iba abriendo más cuando su sangre lo profanaba sin piedad, con elocuentes palabras acariciando sus oídos sordos por las sensaciones.

Rogó por más, de forma insaciable, aún aunque ese temblor le recorría el cuerpo cuando su cuerpo se comenzó a mecer sobre las sábanas blancas que se comenzaban a teñir de pecados; rogó tembloroso y derramando diamantes sobre la almohada que sería un secreto guardado entre sus corazones desenfrenados; rogó entre su juventud de dulces quince años que si podía amar a aquel alfa que enredaba sus dedos sobre sus cabellos sedosos y lacios; rogó entre palabras quebradas si podía amarlo más que como un hermano; rogó a su dulce sangre de dieciséis años si lo dejaría entregarle su corazón por toda la eternidad.

Un estruendo sucumbió el cielo así como los gemidos desesperados emanaron de su garganta al sentir aquel placer descabellado ahogarlos en fuego. Algo se derrumbó
sin forma, sin piedad, una colisión que sucumbió ante ese fuego del infierno, mientras una liberación de nieve desciende por su camisa negra.

En medio de la madrugada sellan un pacto con inocentes e incorrectos sentimientos que florecerían sin piedad en medio de un jardín de pecados.



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⚜️ Hola, regresé de nuevo con este nuevo os inspirado en Cersei y Jaime Lannister.
⚜️ Si hay alguna falta de ortografía no duden en mencionarlo.

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