La huida.

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Corro al lavabo y cojo cualquier cosa. Inmediatamente salgo de allí y corro sin mirar atrás. La oscuridad que hay no me deja ver con claridad,el frío y la lluvia hace que después de poco tiempo empiecen a dolerme los dedos, pero aguanto un poco más hasta llegar.  Toco la puerta insistentemente, y entro en cuanto se abre.

- Ha pasado algo - digo casi sin aliento, y empiezo a llorar.

Mi madre me mira y su expresión cambia en cuanto ve mis manos llenas de sangre. Me acerca y toca mi cara en busca de heridas, pero sé que no encontrará nada. Esa sangre no es mía.

- Lauren, dios mío... - dice la mujer frente a mí, llevándose las manos a la cara.

- Necesito irme de aquí. - digo casi en un susurro, y me aparto. 

- ¿Qué ha pasado, Lauren? - pregunta en el mismo tono de voz.

Yo sólo miro al suelo, guardándome la respuesta. No puedo meter a nadie más en problemas.

- Escucha. Necesito ropa... No sé si aún te queda algo mío, no hace falta que sea mucha...- la miro, pero no obtengo respuesta - Por favor... Necesito que no hagas preguntas, mamá. Ayúdame.

- Está bien. - dice y las lágrimas empiezan a asomar por sus ojos. Genial, un año sin pasar por casa y lo primero que hago es hacer llorar a mi madre. - ¿Necesitas dinero?

Yo sólo asiento, pues el nudo en la garganta no me permite hablar.

- Ésta bien... - dice - Yo me encargo.

Las lágrimas empiezan a salir y no tiene pinta de que vayan a irse. Ella suspira, y me limpia la cara. Me pide que la siga, y llegamos a lavabo. Mis manos tiemblan aún, yo entera lo hago. Me lavo lo mejor que puedo, pero el color rojizo se queda ahí. Me cambio de ropa, y sin pensarlo cojo las tijeras corto el pelo que antes llegaba casi a mis caderas a la altura de los hombros. 

- ¿Tienes algún tinte? - le pregunto.

Ella se gira, y busca en unos cajones mientras yo cojo tres camisas las guardo en una mochila. Cuando vuelvo, me espera con la mezcla y en poco rato mi pelo, que anteriormente era castaño, es de un negro carbón intenso. El cambio no es muy grande, pero es lo único que tengo ahora y no tengo tiempo para buscar algo mejor. Cuando termino, cojo la mochila y salgo de la casa, no sin antes despedirme y darle las gracias a la mujer que me dio la vida, y me ha ayudado a salir de problemas una vez más. Sin esperarlo, me envuelve con sus brazos y yo devuelvo el abrazo por que sé que tal vez sea la última vez que la vea.

Media hora más tarde estoy en la estación de autobuses. Corro, pero intento no llamar la atención.

- Buenas noches, ¿cuál es el próximo autobús que pasa? - digo apresuradamente.

- El siguiente autobús pasa a las 4:35 a.m. Llegará a Atlanta, pero antes hará varias paradas en Carolina del norte. Llegará en tres días debido a esto.- responde con una voz monótona y ojos cansados. Yo asiento rápidamente. Se me está acabando el tiempo, y éste imbécil no puede ir más lento. - Serán veintiuno con cincuenta y tres, gracias. 

Me da el billete en cuanto le doy el dinero.

Miro a mi alrededor, asegurándome de que no me siguen... Y entonces los veo. Son dos, sus placas los delatan. Me pongo la gorra de la chaqueta, y me escondo. Escucho a lo lejos como se acercan a la cabina "¿Han visto a esta chica?". No me quedo lo suficiente para escuchar la respuesta ya que salgo corriendo hacia el autobús. Fuera sigue lloviendo, por lo que es más difícil que me vean. Subo rápidamente al vehículo y tomo mi asiento. Desde dentro, veo cómo los dos policías salen y corren cada uno en dirección a un autobús que se encuentra no muy lejos del mío. Sin embargo, cuando el otro intenta ir en dirección nuestra, el autobús arranca dejándolo atrás, y un suspiro de tranquilidad escapa por mi boca.

Behind closed doors [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora