Sola.

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Al despertar, Lauren salió inmediatamente del hotel en busca de un lugar para comer. Buscaba en el periódico un lugar en el que pueda quedarse, por que no le apetecía tener que compartir piso o casa con nadie. Mientras más desapercibida pasara, mejor. Iba hoja por hoja, hasta que paró frente a un anuncio. Era una casa, un poco alejada de las demás con cuatro habitaciones, dos lavabos, la cocina y una sala de estar. No es que le encantara vivir sola, a decir verdad le aterraba. Pero era lo que debía hacer. El estilo rústico que mostraba la casa en la fotografía cautivó a Lauren, y cuando la tuvo enfrente supo que ése era el lugar perfecto. Aunque al casero le pareciera extraño que una chica de dieciocho años estuviera comprando una casa, no pareció importarle cuando le demostró que podía pagarlo dándole diez meses de adelanto.

Entró a la casa con una mueca debido al intenso olor a madera húmeda. Fue habitación por habitación, revisándola. Sin duda haría falta arreglar un par de desperfectos, pero nada que un par de manos y el dinero de sus padres no pudieran arreglar. Después de dar unas vueltas decidió que al día siguiente iría a la tienda del puerto para comprar un poco de pintura.

Era ya tarde cuando llegó a la tienda. Había estado todo el día comprando cosas para la casa que no sabía ni que necesitaba. En cuanto entró, las campanas de la puerta sonaron, pero esta vez Camila no estaba en el mostrador. En su lugar había una niña de no más de diez años sentada detrás de la caja registradora, jugando con una rana de papel. 

- Hola - dijo Lauren acercándose a la niña.

- ¡Hola! - respondió la pequeña - ¿En qué te puedo ayudar?

- ¿Están tus padres?

La niña negó.

- ¿Tu hermana, tal vez?

- Mila está ocupada. - dijo mientras movía la rana de arriba a abajo.

- Entiendo...

- Yo te puedo atender. - insistió, cruzándose de brazos.

- Bien.. - suspiró Lauren - Necesito pintura.

La niña se lo pensó unos segundos antes de responder.

- No tengo - dijo en un tono más bien alto mientras se rascaba la cabeza.

Pronto se oyeron unos pasos apresurados acercándose desde una puerta que había detrás del mostrador. Camila salió de ella con las mejillas sonrojadas y viendo a su hermana con el ceño fruncido.

- Sophie, sí tenemos pintura.

- Oh... - dijo, y se fue riendo.

Lauren no pudo reprimir una risa.

- Perdón, no debería estar en el mostrador - dijo la morena negando - ¿Querías pintura?

Lauren asintió.

- Bien, espera aquí. Ahora vengo.. - la chica desapareció detrás de la puerta, y unos segundos después volvió con un pequeño libro de combinaciones. Lauren lo tomó entre sus manos y empezó a hojearlo.

- ¿Cuál crees que quedará mejor? - preguntó la chica de ojos verdes a la más baja.

- Azul - dijo rápidamente y sin dudarlo.

Lauren rió ante la seguridad repentina de la chica.

- ¿Azul? ¿Para una habitación? - preguntó frunciendo el ceño - ¿Y la cocina y el lavabo?

- Lo mismo - dijo la chica con la misma seguridad - Bueno, tal vez en diferentes tonalidades...

- Está bien. Azul. - dijo Lauren acabando por decidirse - Escoge tú las tonalidades.

Behind closed doors [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora