Su corazón acelerado,
marcaba los pasos
de las canciones
de tales labios carnosos
y el asma
que ponia de excusa
para no salir
corriendo
de tus
acaramelados,
pero
envenenados
ojos.¿Cuántas
mentiras
nos mataron?¿Cuántas
verdades
dejamos
escapar?¿Cuántos
recuerdos
botamos
en el ojo
del huracán?