Te transformaste
en uno de
mis grandes vicios,
en éxtasis.
Me quedaba
sentada
en una rama,
mirando
como se caían las hojas
en plena primavera,
pero
no me di cuenta
que las únicas
hojas que se caían
eran las de mi alma,
que me estaba rompiendo
y ni yo me daba cuenta,
perdida en
una galaxia irracional,
desconocida,
como si estuviera
lo suficientemente
drogada,
para caer
en otras constelaciones
en plena tierra,
en pleno desierto.
Servía café
a gente desconocida,
imaginándome
a qué clase de
huracán
se estarán
atravesando.
Imaginándome
que los enamorados
se concocen
en una cafeteria,
con 3 de azúcar,
pero a ti
te conoci en un bar,
con 3 licores
y una historia que contar.
No sé si me armaste,
no sé si lo intentaste,
siquiera sabía tu apellido,
no sé si tus manos frías
fueron playa en verano
o tus ojos
gotas de cielo.
No sé,
pero me perdí
en la tinta
de tus poemas
y qué se yo
qué era tu inspiración,
lo único que sé,
es que fuiste
mi mejor confusión,
mi mayor recuerdo,
y mi peor secreto.