Mareada. Así me sentía luego de abrir los ojos. Me topé con una imagen borrosa, pero aún así, lo único que veía era el reflejo de una luz intensa a través de un tipo de tela casi transparente, no de un foco, sino del sol. Mi piel estaba pegajosa por el sudor, pero la brisa era fresca y eso me ayudaba con el calor que sentía.
¿Qué pasó? ó ¿Que hago aquí?
No tengo ni idea, pero lo que si sé, es que estaba acostada dentro de una tienda de acampar de color azul marino y que sentía mucha sed.
Ahora tenía mucho miedo, miedo por mi vida. La velocidad de mi corazón y la desesperación de saber porqué no recordaba nada, cada vez era mayor. Intenté calmarme para escuchar a alguien o algo afuera, pero el problema era que no se escuchaba absolutamente nada, solo el viento chocar contra la carpa. Me puse de rodillas, observando el pequeño lugar. Poco a poco acerqué mis manos al material con el que estaba hecha y pude notar que era recién comprada. Podía percibir ese olor a nuevo. Volteé la mirada a mi izquierda y me encontré con una gran mochila de estampado militar que lucía como nueva. No pensé dos veces y la abrí, lo primero que vi fueron unos emparedados de jamón y queso.
Pase de ellos y volví a echarle un ojo a la mochila, no había nada más que emparedados y agua. Gateé hasta poder ver afuera y luego me levanté. Me quede boquiabierta ante la imagen frente a mí:¡Estaba en medio de la nada!
Frente a mi había una carretera de cemento infinita, y a lo lejos se veían montañas. El suelo lo formaban rocas, maleza y unos cuantos arbustos. El lugar simplemente era hermoso, pero me ponía los pelos de punta que en unas horas todo quedaría oscuro y claramente, que me encontraba totalmente sola. Adiviné que eran aproximadamente, las tres de la tarde. Dejé un poco la preocupación y volví a la tienda para cojer todo.
Pensé en la comida. Lo bueno era que eso significaba que no me moriría de hambre.. o por lo menos, no aún. Tomé un emparedado rápidamente, ya saboreaba ese delicioso queso en mi boca, pero luego un pensamiento invadió mi cabeza.. ¿Esto lo habré traído yo?. Lo pensé por unos minutos y decidí dejarlos para luego. Miré lo que llevaba puesto encima, no había pensado en hacerlo hasta ahora. Llevaba una camiseta blanca, encima un jersey amarillo, un short oscuro y unos vans vinotintos. También tenía un precioso collar con una luciérnaga. La miré de cerca, por atrás tenía puesto la letra "K" en mayúscula. Eso podría significar algo. Quizás mi nombre empezaba por la k. Volví a la tienda, tratando de entender lo que estaba pasando. Levante la mochila, observé que algo estaba abajo de ella. Era un papel arrugado con algo escrito, un número de teléfono.
Ahora todo era una misterio, uno que ansiaba descubrir.
Pero el problema es que no podía llamar enseguida. Y estaba demasiado claro que no disponía de un telefono. -¡Ahhhh, no entiendo!-. Grité, como si alguien pudiera escucharme. Desarmé la carpa y en unos 13 minutos, ya estaba caminando por el borde de la vía con la mochila a mis espaldas y sí, como en ese tipo de películas de supervivencia. Cada paso se hacía más lento y corto conforme pasaba el tiempo. Sentía que la carretera era interminable y que quizás no aguantaría el calor y me desmayaría en cualquier momento. Estaba realmente exhausta. Me amarré el cabello en un pequeño moño y luego mis ojos se llenaron de lágrimas. Quería estar a salvo y deseaba que todo fuese una pesadilla. Pero no era así. Me detuve un momento, no podía aguantar un minuto más sedienta, así que tomé el pote que había colocado en un hoyo de uno de los lados del bolso. Dejé que las lágrimas cayeran libremente por mis mejillas mientras tomaba un sorbo de agua y a la misma sacaba los irresistibles emparedados.
Exhausta y cayendo la tarde, busqué un lugar donde no sintiera tanto frío, que tuviera al rededor rocas, arbustos o donde un animal no me pudiese matar y comer con toda la comodidad. Encontré entonces algo similar y armé la carpa.
No me entraba en la cabeza como carajos ni un solo auto llegó a pasar por aquella carretera. Tantas cosas supuse que llegué a pensar que estábamos en guerra, o en un ataque zombie. Pero no podían ser ninguna de las dos, se supone que en ese tipo de cosas la gente se va a los lugares menos habitados para sobrevivir. Luego pensé que estaba en el limbo, y para mi esa no era una idea alocada.
No comí nada mas hasta el día siguiente en la mañana. La noche fue horrible, mis pensamientos me aterraban, la carpa resultaba incomoda y temblaba del frío, sin dejar de lado los extraños sonidos y los mosquitos. Al terminar de arreglar vi, no tan lejos, una montaña pequeña y me subí. La vista era sin duda, una de las cosas mas preciosas que había visto hasta este momento. Justo seguía admirando el paisaje cuando escuché a la distancia el sonido de un auto. Volteé y corrí para llamar la atención del conductor, pero me caí, raspandome la rodilla, el mentón y las manos. Me levante lentamente y caminé, faltaba un poco para que el auto pasara en frente de mí. Estaba adolorida pero sonriente, hasta que creí que el auto me había ignorado, pero sorprendentemente, no fue así. Al acercarme, un poco temerosa, me coloqué en frente del vidrio y vi a una señora de unos 40 años, de cabello rubio y ojos verdes.
─¿Que hace una niña como tu en un lugar como este?─Tenia una voz ronca, y su aliento olía a alcohol.
─Es que yo... me perdí y no se como llegar a casa.
─¿Cómo te perdiste?─Alzó una ceja, mirándome de los pies a la cabeza.
─Yo se lo contaré todo, se lo juro. Pero enserio, enserio, enseeerio necesito que me de un aventón, usted no es mala persona ¿Verdad? no puede dejar a esta inocente joven por estos lugares sola y sufriendo por hambre, ade..
─Solo súbete ya, niña─Me interrumpió─Pero si te atreves a robarme algo.. pobre de ti.
─De eso no se preocupe ja..jaja..ja─Dije nerviosa por su último comentario. La verdad es que esa señora se veía capaz de todo. Di la vuelta y abrí la puerta del copiloto, me topé con una par de cigarrillos y una botella de alcohol (como sospechaba) en el asiento, los moví y me senté con preocupación.
─Entonces ¿como te llamas?─Puso en marcha el auto
─Sobre eso.. no sé mi nombre, ni como llegue aquí─Murmuré y le eché un vistazo al auto. Estaba descuidado, sucio, y no tenía aire acondicionado.
─¿Estas bromeando?─Nos miramos fijamente unos instantes. No le respondí─ahg, no es cierto.. ¿En que te has metido, niña?
─Señora, ya se que me debo ver joven y guapa─Dije altanera─, pero no soy una "niña", tengo 26 años. Eso se lo puedo asegurar.
─¿Guapa? Pfff.—Dijo con gracia
─Como decía.. no lo sé, pero creo que mi nombre empieza por la letra K.─Ignoré su comentario, me quité el collar y se lo mostré
─ ¿Que cree usted?─Creo que tienes cara de loca─La miré ofendida─Este collar se ve caro, es muy bonito. Pero en fin, te diré Lara.. tu puedes llamarme Alice.
─Otra cosa, Alice ¿Me podrías decir a donde te diriges?
─Voy al centro, GeojisCity. ─Dijo y luego colocó música instrumental, curiosamente parecida a las que ponen en los elevadores. Alice tomo un cigarrillo, lo encendió y empezó a fumar.
Todavía estaba exhausta y adolorida por la incomoda posición que tenía cuando me acosté la noche anterior. Me quite la mochila, lo deje en mis piernas y me acomodé en el asiento. Miré afuera la vista por unos minutos y poco a poco fui cerrando los ojos.
ESTÁS LEYENDO
La Séptima Vez
Misteri / Thriller¿Quién es ella? No lo sabe, no recuerda nada aún. ¿Quien estará detrás de todo esto? Tiene que averiguarlo. ¿Lo malo? La única pista que tiene es una hoja de papel con un número, sin dejar de lado que ella está en medio de la nada. -¡Eres tú!-Gritó...