A ti:
Querida Paige:
No me has decepcionado, pero es que me he sorprendido. Pero sí estoy decepcionado, no lo niego. Decepcionado conmigo mismo.
Porque no tuve razón válida para haberte dado ese bofetón hace dos años. Fui un bestia, un animal. Y te pido perdón, no lo merezco, y lo entiendo. Pero es que de verdad que no saco de mi cabeza el momento ese en que te levanté la mano. Estabas en primer curso, por Dios. No tengo justificación para haber hecho eso.
Y ahora estoy sorprendido a la vez. Nunca pensé que mi anónima amada fuese aquella niña con aparato dental, mejillas sonrojadas y tímida mirada.
Nunca me imaginé enamorado de ella. Nunca me imaginé enamorarme de ti.
No estoy decepcionado, de verdad.
Perdóname a mí.
Te quiere.
—Gad.