Temor

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Fue un golpe suave y rápido el que nos despertó, querían que estemos todos reunidos en el centro del campamento para las 8 y nos daban media hora para prepararnos, yo ya estaba despierto mucho antes, no habia dormido mucho pensando en la noche que había pasado con una muchacha rara, con un pensamiento extraño en mi cabeza. Los chicos se cambiaron y se abrigaron bien ya que a la mañana hacia mucho frío, yo me puse un buzo gris oscuro, un pantalón verde oscuro, un gorro negro y una bufanda verde. Al salir, un grupoque estaba siendo liderado por uno de los monitores nos estaban esperando, se podia notar que era uno de ellos ya que al igual que los demas llevaba un gorro amarillo con la marca de la empresa que había patrocinado el campamento; "EX Machine". Caminamos unos minutos en tres filas hasta llegar a un lugar ampliamente libre de arboles y con grandes cabañas, supuse que era donde cenaríamos, y obviamente aceté. El lugar donde nos sentaríamos quedaba a nuestro criterio, así que solo me senté con los chicos de mi cabaña.

- Hey ahí están las chicas. - Mire hacia la entrada y todas las chicas comenzaron a tomar asiento. - ¿Y si invitamos a alguna a sentarse con nosotros?.
- Escuche que las mujeres son mas peligrosas que las armas. - Replique.
- Elden. - Su voz femenina resonó a mi lado mientras tomaba asiento. - Estoy sola.

La mire mejor de día, tenia ojos marrones claros y su cabello era negro como la noche libre de otros tonos, era bonita debo admitirlo pero solo yo conocía su locura. Traía un buzo rosa, un gorro gris, unas botas marrones, un pantalón blanco y unos guantes negros.

- Pensé que no éramos amigos. - Me golpeó. - Hey, ¿que te pasa?.
- Después de que te dije mi nombre es obvio que lo somos.
- Hola que tal, soy Hilu, ¿como conoces a Elden?. - Los chicos la miraron, tenia miedo de que mal pensaran.
- Hmmm. Yo soy 66. Elden solo tú puedes saber mi nombre, me escuchaste?. - La mire y sonreí.
- ¿Eh?. ¿Por qué?. Hilu se veia decepcionado, me parecía gracioso.
- Y Elden. ¿Aceptaste mi propuesta?. - Los chicos se enfocaron en mí al oírla.
- Lo estuve pensando, pero es mejor si hablamos de esto en privado. - De pronto uno de los monitores llamo la atención de todos.
- ¿Pueden prestarme atención un momento?. Me he dado cuenta de que algunos de ustedes usan sus nombres y no el numero que se les dio. Les voy a rogar una vez mas que dejen de usar sus nombres. - En ese momento un muchacho se levanto de su asiento y se dirigió al monitor.
- ¡Hey no pueden obligarnos!. - El monitor miro a los otros dos que estaban con él, lo tomaron de brazos y comenzaron a arrastrarlo fuera del establecimiento. - ¡Hey que hacen, basta, malditos!. - La mano de Kari toco mi rodilla y apretó arrugando mi pantalón, sentí su miedo.
- Regla nro. 5; Esta terminantemente prohibido las quejas.

Luego de esas últimas palabras se adentro en todos nosotros un ambiente de silencio, cada uno tomaba su desayuno sin hablar, mire a Kari y estaba un poco en shock, se notaba que nunca vio algo así, acaricie su cabeza y me miro temblando, al parecer tenia toda la razón sobre este lugar, maldición.
Luego de terminar de comer nos dieron media hora de descanso, en ese lapso de tiempo Kari y yo fuimos a un lugar donde no había nadie y comenzamos a hablar.

- Esto es demasiado, ¿realmente piensan salirse con la suya después de eso?. Kari, no exageres. - Estaba sujetando la manga de mi buzo con fuerza.
- Perdón, estoy un poco nerviosa. - Miraba hacia abajo y su voz era mas suave.
- Tranquila. Por ahora vamos a hacer lo que nos piden, así que desde ahora yo soy 75 para ti, y tu eres...¿66?. - Asintió. - No te preocupes, ademas después de lo de anoche pensaba que eras mas dura. - Me golpeo en el brazo mientras sonreía.
Si, yo también lo pensaba. Y ahora que estamos solos vamos a hablar de mi propuesta. - La mire seriamente. - ¿Que piensas?.
- Una persona normal diría que estas mal de la cabeza, pero ya que estamos en el mismo campamento de locos no tengo derecho a criticarte. - Hice silencio unos segundos. - Cuando era un niño, mis padres murieron en una fiesta a la que fueron y me dejaron solo en casa, morir por sobredosis, que forma mas idiota de dejar este mundo. Después de eso supe que mi vida no valía ni un centavo, por eso vivido sin importarme nada. Hmm, mis padres adoptivos pensaron que podía cambiar de parecer si venia aquí, pero están equivocados. - Suspire. - Suicidarnos eh... - La mire con una sonrisa. - Acepto. - Me sonrió muy dulcemente haciendo que me sonrojara.

Claro, el suicidio estaba mal, de eso estaba al tanto, pero eso solo me decía la gente que no había pasado por ni un carajo de dificultad en su vida, en cambio ella era diferente, al mirarla a los ojos no podía negar que había algo que me atraía de ella, una conexión, como si tuviéramo esa misma mirada de; "sin importancia". Los monitores nos hicieron entrar en otra de sus grandes cabañas, nos sentamos en sillas alrededor de una gigantesca mesa para 20 personas, nos pusieron a tallar pedazos de madera, no aguantaba estar tanto tiempo sentado en un solo lugar haciendo algo en lo que se necesita tanta paciensa, ademas de que Kari tarareaba a mi lado no podía ser peor, pero debía permanecer sin quejas hasta el final o hasta saber que había ocurrido con aquel muchacho que se llevaron. Al terminar casa uno con su escultura artística, me recoste sobre mi mesa llena de pedacitos de madera y mire de reojo a Kari, no podia creer que una chica como ella quisiera suicidarse solo por haber leído un simple poema, era bonita, divertida, y su sonrisa era contagiosa, debía haber una razón que desconocía.
Luego de 15 minutos comenzó otra actividad, debiamos cortar un papel en la forma que queríamos y dibujarle marcas de forma decorativa, decían que la creatividad es buena para el cerebro, yo solo hice un circulo y como una rueda dibuje letras y formas cuadradas, lo pinte con los colores que habían en la mesa, termine lo mas rápido posible para no tener de que quejarme luego. Tome un pedazo del papel que me sobraba, escribí una cartita y la puse sobre el brazo de Kari que estaba sosteniendo su figura decorativa, lo leyó atendiendo a que no la vieran y respondió. Ibamos a encontrarnos nuevamente esa noche a las 22:30.

El Árbol y el PrisioneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora