Campamento

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Los minutos mas largos de mi vida fueron aquellos donde la oscuridad de un saco privaba a mis ojos de la vista, donde mi cuerpo era empujado de forma bruta por manos manchadas de pecado mientras que mis piernas se sostenían con fuerza para no desfallecer en el acto. Caminamos entre muchos por el bosque, el silencio era tan penetrante que me ponía nervioso cualquier rama que se rompiera en el camino, miles de preguntas se formularon en mi mente, principalemente atadas a; "¿Que van a hacerme?". Me detuvieron sin aviso alguno, mi corazón comenzó a latir mas rápido aun, pero el miedo no me invadió por completo, me hicieron entrar en algún establecimiento del lugar y me sentaron en una silla de metal, mi sudor se derramaba por mi cuerpo mientras me ataban de manos y pies al asiento.
Cuando quede completamente inmovilizado todo quedo en silencio, luego escuche como unos pasos salían del establecimiento y cerraban la puerta, fue entonces cuando pensé que me habían dejado solo, que quizá esta era mi oportunidad para escapar asi que comencé a moverme tontamente de lado a lado para tirarme al suelo y que me sea mas fácil desatarme, pero justo en ese momento una mano extraña toco mi hombro, me quede paralizado y al mismo tiempo frustrado por mi impotencia.

- ¿Donde esta la chica?. - Trague saliva y retome mi fuerza de voluntad.
- ¿Que chica?. - Pregunte provocandole.

De pronto la oscuridad salió de mi cabeza y me dejo ver la luz de una bombilla en el techo que iluminaba un cuarto vacío y deteriorado. Mire al sujeto que tenia enfrente y solo eche una risa al saber de quien se trataba.

- No te hagas el imbécil basura. Esta noche no vas a pasarla bien, te aseguro que cuando llegue la mañana vas a cantar como un gallo. - Me miro intimidante.
- Ohhh. Ya lo veremos, "Chupa Cabras".

Creo que me estoy adelantando mucho, comenzaré desde el principio. Mi nombre era Elden Sabría, tenia 17 años y ya estaba apunto de terminar mi secundaria, pero hasta hacia poco me diagnosticaron problemas mentales mediante un examen que comenzó a darse en todos los colegios del país, y entonces se me fue recomendado dos meses de apoyo psicológico en una isla de las afueras de la ciudad donde vivía, como un campamento, un lugar para que los que desaprobaron el examen puedan recuperarse del mal que los ataco. Los profesionales hablan de esto como si fuera una " rehabilitación", pero yo lo veía mas como; "Dejenos a sus perrosa nuestro cuidado, les limpiaremos los colmillos que estan manchados de sangre, y luego se los devolveremos como nuevos", ¿por que pensaba asi?, no tengo idea. La ubicacion de la isla no fue notificada a los padres, lo que a primera vista me parecía desconfiable, y en segunda mis padres adoptivos estaban de acuerdo, parecía como si les hubieran lavado el cerebro, parecía como si me estuvieran prestando por dos meses.
No me queje y no tuve ninguna discusion innecesaria, aunque me hice muchas preguntas al final no me importo, solo pensaba que cualquier cosa estaba bien con tal de darme un descanso del colegio, la vida como la veía en ese entonces no era entretenida. El frío no era mucho pero no estaba acostumbrado a él, el bote en el que iba estaba lleno y no nos dejaban pararnos, cada uno debia sentarse en los asientos del mismo y escuchar atentamente las instrucciones del lugar.

1. Deben permanecer en sus cabañas cuando se les ordene.

2. Los hombres y mujeres dormirán en distritos separados

3. Al que no obedesca las instrucciones, se le sometera a un castigo especial para su estado mental.

4. No se tendrá contacto con nadie del exterior hasta el final del campamento.

5. Se tiene terminantemente prohibido las quejas.

Al escuchar cada una con total atención paso por mi mente la palabra "prisión", y es verdad, no podían llamarlo campamento, despues de todo los jovenes sanos vas a campamentos y nosotros estábamos enfermos mentalmente para ellos. Luego de terminar con las explicaciones y la innecesaria historia de la isla llegamos allí a las 8 de la noche donde mientras ponían el puenta para bajar se dieron las siguientes ordenes.

- Bien, es momento de ponerle significado a sus vidas. Cada uno que pase le voy a dar un número, y ese será su nuevo nombre durante todo el campamento, ¿ok?. Bien empecemos. Formen una fila por favor.

Muchos nombres se escuchaba mencionar en la lista mientras me acercaba, me parecía algo melancólico, era como si te quitaran tu identidad y te lo cambiaran por algo tan simple e inhumano como como un número, ¿que querian?, ¿hacernos olvidar quienes eramos?. Al llegar mi turno mire al monitor que tomaba lista con desprecio en mis ojos mientras que él, con una sonrisa en su rostro me dijo; "Setenta y cinco", y coloco el numero escrito en un carnet con mi foto en mi camisa.

El Árbol y el PrisioneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora