Parte.2. Llegar, ver y vencer

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Recostada en mi cama me sentí débil y estúpida. No había viajado tantos kilómetros y gastado hasta lo que no tenia. Para llorar por Alexandre al otro lado del mundo, así que me levante a caminar, por cualquier lado, por cualquier lugar, sin rumbo. Camine por muchas calles y avenidas, no sé cuantas. Sentí hambre compre un brötchen o Semmel relleno de pollo, estaba delicioso. Un poco cansada, me subí a un autobús, decidí dejarme llevar por el "viento". Me baje porque vi a lo lejos unos hermosos arboles.

Era El Volkspark Rehberge

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Era El Volkspark Rehberge. Tenia 70 hectáreas de bosque y un amplio césped verde, para sentarse o hacer días de campo. Tenía un recinto para animales y una pista para trineo y un campo de deporte. En ese momento estaba vacío, porque era horario laboral. Pero no sentí mucha lástima por ello. Me gusto pensar que tenía ese parque para mi solita.

Paseaba tranquilamente y de repente escuche una melodía, que poco a poco iba creciendo. Había llegado al escenario al aire libre, en el centro del parque. Una pequeña orquesta, ensayaba, tocando canon de Pachelbel. Mi melodía favorita. Cuando la música alcanzó su punto culminante, las emociones de las notas me golpearon con intensidad, estaba llorando. Siempre me pasaba con esa canción, estando tan sensible, me emocionaba hasta el tuétano y me dolía igual.

Estaba de pie frente a los que tocaban, estaban tan concentrados en su ensayo, que ni notaron mi presencia

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Estaba de pie frente a los que tocaban, estaban tan concentrados en su ensayo, que ni notaron mi presencia. Muy avergonzada camine hacia otro lado. Caminando, llegue a un barandal, a la vera de un riachuelo, que se perdía entre las frondas. De repente, entre unas ramas a un lado del camino, una figura salía entre ellas y me observaba. Casi no lo creía, era Till Lindemann y sus enormes ojos grises, me miraban de forma lastimera.

Temblé de pies a cabeza, tenia a mi ídolo enfrente y para mi solita, no podía moverme ni pensar, pero recordé algo, que no le gustaba ser molestado en su vida privada y antes que me diera de lado, o peor aún, que me dieran de lado sus fornidos y mal encarados guardaespaldas, lo mejor era echar a correr, así lo hice. Pero debía pasar junto a él. Entonces escuche una voz que me preguntaba.

- ¿Le gusta Pachelbel?

La pregunta me detuvo en seco, me volví hacia él y le conteste:

- Solo canon... ¿Usted estaba en el anfiteatro? Dije apenada de que me hubiera visto llorar.

Feuer und WasserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora