Parte.10. Vientos nuevos

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Larisa estaba dichosa, cuando ella y Christoph, a una semana de su reconciliación, celebraron su boda en el jardín, de la que sería su casa. La ceremonia estuvo acondicionada, pues Larisa, no podía moverse salvo en una silla de ruedas, así que unas fases del rito se evitaron para no incomodarla, su vestido de novia y su velo precioso. Aunque la alegría que coronaba su rostro, era lo que la hacía lucir radiante y bella.

Christoph, no paro de decírselo toda la ceremonia. La familia de Larisa viajo para la boda, además de los amigos de la banda, como Inmanuel y Matthias, unos muy acaramelados Ivana y Paul, junto a unos recién reconciliados, Richard y Alexia. También estaba un muy taciturno Till.

Larisa, se cansó muy rápido y fue llevada a descansar por Christoph, que la fue a recostar a su habitación. Luego de que todas las mujeres de la fiesta la besaran la abrazaran y acariciaran su vientre. Nunca se imaginó que hasta su hija, disfrutaría de la celebración, pues no paraba de darle pataditas, estaba igual de feliz que su mamá. Christoph amorosamente la recostaba en la cama, acomodaba las almohadas y le ayudaba a quitarle el vestido. Finalmente se arrodillo junto a ella y le tomo la mano, mirándola como siempre lo hacía con ojos llenos de amor y una dulce sonrisa en el rostro le pregunto.

- ¿Cómoda señora Schneider?

- Mucho señor Schneider, pero estaría mejor si te recuestas conmigo, le pedía ella.

- Muy bien háganme un espacio las dos. Decía Doom, mientras se recostaba a su lado.

- A ella le gusta mucho, que te acerques siempre patea, cuando lo haces, decía Larisa, acariciándose el vientre.

- Creo que la pequeña Lara, será idéntica a ti, decía él.

- Pues yo creo que ella tendra tu sonrisa, tu talento y tu caracter, decía Larisa.

- Pues yo espero que tenga tus hermosos ojos verdes. Le decía él.

Los dos rieron con ganas, mientras Larisa recostaba la cabeza en el hombro de Doom. Él la abrazaba y colocaba su otra mano sobre el vientre, dicen que el mundo es un espejo que te devuelve tu reflejo, ellos habían sido el espejo del otro. Se veían tal como eran, les gustaba esa imagen sin alegría fingidas, sin el silencio de escudo. Se valía llorar, se valía temer, se valía sufrir. Se valía amar y ser feliz.

Richard y Alexia parecía ser ellos los recién casados, sonrisas y miradas cómplices, besos, arrumacos, baile pegado. Luego de su reconciliación en Colombia, donde se habían perdido del mapa por una semana, regresaron felices contentos y enamorados. Mientras bailaban, conversaban acerca de su futuro.

- No puedo evitarlo, estoy celoso, él es tu ex esposo. Te conoce...

- Ya lo dijiste Richard: ex esposo. Y él nunca me conoció, ni me entendió, tu si, por eso me dejaste tomar mis decisiones y buscar mi vida.

- ¡Si claro¡ a qué hombre no le gusta que la mujer que ama lo deje tirado por su trabajo... decía él en tono juguetón.

- Richard... El tiempo pasa rápido, como olvidarte y sacarte de mi corazón, si todo mi libro habla de ti amor. Sabes empecé a escribirlo cuando te conocí, eres mi inspiración. Le dijo ella.

- Te voy a extrañar mucho, no quiero separarnos, pero lo voy a soportar por ti Alexia.

Se fundieron en un gran abrazo y un beso interminable, para separarse y contemplar a lo lejos la ciudad que poco a poco se llenaba de pequeñas luces como un manto de estrellas multicolores. En la cuna de sus brazos, Alexia recordaba su estadía sin él.

- Sabes amor las luces de la ciudad, se veían muy tristes en Colombia.

- Las mías estaban igual de tristes desde que te fuiste. Me dolió mucho pensar, que yo no valía la pena.

Feuer und WasserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora