Parte.3. Zapatos, Rosas y Tequila

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La semana se pasó volando, fuimos a buscar nuestra ropa, ese día con varias horas de anticipación los empezamos a arreglar. La regla era, que las edecanes, debían lucir los colores de la bandera mexicana, así  Alexia lucía su vestido en color verde con un corsé ajustado y espalda desnuda, con una suave caída. Ivana llevaba un vestido blanco con encajes, muy tradicional. Larisa por supuesto lucía un hermoso vestido de gasa rojo, con escote corazón y yo un estraples de seda en cafe. Aunque los zapatos de Larisa le quedaron grandes, toco improvisar con papel toalla en las puntas.     

Nos dirigimos a la embajada en un taxi

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Nos dirigimos a la embajada en un taxi. Entramos al hermoso y blanco edificio, diseño característico de la arquitectura latina, con grandes espacios abiertos. En la planta baja estaba la recepción, donde estaba el apogeo de la fiesta, en el atrio cilindrico con techo transparente, permitía mirar el hermoso cielo estrellado. El ambiente estaba súper animado, lleno de personas, musica y barras libres de tequila. Rápidamente empezamos a mezclarnos, probamos los licores y conversamos con algunas personas. De repente los Rammstein hicieron su entrada. Los primeros en entrar fueron Till, Richard, Doom y Paul, que venían solos. Lo que era raro, los primeros tenían parejas, Paul si había oficializado el divorcio y Doom su solteria. Luego arribaron Oliver y Flake, acompañados de sus esposas, así empezó la noche.

Vi a Till de lejos, lo observe sonreír y departir con otros invitados, se veía guapísimo con su saco y su camisa negra, con uno de sus infaltables gorros. Quería apartar la vista de él pero no podía. Tan boba era al pensar que él se acordaría de mí, además que le diría:

- "Hola soy la llorona del parque del otro día, cómo te va". Solo pensarlo se escuchaba tonto.

Así que me dirigí al atrio y me detuve a mirar uno de los hermosos jardines triangulares que lo adornaban. Eran muy bellos. De repente alguien estaba parado junto a mí y me saludaba.

- Buenas noches señorita.

Cuando voltee a ver quién era el que me había hablado, casi me desmayo era Till y se estaba dirigiendo a mí. Estaba tan cerca que podía olerlo, no olía a ninguna colonia, más bien algo limpio y fresco, como agua o las hojas después de llover.

- ¿La asuste, ayer en el parque?.- me preguntaba.

- ¿Cómo?... ¡no para nada¡... ¿Me recuerda? - la lengua se me atoraba al preguntar.

- ¡Claro que la recuerdo¡ no hay muchas chicas que lloren con Pachelbel. Me contesto.

- No para nada. Señor.- le aclare.

- ¿Se sentía bien ese día, me quede un poco preocupado?

De repente sentí mucha pena, el me vio llorar como idiota, seguro tenia lástima por mí. Por eso estaba ahora a mi lado. Pero por lo que fuera lo tenía cerca y decidí gozar de este pedacito de suerte, pero obvio no iba a contarle mi triste historia de boda frustrada con cuernos incluidos.

Feuer und WasserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora