Alexandra llegó a su apartamento de un paseo con Mozart. Necesitaba despejar su mente, y nada más efectivo para ella que un poco de adrenalina. Sin embargo, al entrar, no pudo hacer menos que abrir los ojos como platos y quedarse tiesa. Sus labios batallaban en contra de una risa histérica que pugnaba por salir.
Si alguien le hubiera dicho hace unos segundos que sucedería una escena como aquella que veía en ese momento, se hubiera reído en su rostro con la risa más sarcástica en su historial de risas sarcásticas. Claramente o probablemente, había entrado en otra dimensión.
Cris y Jean Paul estaban con las cabezas casi juntas frente a una computadora portátil, sentados cómodamente en el sofá y riendo abiertamente. Ellos debieron escuchar alguna exclamación de su parte, o tal vez respiraba muy fuerte, porque voltearon a verla al mismo tiempo.
―Tienes que ver esto cariño, es comiquísimo ―expresó Jean Paul.
―Te gustará... Oye no le digas cariño a Ale ―Cris miró a Jean frunciendo el ceño. Este rodeó sus ojos.
―Supéralo.
―¿Qué está pasando? ―pudo preguntar Alexandra, finalmente. Le pareció que por un momento la lengua se le había quedado pegada.
―Estamos viendo un video ―comentó Cris.
―Eso es notable ―contestó Ale, sarcásticamente―, pero, ¿qué rayos pasa? ¿Acaso es una realidad alternativa?
―Oh, ¿te refieres a nuestra relación? Verás cariño, resulta que Cris y yo nos llevamos de maravilla. Decidimos que...
―¿Relación? ―Alexandra abrió los ojos un poco más si es posible.
―Sí ―empezó Cris―, que ambos te queramos no quiere...
―No digas más. Me está empezando a doler la cabeza. Sigan con su "relación", yo me voy a la cama.
―¿Quieres que te acompañe? ―preguntó Jean seguido de una expresión de dolor. Cris había golpeado su cabeza con la palma abierta.
―No la acompañaras a ningún lado.
―Quedamos en que ella...
Alexandra puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. Dejó de escuchar y se fue a su habitación, lo del dolor de cabeza era ahora notablemente cierto.
Habían entrado en una extraña cotidianidad y comodidad. Jean Paul pasaba más tiempo en el apartamento de Alexandra, y Cris no se había apartado de ella.
Alexandra estaba luchando por comprender a Jean Paul. Exclamaba a los cuatro vientos que ella debía decidir entre él y Cris, pero no se le veía realmente afectado de que ella y Cris, visiblemente, llevaran una especie de relación y que prácticamente vivieran juntos. Sentía que le debía una disculpa a Jean, pero cada vez que trataba de hablarle acerca del asunto, él volteaba la conversación como voltear una tortilla, tan eficientemente que ella no se daba cuenta hasta que era demasiado tarde. Definitivamente debía aprender esas técnicas de Jean Paul, que lo podrían ser muy útil en un juicio.
En cuanto a ella y Cris. Pues eran, ella y Cris nuevamente. Se seguían acostando cada noche, o durante el día, o simplemente cada vez que querían y podían. A veces sentían que no podían apartar las manos del cuerpo del otro. Era sorprendente lo mucho que se deseaban. Cada vez era más candente, más apasionante, más aplastante; que la anterior. Alexandra no había mencionado la palabra con "A" de nuevo, y no lo haría. Aunque le costaba no expresar sus emociones abiertamente. Pero había decidido que por ahora se conformaría con lo que Cris le proporcionaba. Aunque debía admitir que de vez en cuando él le lanzaba señales confusas. En ocasiones, le hacía el amor de la manera más dulce, como si la amara; o la miraba con ternura cuando nadie más lo veía, pero ella sí que lo notaba.
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En ese momento, me enamoré
RomanceAlexandra Guerrero, o Ale como le gusta que la llamen. Abogada exitosa, tiene ehmm ehmmm TENÍA un encaprichamiento con su mejor amigo Cris, porque era solo eso ¿cierto? Un encaprichamiento. Cris Falcón realmente adora a su amiga. Llegó en el momento...