Capítulo 14

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El ruido del frenazo de un auto distrajo a Ale del punto fijo al que miraba y observó que el semáforo indicaba que podía pasar al otro lado de la calle. Metió sus manos aún más en los bolsillos de su chaqueta de cuero negro y cruzó. Realmente ni quiera estaba sumergida en ninguna clase de pensamientos. Últimamente se sentía un poco fuera de este mundo, algo entumecida y distraída. Sin embargo, al caminar unas cuadras más y llegar a su destino, respiró profundamente antes de abrir la puerta de ese cafetín. Una campanita encima del marco de la puerta anunció su llegada causando que varias personas voltearan a verla, incluyendo a la persona con la que se iba a encontrar. Ale no la conocía personalmente pero eso no fue necesario. Mientras más se acercaba a su mesa se dio cuenta que Milán era la viva imagen de su madre, los mismos rasgos y cabello, excepto sus ojos. Los de ella eran de un color azul muy inusual, eran casi violetas. Había llegado a su apartamento luego de un breve paseo con Mozart cuándo había recibido su llamada para encontrase.

―¿Alexandra? ―Se levantó de su silla y le ofreció una mano como saludo. Ale la tomó y aceptó el ligero apretón de manos.

―Por favor, sólo Ale. ―Ambas tomaron asiento una al frente de la otra.

―Soy Laura, Ale ―le ofreció una sonrisa. Ale se la devolvió con menor intensidad.

―Encantada.

―¿Se te ofrece algo?

―Un mocaccino estaría bien.

Ella asintió y fue hasta la caja a ordenar. Ale respiró profundo. Laura era sumamente hermosa e irradiaba de ella una paz y tranquilidad que te contagiaba de inmediato. Ya no le extrañaba tanto que su padre se enamorara de ella.

Laura volvió con dos tazas humeantes y puso una frente a Ale. Ella le agradeció y agregó azúcar a su gusto. Le dio un sorbo a su moca.

―¿Y bien?

―Yo... Bueno... Debes saber por qué te pedí vernos.

Ale asintió.

―Quieres hablar de mi padre.

―Sí... Sé que te llegó la invitación... ¿Irás?

Ale suspiró con su pregunta. No había pensado mucho en la boda de su padre. No estaba segura de lograr perdonarlo y olvidar todo, pero entendía que debía intentarlo. Él era su sangre y se mostraba bastante arrepentido. Así que asintió.

―Iré, pero... No puede esperar que simplemente lo acepte en mi vida así como así. Poco a poco.

Laura dio un pequeño suspiro de alivio y sonrió.

―Esperaba que dijeras algo así. Él realmente te quiere Ale, siempre te quiso. Y... No será totalmente feliz sin ti. Yo lo amo. Él dice que yo lo salvé pero él también fue mi salvación. Cuándo mi ex esposo me dejó quedé destrozada. Creo que era el destino. ―Hizo una pausa y luego abrió los ojos―. No quiero decir que tu madre debía morir. No...

―Laura, está bien. Lo entiendo. Y aunque una parte de mí se siente triste, hay una que brinca de alegría por ustedes. Creo... ―Ale tragó duro, aquello no era fácil de decir―. Mi madre les daría su bendición.

A Laura se le llenaron los ojos de lágrimas.

―Yo... De verdad significa mucho para mí que digas eso. Me hubiera encantado conocer a tu madre. Tu padre me habló mucho de ella, ¿sabes?

―¿Lo hizo? ―Le sorprendió ese hecho.

―Sí, él la amó profundamente. Se ve que era una mujer encantadora. ―Sonrió―. Hubiéramos sido amigas.

En ese momento, me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora