Capítulo 22

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―¿Sabes lo que pensé la primera vez que lo vi?

―Sofía, por favor, esto es ridículo. Déjame salir.

―Pensé que él sería el padre de mis tres hijos ―continuó Sofía sin hacerle caso a Ale―. Nos casaremos en París y compraremos una casa allí, ¿no te parece romántico?

Alexandra suspiró fuertemente y trató de mantener la cordura. No porque tuviera miedo. Estaba furiosa con esa mujer. La tenía encerrada en una habitación tan rosa que le daban náuseas mirar a su alrededor, mientras Sofía estaba postrada en la puerta "vigilando" que Ale no escapara. Durante los primeros minutos que estuvo encerrada, trató de darle el beneficio de la duda a Sofía y apelar a su conciencia, pero era una tarea agotadora, sobre todo porque ella no paraba de hablarle de Cris y de lo felices que serían. Finalmente notó que era imposible hacerla entrar en razón pues percibía pequeños trazos de locura en su voz. Así que pensó que quizás podía escaparse por la ventana, después de todo el piso de Sofía no estaba muy alto pues le pareció que era el primer piso. Probablemente si no estuviera embarazada, no lo habría pensado dos veces y se habría lanzado. Al final tuvo que tachar eso de la lista también. Pensó en buscar algo para romper la puerta de madera, pero Sofía tenía un arma encima, temía que disparara a través de la puerta mientras lo intentaba. De esa manera, la había acorralado mientras caminaba desde Delicafé hasta su edificio, logrado que Ale entrara a su auto y subiera voluntariamente hasta su apartamento y luego entrado a su habitación como un corderito, amenazándola con un arma. Claro, ella había sucumbido por su bebé, de otra forma no estaría en la habitación de Hello Kitty.

―Sofía...

―Seremos felices, ya verás Alexandra. Incluso podrías ser la madrina de uno de nuestros hijos. Claro, te mantendré lejos de Cris para que no caiga en la tentación. Francamente, no entiendo...

―Podrías ir a prisión.

―... Quiero decir, yo soy mucho más sexy que tú. En fin, espera un momento Ale. No te muevas. Muero de sed y debo estar hidratada para mantener esta piel reluciente.

Ale no dijo nada, inmediatamente vio su oportunidad de salir de allí. Recorrió la habitación con la mirada en busca de un objeto que pudiera atravesar la madera. En una mesita de noche vio una lámpara rosa; volteó los ojos, nada en esa habitación era de otro color, la cogió y notó que era bastante pesada. Una lámpara de hierro. Apartó la base, y puso el resto sobre la mesita de noche.

Oyó que Sofía se levantaba, esperó hasta escuchar ruidos en la cocina. En cuanto ocurrió, tomó la base y con la parte inferior golpeó la puerta, se hizo un agujero pequeño pero eso fue suficiente para que el resto fuera más fácil, golpeó con rapidez hasta que hubo un agujero lo bastante grande para sacar la mano. Sofía se había dejado la llave pegada. Escuchó un objeto de vidrio romperse y supo que Sofía pronto vendría en camino. Abrió la puerta rápidamente y corrió despavorida hasta la salida. Cuando abrió la puerta para salir, una pared la detuvo, miró al frente, y no era una pared, era el pecho de Cris.

―Cris ―susurró Ale, y se aferró a él.

―Ale, ¿estás bien? ¿Te ha hecho daño?

―Estoy bien. Cris, pero ten cuidado, tiene un arma.

―Cris, amor mío, hasta que por fin llegas. ―Ale sintió inmediatamente el cuerpo de Cris en tensión.

―Sofía, por favor, baja el arma.

―Tranquilo Cris, yo sólo te quiero a ti. Ale se puede ir pero tú te tienes que quedar conmigo.

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⏰ Última actualización: Dec 19, 2016 ⏰

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