Capítulo VII

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-¡Despierta ya maldita perezosa! –un grito femenino acompañado de la luz entrando por la ventana fue lo que me despertó. Gruñí y puse mi almohada sobre mi cabeza intentando volver a dormir –Ni se te ocurra, levanta ya.

-Sarah ¿por qué no vas a joder a otra parte?

-Porque es más divertido molestarte a ti –se sentó en mi cama- ¿Cómo fue anoche? –me desperecé, frustrada por mi falta de sueño -¿Y bien? ¿Arreglaste las cosas con Harry?

-Sí, arregle las cosas con Harry y la noche fue muy bien.

-¿Cómo de bien? ¿Eh? –rodé los ojos.

-Nada de lo que estás pensando, pervertida –reí.

-Aburrida…

-Lo que tú digas –me levanté de la cama-, voy a ducharme.

Salí de mi habitación con Sarah siguiéndome. Tyler estaba sentado en el sofá entretenido con algunas piezas que supuse que eran del taller donde trabajaba.

-¿Por qué has dejado entrar a la loca esta? –bufé. Tyler me miró divertido y Sarah se sentó a su lado –Me ha despertado –refunfuñé.

-Es más tarde de mediodía, es más que hora de levantarse.

-Es sábado –me quejé. Tyler negó riéndose.

Me metí en la ducha, dejando que el agua acabara de despertarme. Me jodía mucho levantarme cuando todavía tenía sueño, pero tenía que reconocer que la había pasado muy bien la noche anterior. Estaba contenta de haber ido y más por haber arreglado las cosas con Harry. Salí de la ducha, el aroma a vainilla del champú penetrándome en la nariz, me encantaba.

Pasé la tarde con Sarah y Tyler que, por una vez en su vida, no discutieron ni una vez. Josh estaba con Hannah otra vez, pero los veríamos en casa de Tom, donde nos juntaríamos todos esa noche.

El domingo, después de pasar toda la noche bebiendo, me desperté tarde y con resaca, como cada vez que pasábamos la noche en casa de Tom, aunque, tenía que reconocerlo, eran unas noches increíbles, siempre quedaba alguna anécdota para explicar. A media tarde, cuando, tras una aspirina y litros de café, conseguí que se me asentara un poco la cabeza, me puse a revisar las clases del lunes siguiente.

***

El lunes, a última hora, llegue a clase, donde Harry ya estaba esperándome con un sitio libre al lado del suyo. Me senté junto a él.

-¿Cómo ha ido el fin de semana? –preguntó en voz baja. No es que el señor Johnson nos prestara mucha atención, se dedicaba a soltar su royo sin mirar a nadie en particular, pero era mejor no llamar su atención, menos Harry.

-Genial ¿Qué hay del tuyo? -pregunté a mi vez en el mismo tono.

-Muy bien, lo pasé con mi hermana –se le veía contento.

-No sabía que tenías una hermana –asintió.

-Pues así es, pero como los dos estamos ocupados, no nos vemos mucho. –se encogió de hombros.

Pasamos el resto de la hora hablando de esto y de aquello. Cuando por fin acabó la clase, salimos a la hierba con la predisposición de ir finalizando el trabajo que llevábamos una semana haciendo. Nos sentamos en el mismo lugar que las otras veces, debajo de un gran árbol para darnos sombra.

-Por cierto ¿de qué trabajas durante las tardes? –preguntó sin apartar la vista de la pantalla de su súper ordenador.

-Pues… en una cafetería. Pero durante estas dos semanas tengo fiesta –respondí contenta. Era cierto, había hecho dos semanas de vacaciones durante el verano y ahora tenía dos más.

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