Capítulo 5 " Maldita Intensidad"

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El sonrojo le subió a Tn hasta las orejas, pero tras recobrar el aliento, se dio media vuelta y salió corriendo de la habitación.

Cnu se sintió inmediatamente como un canalla. No tenía derecho a asustarla de aquel modo, y menos cuando sabía lo inocente que era. Se sentó en la cama, habiéndose disipado su mal humor, y se tapó otra vez con la sábana.

—Tn... —la llamó suavemente.

La joven no contestó. Estaba en la salita, temblando, con los brazos rodeándose a sí misma mientras trataba de decidir si quedarse o marcharse. Si Cnu iba a ponerle las cosas así de difíciles, tal vez lo mejor sería no pasar allí un segundo más. Verlo en cueros la había dejado muy turbada. Nunca había visto a un hombre desnudo, y Cnu era realmente... impresionante. El corazón le dio un brinco al escuchar que la llamaba de nuevo.

Inspiró profundamente, se giró sobre los talones y apretó los dientes mientras se dirigía de vuelta al dormitorio. Se detuvo en la puerta sin alzar la vista hacia él.

—Lo siento —murmuró Cnu—. No volveré a hacerlo.

Tn meneó la cabeza.

—Si tantos deseos tienes de matarte, adelante, no te detendré, pero por tu bien quisiera que siguieras las indicaciones del médico.

Cnu escrutó el rostro de la joven.

—Está bien, maldita sea, cualquier cosa con tal de quitarte esa cara de espanto. Hasta guardar cama si es necesario —añadió en tono cansino, volviendo a tumbarse.

Tn se sentía como una idiota, como una colegiala. ¿Por qué no podría ser madura y sofisticada?

—¿Quieres que te traiga alguna cosa? —le ofreció.

—Te agradecería un poco de zumo —contestó Cnu— . Y si me das unos calzoncillos del cajón, me los pondré.

Tn fue a la cocina y volvió con el vaso de zumo, que dejó sobre la mesilla para buscar los calzoncillos. Cuando se los fue a dar, sin embargo, Cnu la pilló desprevenida y la agarró por la muñeca, tirando hacia sí, de modo que quedó sentada en la cama.

—Es increíble que tengas veinticuatro años y seas tan inocente —le dijo con voz queda—, sobre todo con la de gente que pasa por aquí cada año...

—Ya sabes que no me mezclo demasiado con los huéspedes —respondió ella. No pudo evitar que sus ojos descendieran para admirar el ancho tórax desnudo—. La idea de convertir esto en un rancho para turistas no fue mía, pero también es verdad que de otro modo habría tenido que venderlo.

—¿Y no sales nunca por ahí, a divertirte? Habrá habido algún hombre que...

La joven bajó la vista.

—No tengo tiempo para esas cosas.

—Hay tantos secretos entre nosotros, Tn... — murmuró Cnu acariciándole suavemente la mano—. Demasiados.

—Tú me dijiste que no estabas interesado en una relación. Pues a mí me pasa lo mismo, no es más que eso —mintió ella.

—¿Seguro? ¿No será por esa tontería de que crees que ningún hombre podría sentirse atraído por ti?

Tn había olvidado que le había dicho eso el domingo que la había recogido después de misa, el día que le había dado aquel glorioso beso.

—Y por eso también —murmuró.

—Pues estás equivocada: eres una mujer bonita — repuso Cnu—. El que no resaltes tus atractivos no significa que no los tengas. No es tan difícil, Tn. Cómprate un vestido nuevo y arréglate el pelo para el próximo baile de cuadrillas —le sugirió extendiendo la mano para enredar en sus dedos un mechón de pelo—. Y yo te enseñaré a bailar.

"Creyendo en el amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora