Capítulo 7 "El pasado, sigue siendo un problema"

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EL viernes por la tarde, Jiho y los chicos llegaron en taxi al rancho. Justo en ese momento regresaban Tn y GongChan de la excursión a caballo. Los niños habían salido corriendo hacia la casa, sin duda a saludar a Binnie, por quien sentían mucho cariño, mientras que su madre, vestida con un traje de inmaculado lino blanco, salía en ese instante del vehículo, con su largo cabello cobrizo al viento. Al alzar la vista se encontró con un fascinado GongChan Shik.

— ¡GongChan! —exclamó, tropezando con una raíz que sobresalía del suelo.

Cayó de rodillas sobre el suelo polvoriento, y GongChan bajó al momento de su montura para ayudarla. Una vez la hubo levantado del suelo, se quedó sujetándola por los brazos con sus fuertes manos, los ojos fijos en el rostro sonrojado de ella.

—Jiho... —murmuró suavemente—. El tiempo no ha pasado por ti. Estás más hermosa que nunca.

—¿Qué estás haciendo aquí? —gimió ella.

Lanzó una mirada en dirección a Tn, sin poder creer que estuviera voluntariamente en compañía de GongChan.

—Es uno de nuestros nuevos peones —le dijo la joven—. Cnu lo contrató.

—¿Es que no sabía que...? —comenzó a preguntar Jiho. Pero se calló en cuanto vio la expresión acongojada de GongChan y el azoramiento de Hiinata—. Lo siento. Es solo que...

—El pasado únicamente se convierte en un problema si se deja que se convierta en un problema —respondió Tn haciéndose la fuerte como solía hacer—. GongChan y yo nos llevamos muy bien, ¿no es verdad?—añadió, como desafiándolo a decir lo contrario.

—Tan bien como cabría esperar —contestó él con una media sonrisa—. Tn ha sido muy generosa permitiendo que me quede. No podría haberla culpado si me hubiera echado a patadas de aquí. Era lo que me merecía.

Jiho no daba crédito a lo que estaba oyendo. Mientras pagaba al taxista, Tn se apeó de su caballo para ayudarla a llevar las maletas, pero GongChan se le adelantó.

—¿No te importa ocuparte tú de los caballos, Tn? —inquirió este volviéndose hacia ella con expresión esperanzada.

Aquella era la prueba de que seguía estando loco por Jiho. No la sorprendía en absoluto que estuviera ansioso por retomar el contacto con ella. En cambio, era más difícil tratar de adivinar qué sentimientos había provocado su regreso en Jiho.

Aunque, ciertamente, resultaba impropio de una mujer con tanto autodominio que hubiera tropezado nada más verlo y se hubiera puesto tan nerviosa.

—De acuerdo —aceptó—. Jiho, os veré a ti y a los chicos dentro de un rato.

—Bien —murmuró su cuñada. Sin embargo, no podía dejar de mirar a GongChan, como si fuera un imán que la atrajera.

Tn condujo a los caballos al establo, dejándoselos a Sandeul para que los cepillase y les diera de comer y beber.

—¿Dónde está Shukaku? —inquirió señalando un pesebre vacío.

Shukaku era el caballo negro que solía montar Cnu. Tn pensó que su interés por el jinete resultaría menos obvio si preguntaba por su cabalgadura y no por él. Sin embargo, más sabe el diablo por viejo que por diablo, y no engañó a Sandeul, quien sonrió con malicia.

—El señor Shin salió hace un buen rato. Dijo que iba a revisar el vallado del perímetro.

—¿El vallado? —inquirió Tn extrañada—. Pero si apenas hace una semana que lo arreglaron. ¿Qué se supone que va a revisar?

"Creyendo en el amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora