12.

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—¡Cierra la maldita boca! ¡¿Que no fue por eso que me mude!?, ¡¿Eso es lo que querías no!?— Le grite.

—¡Jovencito! A mi no me levanta la voz— Hablo mi madre mientras que yo la había ido a visitar una semana después de ya haberme mudado. Ni entendí él hecho de haber venido si me iba a tratas así, ¡Fue un fiasco!

Me salí de ahí y no le dirige la palabra, ni siquiera me despedí.

—¿Adam?— Escuché, yo me volteé y la miro confundido.

—¿Eiden?— Los dos soltamos una carcajada al decir nuestros nombres en tonos de pregunta.

—Es raro verte de día, y no de noche— Hablo ella.

—Entonces,... ¿Te gusto mas de noche?— Conteste mientras levantaba una ceja y en mi cara se mostraba una sonrisa picarona.

—¡Por díos!, ¡Ya quisieras!— Contesto.

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Cuando Las Luces De La Ciudad Se ApaganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora