-Adam, ¡Amigo mío!, ¡Que bueno verte!- Hablo ella saliendo de su casa cerrando la puerta, al verme que estaba sentado en él porche, ella se sentó afuera de mi nueva casa.
-Eiden, ¡Amiga mía!, ¡El gusto es mío! -Hable contento.
-¿Que haces afuera?- Hablo ella mientras se recargaba en él barandal a pocos centímetros míos.
-Esperaba a que mi vecina saliera y así pudiéramos dar una caminata nocturna, juntos, ¿Qué dices?- Hable sonriendo.
-La vecina, dice que, ¡Si!- Ella sonrió.
Yo me pare del piso de concreto y difícilmente aparentaba que casi me caía con una pequeña roca enfrente mío.
-¡Cuidado vecino!- Hablo percatándose de mi casi posible caída.
-¡Gracias vecina!- Me reí al intento de como yo pensaba que no había visto que yo me iba a caer.
Los dos fuimos caminando y riéndonos de las cosas que decíamos, hacíamos o veíamos.
Lo estaba ocultando, claró. Era notório; a mí me empezaba a gustar Eiden.
👽
ESTÁS LEYENDO
Cuando Las Luces De La Ciudad Se Apagan
Short StorySiempre camino a la misma hora de la media noche, no sé, quizá es una mala costumbre mía, o tal vez era solo para poder verla... || Precuela ya en mi perfil, "Tu eres el deseo de mi estrella fugaz" || ©Cuando las luces de la ciudad se apagan. Beth-R...