Capítulo 10: Mirror

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—¡______! —el llamado de HwaYun me hace detenerme. —El CEO nos quiere ver, dice que será rápido, para no atrasarlas con la grabación de vuestros vidos.

—Está bien —acepté y comencé a caminar junto a HwaYun.

—¿Cuánto tiempo estarán grabando para el proyecto de la SM? —cuestionó Hwa Yun, mirándome con media sonrisa.

—No más de una semana, todavía hay que preparar nuestro comeback —respondí. Hacía ya al rededor de una semana que no hablaba ni veía a Donghae. Una semana algo difícil. Me sentía un poco decaída y estaba cansada.

—¿Aún no...

Negué, deteniendo su pregunta.

—¿Lo verás hoy? —cuestionó HwangMi acercándose a nosotras.

Asentí, mordiendo mi labio. Me miró, haciendo una mueca.

—¿Hablarán? —siguió HwaYun.

—No lo sé... Todo es mi culpa, ¿saben? Yo debería acercarme a él —admití.

Llegamos frente la puerta y golpeamos un par de veces. La voz del CEO accedió a que entrasemos. Nos sentamos en las sillas al rededor del lugar en medio de la esquina superior de la mesa.

—Ahora estamos completos —confirmó el mánager.

—¿Qué han decidido? Sé que dos de ustedes llevan algo de prisa, será lo más eficiente posible. ¿Ya tomaron una delación sobre los dos demos que les propusimos? —preguntó el CEO, buscando unas hojas en, supongo, el cajón del escritorio. Hwa Yun nos miró durante unos segundos, y levantó la mano, con dos dedos hacia arriba, cuestionando si estaba bien la segunda. Todas asentimos.

—Queremos introducirle a los fans el estilo se, con el segundo demo mostrado —anunció nuestra líder.

—Entendido —anotó en la hoja previamente sacada. —Gracias, eso era todo, pueden retirarse, ahora charlaré con su mánager —informó. Todas salimos de la sala. Fue más rápido de lo que pensé. Bajamos hasta el estacionamiento, nuestras tres compañeras se despidieron de nosotras al ver las camionetas abrir sus puertas.

—Mucha suerte, _______. Por favor, trata eso con él —comentó Hwa Yun. Sonreí de lado. Me despedí de mis amigas, con un abrazo confortable, abroché el abrigo que llevaba puesto, porque una corriente de aire frío penetró en el estacionamiento, haciendo que sintiera un escalofrío y subí en la camioneta contraria a la de Danbi. Danbi. Extraño a mi hermana. ¿Cómo estará? ¿Y mamá y papá? Me siento algo culpable por haberles hablado así... no lo merecían, por más error que hayan cometido. Son mis padres y sé que quieren lo mejor para mí. Dejamos a Danbi en la SM, y esperamos por Donghae. Pasados unos diez minutos, Donghae aún no arribaba a la agencia. Mis amigas ya se habían ido, incluyendo a Danbi junto a Kyungsoo. El teléfono del chófer vibró, llamando su atención. Un mensaje de texto le había llegado.

—Al parecer, Donghae llegará por su cuenta al lugar, la llevaré lo más rápido posible. Él ya está por llegar y nosotros vamos tarde.

Acepté. Donghae se había ido. Sin mí. Solo. Por su propia cuenta. ¿Tan mal estamos? Será más difícil de lo que pensé este día. En primera por lidiar con los constantes regaños del director del MV, que era otro y se decía que su paciencia era poca; y en segunda por esperar hasta la noche para reconciliarme con él. O planeaba eso. Ahora el teléfono que vibró fue el mío. Mientras el chófer conducía a la mayor velocidad posible, decidí contestar antes de llegar a trabajar prácticamente todo el día.

—¿Diga? —cuestioné al ver que era un número no ahondado.

—_______, cariño…

Me estremecí. Los nervios y la rabia llegaron. Frialdad. Lo que sentía no era comparado con el frío afuera.

—¿Estás ahí? —preguntó su dulce voz, la misma que estaba extrañando por sentido común.

—Me niego a habar contigo —respondí antes de estar dispuesta a colgar.

—No, cariño, escuchame —rogó, partiéndome el alma. Escuchar a mamá llorar era algo que siempre me había dolido. Fuese la razón que fuese. No dije nada, sentía como el nudo comenzaba a instalarse en mi garganta. Creyó que fue un sí, porque prosiguió hablando —Sé que hice las cosas mal, tu padre y yo estamos muy arrepentidos y…

—No, no lo están —susurré.

—Quizás no del todo, pero por lo menos si sentimos algo de culpa. Fuimos egoístas y no pensamos en ti y tu felicidad… me alegro mucho que ambos estén juntos de nuevo y…

—Detente —pedí. «Juntos de nuevo»… si supieras.

—No hasta que aceptes que estamos bien y…

—¡No! ¡Parece que ni siquiera me conoces! —respondí casi llorando, exaltando al chófer. Me miró de reojo, queriendo preguntar si algo pasaba. —Si no te he hablado es porque sabes que no estoy lista, no quiero, dejame en paz. —casi lo grité.

Las lágrimas ya habían comenzando a caer. Tomé el teléfono y lo colgué, lanzándolo bajo el asiento del conductor. Cuando menos me di cuenta, era tarde para calmarme: estábamos entrando al estacionamiento del parque. Naturalmente, estaba vacío. El chófer me preguntó si estaba bien, a lo que lo respondí con un triste sí. Le pedí que fuese a avisar que estábamos ahí pero aguardasen cinco minutos mientras me calmaba. El bonito Cadillac aún no estaba en el lugar y eso me daba tiempo. Un par de minutos más tarde, cuando supuse estar calmada, salí del  transporte. Al tocar el piso, caí sobre él. Aún no lo había superado, ni siquiera lo había procesado bien desde que pasó, parecía ser una herida que no había ni siquiera limpiado. Segundos bastaron para que viera su Cadillac detenido a medio estacionamiento y sus brazos rodeando mi espalda, intentado levantarme.

—¿Q-qué pasó, cariño? —preguntó, preocupado, mirándome con tristeza y preocupación.

—No quiero, Donghae —repetí, sin poder controlar a la perfeccionar mis palabras. Odiba la sensación de mareo y ceguedad por las lágrimas. Cerré los ojos, evitando mirar mi al rededor, mirarlo a él, ver toda la preocupación y arrepentimiento en su rostro. Mis dientes tiritaban, y no precisamente por el frío. La voz de Donghae me llamaba, pero no distinguía palabra. Poco a poco, mi respiración se igualaba y me sentía descansando. Cerré los ojos para no ver más, ni sentir nada, mas que la luz negra.

Amor A Segunda ConquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora