Capítulo 7: "Mi suerte"

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Capítulo 7: “Mi suerte”

 

Los dos días siguientes fueron muy duros, me tuve que recuperar de la fuerte insolación que sufrí y odiaba estar en cama tanto tiempo. Lo hubiera pasado peor de no ser por la ayuda de Lysander. Se comportó conmigo como todo un ángel; me llevaba el desayuno todas las mañanas, me daba los medicamentos y, en una ocasión se sentó en una silla junto a la cama y me leyó los primeros capítulos de un libro griego que le gustaba mucho y que me traducía sobre la marcha. Demasiadas atenciones recibía de su parte, y, a eso le sumaba que siempre me dedicaba una sonrisa que hacía que me derritiera. Una sonrisa que me animaba a recuperarme y salir lo más rápido posible de esa maldita cama, para poder disfrutar de su compañía en el mar…o quizás en la piscina. A pesar de encontrarme mal, seguía deseándolo. Un deseo que parecía una enfermedad que nunca tendría cura.

Ya estando recuperada del todo, se me ocurrió una idea fabulosa. Siempre me ha gustado dar sorpresas a los demás y le daría una a Lysander.

Me levanté muy temprano para prepararle el desayuno a Lysander. Ahora me tocaba a mí agradecerle tantas atenciones, y que mejor forma que con un buen desayuno. Él todas las mañanas me lo había traído y no había retirado la bandeja hasta que yo no me lo hubiera terminado todo. Me puse unos short y una camiseta de lino blanco, y bajé a la cocina. Todo estaba en silencio, ni la empleada estaba aún. Saqué todos utensilios para cocinar, que me fueron difíciles de encontrar en esa enorme cocina.

Le preparé un desayuno típico de Inglaterra, que es elaborado y se cocina en ocasiones especiales. Esa era una ocasión especial…Lysander era especial.

El desayuno estaba compuesto por dos huevos fritos, dos salchichas, tostadas y bacon. Además de un té inglés que yo había traído en mi maleta y un zumo de naranja.

Esperaba que le gustara, lo había preparado con mucho cariño. Cada vez me estaba cayendo mejor, ya no se parecía tanto al arrogante que había conocido tras el accidente de coche.

Cuando llegó la empleada, el desayuno ya estaba en la mesa. Lysander no tardó mucho en bajar, seguro para recoger mi desayuno y llevármelo a la cama, como de costumbre. Me puse de pie junto a la mesa, esperando su reacción. Venía tan guapo, con su traje… ¿hoy iba a trabajar? Hoy me encontraba bien y quería dar un paseo, conocer Santorini.

- ¿Y esto?- me dijo sorprendido señalando el plato que se encontraba en la mesa.

- Lo siento señor- saltó la empleada-. La señorita se levantó muy temprano…y no…

- No se preocupe -dijo Lysander con una sonrisa muy dulce-. Alejandra ha tenido un gran detalle conmigo- me miró fijamente, encendiendo todos mis sentidos de golpe. Ese hombre tenía una gran influencia sobre mí.

- Puedes dejarnos solos Claudia- le indicó a la cocinera, dejando de mirarme. Al hacerlo, me sentí menos vulnerable. Recuperé mis energías para mantenerlo alejado de mi cuerpo y mi mente.

- Por supuesto señor- dijo Claudia desapareciendo de la sala.

La tensión entre nosotros creció cuando nos quedamos solos. Se sentó para comenzar a desayunar.

Quisiera poder amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora