Capítulo 2

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Me desperté en una cama que no era mía.

Me levanté, pero un ligero mareo hizo que me acostase otra vez. Cuando pasaron un par de segundos, volví a levantarme y esta vez sí que pude.

Me encontraba en una habitación muy diferente de la mía; las paredes eran de un color azul muy claro; había una estantería llena de medallas, trofeos y fotografías; debajo de la estantería se encontraba un escritorio con un portátil negro encima y alrededor hojas bien ordenadas; la colcha que cubría la cama donde hace un rato estaba tumbada era de color azul muy oscuro y al lado, una pequeña mesita de noche con un reloj-despertador en el que marcaba las diez menos cuarto de la noche.

Mi vista se dirigió a la pared llena de fotos, más bien a una en concreto.

Se trataba de un chico rubio, con unos preciosos ojos azules claros y sonriendo al objetivo mientras sujetaba una pelota de baloncesto entre sus manos. Tendría como unos catorce o quince años.

La puerta se abrió de repente. Me sobresalté, pero al ver un rostro algo conocido me tranquilicé un poco.

-Ya te has despertado- me sonrió el chico que me salvó del hombre encapuchado. Se acercó hacia mí con una encantadora sonrisa y me extendió una taza de chocolate caliente -Toma, bébelo- la agarré y mis dedos tocaron los suyos y un leve cosquilleo pasó por estos.

-¿Que-que ha pasado?- pregunté con el ceño fruncido y sobándome la sien con la mano libre. Me dolía aún.

-Vamos a la cocina y te cuento- me dijo, y yo solo asentí. Se puso en marcha y yo le seguí.

No sé por qué, pero ese apartamento me sonaba bastante.

Ya en la cocina, me indicó que me sentara en uno de los taburetes de la isla. Eso hice y él se quedó de pie en frente mío, mirándome detenidamente lo que provocó que me pusiera nerviosa.

-Emm... te cuento: estaba caminando por la calle hacia aquí cuando te vi con ese encapuchado, así que decidí darle la paliza de su vida por atacar a una dama- hizo una pausa para mirarme a los ojos y sonreírme, mostrándome sus blancos y brillantes dientes. Eso provocó que sonriera tontamente -entonces luego te desmayaste y decidí traerte a mi apartamento.

Le miré procesando todo lo que me acababa de decir.

-Vaya... muy caballeroso por tu parte- dije sonriendo, a lo que el respondió soltando una sonora carcajada que en ese momento fue música para mis oídos.

Me quedé observándolo por un par de segundos. Era guapo, muy guapo y fuerte, pero no en plan exageración.

Nos quedamos en silencio hasta que él habló:

-¿Cómo te llamas?- me preguntó curioso.

-Scarlett.

Él se quedó mirándome con su sonrisa aún intacta.

-Hermoso nombre para una chica tan hermosa como tú- se apoyó en el mármol acercándose más y no pude evitar sonrojarme.

-¿Y tú?

-Alexander- qué bonito nombre, me gusta.

-Es bonito.

-Gracias. Normalmente todos me llaman Alex, pero tú llámame como tú quieras.

Yo solo me dediqué a asentir levemente con la cabeza.

Miré a mi alrededor y cada vez me parecía más conocido ese lugar.

-¿Qué pasa?- me preguntó Alexander.

-Nada, es sólo que...- volví a mirar a todas partes con el ceño fruncido -creo que yo ya he estado aquí, porque me parece familiar.

Él me miro con el ceño ligeramente fruncido.

-Pues... yo me acabo de mudar esta mañana- dijo señalando las cajas. No me di cuenta de que estaban hasta que él me lo dijo.

Y de repente, como si hubiera escuchado un click en mi cabeza, ya sabía porque me resultaba familiar.

Me levanté del taburete y me dirigí hacía la puerta. Cuando la abrí, vi la puerta de mi apartamento en frente de mí.

-Eh, ¿qué pasa?- me preguntó él detrás de mí.

-Vives en frente de mí.

No obtuve respuesta, por eso giré mi cabeza hacia donde se encontraba él, mirándome confundido con esos hermosos ojos azules.

-¿Cómo?

-Que te acabas de mudar en frente de mí.

Y de repente, sonrió.

-¿Me lo dices en serio?- me preguntó con la sonrisa intacta y con un brillo en sus ojos.

-Muy en serio.

Me dirigí hacia la puerta de enfrente, saqué de mi bolsillo derecho mis llaves y, efectivamente, la puerta se abrió.

-¿Ves?- le dije girándome.

-Vaya. ¡Menuda casualidad!- rió él, a lo que le acompañé asintiendo con la cabeza.

-Bueno... Nos vemos.

-Adiós, Scarlett- me dedicó una sonrisa y sin dudarlo, se acercó a mí y me dio un suave y lento beso en la mejilla, lo que provocó que me sonrojara y que algo en mi interior se removiese.

Se dio la vuelta y entró a su casa dejándome ahí, sola y en estado de shock por lo que acababa de pasar.

Involuntariamente, lleve una mano a mi mejilla y una tonta sonrisa se mostró en mis labios.

Un pensamiento me estampó en la cabeza; me podría estar viendo por la mirilla de la puerta.

Rápidamente entré en casa y sin pensarlo, me dirigí a la ducha.

Fue un día agotador.


Capitulo dedicado a -GoldenSoul- por ayudarme en esta historia.

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