Parte 19: atreviendome a seducirte.

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*Desde que te conozco has hecho de todo para molestarme, pero nunca creí que llegarías tan lejos...*

Ir a trabajar ya se estaba convirtiendo en un suplicio para Crocodile, tener que ver a ese Doflamingo cada día ya era un suplicio por sí solo, aunque ya no lo asaltaba para someterlo, tenía que verlo al lado de esa mujer todos los días, ahora solo lo miraba con una sonrisa picara, mientras colocaba su mano alrededor de los hombros de esa mujer, estaban muy juntos para su gusto, cada vez que los veía así le daban ganas de destrozar todo lo que encontraba a su paso, no sabía porque le molestaba tanto, o mejor dicho no quería darse cuenta del motivo, después de todo ¿Cómo podría él enamorarse de ese tipo? – es una tontería, jamás me he enamorado y mucho menos de alguien como él, después de todo, solo soy su juguete –

-Crocodile flash back-

Llegar a una escuela nueva no era nada agradable, mucha gente para su gusto, tendría que soportar a sus nuevos compañeros y maestros, era toda una molestia.

- Tsk, si solo pudiera largarme –

Caminó hasta el que sería su salón por todo ese año, los alumnos hablaban entre sí para conocerse y hacer un grupo de amistad rápido, cada vez que alguien mostraba interés en acercársele, lo fulminaba con la mirada para dejarle bien en claro que prefería estar solo, eso era lo mejor para él. La clase empezó y al cabo de unos minutos se abrió la puerta, por la cual entró un excéntrico chico con gafas moradas y cabello rubio.

- ¡oh! Pase Doflamingo, siéntese donde guste –

La maestra lo trataba con mucho respeto, todos los alumnos se colocaron algo nervioso al verlo, según unos susurros que escuchó de sus compañeros supo que era el hijo del director.

- Tsk – dijo y desvió la mirada hacia la ventana.

El chico caminó entre los puestos y se detuvo al lado del compañero del moreno, un chico colorín que al verlo se colocó nervioso.

- Me sentaré aquí, lárgate – fue todo lo que dijo.

El alumno asintió y tomó sus cosas a un puesto más lejano, la maestra continuó su clase con normalidad, mientras, el chico rubio no paraba de ver a su nuevo compañero, definitivamente era un chico serio, le agradaba ese desinterés que le daba, estaba tan acostumbrado a ser el centro de atención de todos que ese chico llamó su atención.

- Hola, soy Doflamingo – le dijo inclinándose para verlo mejor.

- No me interesa – la respuesta del moreno estaba cargada de desinterés.

- ¡Crocodile! ¿Qué forma es esa de hablarle al hijo del director? – lo regañó la maestra.

- No me interesa de quien sea hijo, y su clase es ridícula, yo me largo – se levantó de su puesto y cruzó la sala, la maestra lo observó hasta que la puerta se cerró, pronto el rubio se levantó y se dirigió a la puerta.

- Veré que le sucede, ya vuelvo –

El rubio cerró la puerta y se dirigió a la azotea, una corazonada le decía que ahí estaba. En cuanto llegó estuvo a punto de recibir una patada por el moreno de no ser por sus rápidos reflejos, la esquivó ágilmente y lo miró.

- ¿Qué haces aquí? – Crocodile lo miraba asesinamente.

- Solo vine a ver qué hacías –

- Déjame en paz –

- No quiero, eres muy interesante, croco-chan –

Al escuchar ese diminutivo comenzó a tratar de golpearlo con todas sus fuerzas, pero el rubio lo esquivaba todo ágilmente, ese chico en verdad lo divertía. Finalmente se aburrió de esquivar y volvió a la puerta.

Aunque me duela, te protegeréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora