El sueño...

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Era una noche como cualquier otra. Acaba de salir de mi trabajo más tarde de lo que normalmente lo hago, mi supervisor le faltaba ordenar unas facturas y me pidió que le ayudara. Trabajamos hasta bien entrada la noche. Me despedí de él un poco cansada, pensando en lo que iba a comprar para la cena. Camine por el asfalto del estacionamiento más rápido de lo habitual, por alguna razón, ese día me sentía inquieta, me sentía observada. Creo que me estaba volviendo paranoica o tantas horas de trabajo me habían estresado.
Había llamado a mi restaurante favorito y pedido comida china, no tenia deseos de preparar nada, así que un pollo agridulce con arroz frito bastaría para llenar mi apetito. Entre en mi coche, un Toyota Camry color negro del 2010 una de sus puertas trasera tenía un pequeño rayón de la vez que el idiota que andaba la moto casi se estampa en lleno con el coche, hice una nota mental para llevarlo en la mañana al taller. Me deslice en el asiento y arroje mi cartera y unos documentos que había toma del escritorio de mi jefe para darles una hojeada. Introduje la llave y el motor rugió a la vida, en la radio sonaba la canción de Luis Miguel, Si tú te atreves. Deje que su melodía me recorriera, llevándome a un pasado que no quería recordar, a un momento que quería olvidar y a una historia de la que desearía pasar.
Sabía que recordar cosas que en un pasado te hicieron daño era uno de los peores actos de masoquismo al que una persona se podría someter, pero de algún modo, mi vida, todos los días era un acto masoquista. Todo giraba en torno a vivir, si es que a vivir sin razón alguna se le pueda llamar así.
Sacudí la cabeza intentando centrarme para poder llegar a casa, pero antes tenía que recoger la cena. Me introduje en el tránsito de la avenida, viendo como la lluvia de diciembre chocaba contra el cristal del coche. Rebase varios coches y frene en los semáforos, lo que me daba tiempo para revisar mis mensajes de texto, que como siempre, se encontraba vacío. Suspires. Algunas días, como el de hoy, deseas que alguien te moleste aunque sea para pedirte información de una calle o cualquier tontería, solo para no sentir el vacío que se calaba en el alma. Acelere en cuanto el semáforo cambio. Doble a la izquierda y luego a la derecha, hasta estacionar el auto en una calle por la que transitaban varios peatones.
Tome mi abrigo y lo coloque sobre mi cabeza con cierta dificultad y salí a la calle. Mire para todos lados, antes de correr para resguardarme en la cálida estancia del China Tawn. Sacudí mí abrigo y lo tendí en uno de los portadores que estaban en esquina. Mire a cada lado viendo la estancia con su típica decoración asiática. Hoy no había muchos clientes, como estamos en esta época del año todo el mundo prefería quedarse con la familia y pasar ratos con ellos. Negué, no era momento de ponerme melancólica. Llevaba suficiente tiempo sola.
A mis veinticinco, sin familia, sin novio, ni esposo. Lo mire de forma positiva, al menos tenía un empleo que muchos envidiarían, un apartamento que pocos se pueden dar el lujo de disfrutar y una vida estable, aunque a veces me volvía nostálgica, como hoy, tenía todo lo que muchos quisieran.
Pero no tienes cariño. Pero no a él.
Camine hasta el mostrador, terminando mi pequeño trance de auto compasión. No era el momento para ponerme melancólica, me repito mentalmente.
Luego de recoger mi cena, corrí nuevamente a mi auto, había comenzado a llover con más intensidad, así que cuando llegue al auto estaba helada. Me quede un momento mirando la lluvia golpear el cristal, permitiendo que mi mente quedara totalmente en blanco. Luego de lo que se podría llamar una eternidad, encendí el auto y recorrí las pocas cuadras hasta mi departamento.
Me introduje en el parqueo de la torre en la que vivía. Tome el ascensor, tirando la cabeza hacia atrás y permitiendo que el silencio se quedara conmigo. Una lágrima solitaria rodó por mi mejilla y me apresure a limpiarla ya que el ascensor había llegado a la planta en la que vivía. Salí tropezando mientras intentaba quitar mis tacones. Introduje la llave y entro a la estancia.
Luego de cenar, vi un poco de televisión. Ya a las doce mis ojos no podían sostenerse. Me acosté sintiendo como Morfeo me arrastraba a su lado. No sé de dónde salió. Me dormí con una única palabra en labios.
- Max...
Siento las caricias de alguien sobre mi piel. Oh no, ¿Otro sueño erótico? ¿Otro viaje al subconsciente sin él? Necesito salir de este sueño que me llevara a las tinieblas de la depresión en cuanto despierte, pero no puedo. Siento como mi piel se calienta bajo su toque, sus labios buscan los míos con una pasión desenfrenada, ardiente, salvaje, pero a la vez dulce, tierna...
Muerde mis labios. Gimo de puro éxtasis. Me arqueo en busca de más. Poco a poco baja en busca de mis pechos. Encuentra uno y succiona haciendo que un escalofrió recorra el cuerpo completo y termine en algún punto entre mis piernas. Sujeto su cabello y hecho la cabeza atrás gimiendo por las sensaciones que me hace sentir. Es un sueño. Solo un sueño. Me recuerdo, mientras las sensaciones de mi cuerpo hacen que sea más que eso.
- Tan hermosa- dice besando mi otro pecho- no sabes cuanta falta me has hecho... verte así, excitada. Tan hermosa, tan suave...
Desliza su lengua a lo largo de mi abdomen, puedo sentir su virilidad tocando mis muslos. Dios, esta tan excitado. Necesito esto, necesito sus besos. Sentir su boca en el punto que tanto lo necesito.
-Max... - gimo mientras me muevo inquieta bajo el- por favor, bésame.
Me separa las piernas y puedo sentir su aliento en los pliegues de mi sexo. Joder, que me aspen si esto es un sueño normal. Lanzo un grito sin poder evitarlo al sentir como su lengua juega conmigo. Me arqueo y puedo sentir el calor subiendo por mi abdomen con cada embestida de su ávida lengua.
- Más, por favor...- gimo sin poder soportarlo. Tomo su cabello entre mis manos y muevo las caderas desesperadas por sentirlo. Un mar de sensaciones me viene encima en cuento siento los primeros espasmo del orgasmo. Me arqueo moviéndome contra él.
- Oh, Max,...- estallo en mil pedazos. Grito, mientras temblores controlar mi cuerpo.- Ah...
En cuento los temblores censan, siento como se coloca entre mis piernas. Lo miro a los ojos, unos ojos que me miran con tanto amor que hace que mi corazón de un salto. Me penetra con una suavidad desesperante.
- Oh, Max, te amo- siento como tiembla ante mis palabras. Miro sus hermosos ojos y acaricio su mejilla- Te necesito...
Comienza a moverse, primero lento. Demasiado lento, sujeto su cabello y acerco su boca a la mía. Puedo sentir mi sabor en él, lo que hace que me excite aún más. Un beso lento, nuestras lenguas se unen cual si fuese un vals erótico. Paso todo el amor que siento por él mientras muevo mis caderas al ritmo de sus envestidas. Quiero gritar, llorar, romper cosas, reír. Esto es solo un sueño, me digo. Solo un maldito sueño, cuando me despierte el ya no estará y yo me quedare sumida en mi depresión y auto-compadeciéndome. Me arqueo buscando más de él, más de esa sensación de éxtasis, más de sus besos. Lo beso con desesperación
- Mari, mírame- miro sus ojos color avellana. Y encuentro algo que me desconcierta. Arrepentimiento, tristeza, amor- Esto no es un sueño- mi corazón da un brinco al escuchar sus palabra ¿no es un sueño?- Estoy aquí contigo, volví.
Siento como lagrimas bajan por mis mejillas, No puede ser, es el. Esta aquí conmigo, haciéndome el amor como nunca. Sujeto su rostro entre mis manos y beso cada parte de él. Esta aquí. En verdad está aquí, esto no es un sueño. Me arqueo hacia el buscando llevarnos a la liberación que tanto necesitamos. Aumenta las envestidas y con cada una de ellas siento como mi alma sale del cuerpo para hacer una danza con la suya. Grito cuando siento como se hincha en mi interior y sé que está cerca, al igual que yo. Muevo mis caderas, me pierdo sus labios. Y cuando el encuentra su liberación me dejo llevar, caigo en un precipicio, siento como mi cabeza da vueltas. Mi cuerpo tembloroso.
- Te amo, Mari- dice apoderándose de mis labios.
No puedo ocultarlo más y me dejo llevar. Lloro como una niña pequeña protegiéndome bajo sus brazos.
- Estas aquí- digo entre hipos- estas aquí.
Me abraza contra su pecho mientras yo deshago el nudo que tenía en mi garganta desde aquel día que lo vi partir aquella tarde, pensé que nunca lo volvería a ver. Lloro en sus brazos entregándome por completo a él. A la felicidad de tenerlo en mis brazos de nuevo. Me quedo dormida sin darme cuenta.
Cuando me despierto. Me quedo quieta en la cama sin querer moverme. Sin querer pensar que todo lo que pasó anoche fue un sueño. Froto mis ojos y sin pensármelo más me giro y mi corazón se contrae al ver el lado de la cama vació. Casi me echo a llorar, casi. Hasta que veo la persona que acaba de entrar en la habitación vestido tan solo con unos pantalones de pijamas y dejando una bandeja en la mensa al lado de la puerta.
- Buenos días amor- me dice sonriendo. Me levanto de la cama de un salto y sin pensarlo lo lanzo al suelo besándolo con desesperación.
- Estas aquí, estas aquí- digo entre sollozos y risa.
-Si nena, estoy aquí- dice besando mis labios con dulzura. Mi corazón brinca ante ese gesto- y ya no planeo irme...
Y así, como dos locos, hicimos el amor en el piso.

-Teanny Santos
©Derechos Reservados
Mayo 2016  

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