Cita.

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Sonrió ante el espejo mientras lucía su mejor ropa, su cabello había sido cuidadosamente peinado, incluso usó unas gotas del perfume de su padre.

Debía verse perfecto ese día, si bien no era un factor determinante en el éxito de su "cita", quería demostrarle a Takane, que realmente estaba tomando muy en serio aquello.

–¡Me gustas, Takane~~!– practicó frente al espejo con una enorme sonrisa –Creo que sonaría más especial si no se lo dijera a diario...– murmuró rascando su mejilla un poco avergonzado, mientras pensaba algo mejor –¡Te amo, Takane~~!– exclamó con alegría, pero lo descartó de inmediato, decirle eso tal vez sería ir muy rápido –Supongo que improvisaré– decidió finalmente observando la hora.

En diez minutos debía salir, iría a recoger a Takane, la llevaría al local de videojuegos que ella tanto disfrutaba, y de allí verían qué hacían, con pasar el día con su amiga para él era más que suficiente.

Tomó sus ahorros, todo lo que llevaba ahorrado de mesada, que no era demasiado debido a su debilidad por los bocadillos, y salió de la habitación pensando en cuando sería mejor confesar sus sentimientos...

Podría ser al final de la cita, eso le daría un gran cierre, pero si lo hiciera al principio podría disfrutar del día entero con Takane ya siendo su novia... O habiéndolo rechazado categóricamente... Aunque prefería no pensar en aquella posibilidad que hacía doler su corazón de una forma que no le gustaba.

–Lo mejor será... Ahh...– se quejó poniendo una mano en su pecho mientras caminaba por el pasillo de la planta alta, aquel molesto dolor se intensificaba –Decírselo a la mitad así podré ver el cambio de...– la falta de aire no le permitió continuar.

Se detuvo antes de llegar a la escalera sosteniéndose de la pared, percatándose en ese momento de lo que le sucedía –¡Ma... mamá...!– gritó lo más fuerte que pudo antes de caer al piso con ambas manos en su pecho, sus dedos enterrados en la piel en un intento por que aquello dejara de doler... Siempre era igual durante sus ataques... Deseaba inconscientemente arrancarse el corazón...

Ese enfermo e inútil corazón que una vez más le impedía ser feliz...

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Corrió hacia el hospital con lágrimas en los ojos y el alma en un hilo... No importaba si sucedía una o mil veces... No importaba si ella ya había presenciado uno de sus ataques... O si la mamá de Haruka en medio del llanto le dijo que su condición era estable, y que había sido de sus ataques más suaves...

Nada podía evitar que se sintiera aterrada...

Juraría a quien estuviera dispuesto a escucharla que lo presintió desde que se levantó sorprendentemente temprano esa mañana. Creyó que se trataba de emoción, ella no solía emocionarse demasiado, y una salida con Haruka no era algo nuevo o especial, sin embargo las cosas estaban tan bien entre ellos que después de que él la invitara incluso llegó a considerar la idea de hacerle saber lo bien que lo pasaba a su lado. Pero aquel sentimiento no se parecía a la emoción, era oscuro, casi podía sentir como sus manos se helaban al pensar en ello...

Aún con ese sentimiento se preparó como siempre, poniendo un poco más de atención en su cabello de la usual. Sin embargo cuando la hora en que él pasaría a recogerla llegó y Haruka no estaba en su puerta con una enorme sonrisa... Supo que algo malo pasaba.

Su abuela había salido, así que no le quedó más opción que dar vueltas por la sala buscando algo en qué entretenerse, no quería escuchar música ya que corría el riesgo de no escuchar la puerta, encender su consola no servía de mucho ya que no lograba concentrarse en los juegos así que terminó comiendo unas galletas que encontró en la cocina como si se tratara de la versión dos punto cero del mismísimo Haruka.

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