Estaba durmiendo plácidamente cuando el insistente ruido del timbre y unos golpes provenientes de mi puerta me despertaron. Abrí los ojos y me los froté, sin entender mucho la insistencia de esos golpes. Y más, viendo la hora que era. Me levanté y fui lentamente hacia la puerta, bostezando, pero al abrirla, mi bostezo se cortó. Iba a cerrar la puerta cuando la frenó con su mano.
- Espera –dijo Dean.
Suspiré y la abrí lentamente de nuevo. Le miré, esperando que me dijera qué narices hacía en mi casa aporreando la puerta a las cuatro de la mañana. Sí, me había cabreado.
- ¿Has sido tú?
- Perdona, ¿qué? –pregunté confusa.
- ¿Sabes de dónde vengo?
- La verdad, no. Estaba ocupada durmiendo.
- Acabo de huir de una redada policial –tragué saliva, y le miré detenidamente-, en el polígono. Y han incautado más de diez quilos de droga. Pregunta: ¿cómo lo han sabido? Respuesta: alguien se ha ido de la lengua.
Me miró varios segundos, hasta que hablé.
- Me alegra que hayas escapado.
- ¿Has sido tú? –preguntó, acusándome con la mirada.
- ¿Enserio me estás preguntando esto?
- ¿Quien más iba a irse de la boca?
- ¿He de recordarte que estás ayudando a Steve? –pregunté.
- Da la casualidad de que yo no le he contado nada a Steve de ese polígono –suspiré.
- ¿Algún topo tal vez? No lo sé, vosotros sabréis. No estoy muy metida en este mundillo.
Iba a cerrar la puerta cuando de nuevo la frenó.
- ¿Y ahora qué?
- Espero que no hayas sido tú.
- ¿O qué? –no me gustó nada el tono que usó.
- Te puedes buscar un gran problema, y no te voy a poder ayudar.
- Tranquilo, que no te vas a tener que mojar por mí.
Cerré la puerta de un portazo y volví a mi habitación. Cogí mi móvil y marqué el número de Steve, pero no contestó. Lo intenté varias veces más, hasta que a la quinta respondió.
- Kate, estoy ocupado con los interr...
- ¿Cómo se te ocurre? –le corté-. ¿Una redada policial?
- Gracias Steve por hacer tu trabajo –dijo con una voz aguda-. ¿Cuál es tu problema?
- Mi problema es que Dean ha venido a mi casa dejando caer que he sido yo la que se ha ido de la boca.
- Que chico tan listo...
- ¡Steve! Como me pase algo, será tú culpa.
- Yo solo hacia mi trabajo. No te metas en estos líos, y no saldrás salpicada.
- Ahora me acabas de meter tú.
Colgué y lancé el móvil al sofá. Ahora sí que estaba metida en un buen lío. Volví a la habitación y me vestí con lo primero que pillé. Después, salí de casa y me subí al coche.
Al llegar a casa de Will, piqué varias veces a la puerta, sin obtener respuesta alguna. Resoplé, y marqué su número a la vez que seguía picando a la puerta. Iba a picar una vez más, cuando la puerta se abrió.
- ¿Kate? –preguntó Will.
Entré en casa, y me pasé las manos por el pelo. Will cerró la puerta y me miró con los ojos entrecerrados, sin entender nada.
- ¿Sabes qué hora es?
- Sí, casi las cinco de la mañana. Tal vez las seis, no lo sé bien.
- ¿Me puedes decir qué haces aporreando mi puerta a estas horas?
- Digamos que creo que estoy en problemas –solté sin más.
- ¿De qué estás hablando?
- ¿Te suena un tal Robert? –sus ojos se abrieron por completo-. Por tu reacción me lo tomaré como un sí.
- ¿Qué pasa con él?
- El otro día le conocí.
- ¿De qué estás hablando?
- Le conocí como Alessandra, la italiana borracha, y no como Kate, la que se mete en líos.
- Para el carro –dijo levantando las manos-. Todo es demasiado confuso, y además es demasiado temprano.
- Si es confuso para ti, imagínate para mí.
- Ven conmigo –le seguí hasta la cocina, y empezó a preparar café-. Empecemos por el principio.
- Te lo voy a resumir: Robert me conoce, hoy ha habido una redada en el polígono y Dean me culpa a mí.
- ¿Ha habido una redada? –preguntó.
- ¿No lo sabías? –negó con su cabeza-. ¿Por qué no estabas allí?
- Porque iba Dean –cogí la taza de café y le di un sorbo-. ¿Y por qué cree Dean que ha sido tu culpa?
- Pues porque es Dean, y le reconocí el otro día que le espié, y a lo mejor cree que le he estado espiando ahora y alguien me habrá descubierto –mentí.
- ¿Espiabas a Dean? –asentí-. Creo que voy a necesitar otro café.
- Y yo una cara nueva.
- ¿Por qué conociste a Dorion? –miré a Will.
- ¿A quién? –pregunté con el ceño fruncido.
- Dorion es su nombre real. Robert es el nombre que usa en los negocios. Larry y él eran socios, y...
- Espera –le corté, y Will me miró-, ¿has dicho Larry?
- Así es.
- ¿Larry Owens?
- ¿Le conocías?
- Era mi padre. Bueno, solo estaba casado con mi madre –aclaré.
Will se atragantó con el café, y su mirada no me gustó nada.
- Tú eres esa Kate –dijo lentamente.
- ¿Qué Kate? –pregunté, sin querer saber realmente la respuesta.
- Por tu culpa yo estoy en problemas.
- ¿Por mi culpa? –repetí-. Si te conocí hace relativamente poco, no me ha dado tiempo a ponerte en problemas, créeme.
- Debes marcharte.
Se acercó a mí y me cogió del brazo.
- ¡Will! –exclamé.
- Lo siento, pero debes irte –dijo arrastrándome hacia la puerta.
- Will, escúchame.
- No, escúchame tú a mí. No voy a perder a mi hijo por ti.
- Si no me escuchas nos perderás a los dos –dije mirándole a los ojos.
Los labios de Will formaron una fina línea, y mantuve el contacto visual.
- Por favor –supliqué.
Will suspiró, y cerró la puerta de su casa, pero conmigo dentro. Soltó mi brazo, y volvió a la cocina. Le seguí, y al entrar, ocupé el lugar de antes.
- El día que se intentaron llevar a tu hijo –comencé a decir, y Will me miró-, uno de los tipos me dijo que Owens tendría que haberme matado. Que el jefe se enterará, y me matará, no solo a mí, sino a ti y a tu hijo.
- Podría hacerlo –murmuró.
- ¿Me podrías explicar por qué te metí en problemas?
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You are what I need
ActionDicen que después de la tempestad viene la calma. Pero no siempre es así... Después de estar un año separados, Kate decide volver a su hogar. Odia a Dean, pero todavía odia más el hecho de que sigue queriéndole. Cada uno sigue con sus vidas por sep...