Cap. 13

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- Eso no va ahí –dije mirando a Will.

- Que sí, que lo pone en las instrucciones –intentó encajar la pieza, pero no pudo-. ¡Maldita sea!

- Te lo he dicho –reí.

- Papá, déjaselo a ella –suspiró Aiden.

Will miró a su hijo, y luego me miró a mí. Me dio las piezas a regañadientes y yo reí. Miré las instrucciones, y luego empecé a encajar las piezas una a una. A los cinco minutos ya estaba montado el juguete de Aiden.

- Listo –dije enseñandoselo a Will-. ¿Ves cómo solo tenías que seguir las instrucciones?

- Lo que sea –bufó apartándome la mano de la cara.

Aiden cogió su juguete y empezó a jugar con él. Le estaba mirando hasta que Will habló.

- ¿Queréis ir a comer un helado?

- ¡Sí! –exclamó Aiden levantándose de la mesa.

- Ya le has oído –dije levantándome yo también.

[...]

- ¡No te alejes Aiden! –gritó Will a la vez que Aiden salía disparado hacia el parque. Yo reí y se sentó a mi lado-. Niños...

Estaba terminándome mi helado y observando a Aiden tirándose por el tobogán, feliz. Sonreí al ver como algo tan pequeño lo hacía tan grande. Entonces abrí mi bolso y saqué la cámara, y miré a Will.

- ¿Puedo? –pregunté a la vez que señalaba con la cabeza a Aiden, y él asintió.

Le hice unas cuantas fotos mientras se tiraba por el tobogán, se columpiaba, incluso mientras jugaba con su juguete del McDonald's. Bajé la cámara y la dejé en mi regazo.

- Siento no haber dado señales de vida durante estos últimos días –dije mirándole-. Necesitaba...

- Espacio -concluyó él, y yo asentí-. Tranquila, lo entiendo.

- Así que un hijo... –él asintió-, ¿y la madre?

- ¿Lo sabes tú? –negué con mi cabeza, confusa-. Yo tampoco.

- ¿No tiene madre?

- La tiene, en algún lugar de este mundo –dijo encogiéndose de hombros-. Un día apareció en mi casa con Aiden en los brazos. Me dijo que era mi hijo, y desapareció.

- ¿Y no la has vuelto a ver?

- No –suspiró-. Somos él y yo contra el mundo –sonrió.

- Vaya, se ha ganado el premio a la madre del año –bromeé, y Will rió.

- ¿Y que es de ti? –dijo mirándome.

- Pues no tengo hijos, al menos que yo sepa. Mi pasión es la fotografía y mi vida es un culebrón.

- ¿Un culebrón? –preguntó con las cejas levantadas, y yo asentí. Will no tardó ni dos segundos en soltar una carcajada.

- Es una historia muy larga que contar.

Will se secó una lágrima imaginaria y soltó un suspiro.

- ¿Y que es de Dean?

Oh genial, tenía que nombrarle a él. Justamente a él.

- Eso mismo te iba a preguntar yo a ti. Cuéntame.

- ¿Yo? –se señaló a sí mismo-. ¿Qué tengo que ver yo con Dean?

- ¿Cómo le conociste? ¿Qué clase de amistad tenéis? ¿Exactamente qué sois?

- Vaya, más que fotógrafa pareces periodista –sonrió -. Veamos, le conocí una noche en una pelea, estuvimos tomando algo y me contó todos sus problemas. Incluida tú. Le hablé a mi jefe de él, y decidió meterlo conmigo en ese local pero con las normas que Dean le propuso. Ambos aceptaron. Digamos que somos una especie de socios. Amigos socios.

Analicé todo lo que me dijo.

- ¿Te hablo de mi estando de copas? –Will asintió-. Vaya, lo que tuvo que soltar estando borracho... –susurré apartando la mirada.

- Me ayuda a llevar las partidas y las peleas que se hagan –le miré y fruncí el ceño-. ¿Necesitas saber algo más?

- No. Ya me ha quedado claro que sois un par de amigos y socios de un lugar clandestino. Es la cosa más normal del mundo –solté irónicamente.

- Te recuerdo que estuviste a punto de casarte con uno y ahora estas sentada con otro –le miré y él soltó una carcajada.

- Lo que sea –dije riendo también-. ¿Y tú qué? –Will frunció el ceño-. Tienes que tener algo más aparte del local clandestino.

- Soy arquitecto –le miré sorprendida-. Mi padre tenía una gran empresa, y la iba a heredar, pero no pude.

- ¿Por qué no?

- Me quitaba mucho tiempo para estar con mi hijo y... –se calló.

- ¿Y?

- Y hubo unos pequeños problemas. Nada importante.

Me sonrió y apartó la mirada, y su sonrisa se esfumó.

- ¿Donde esta? –preguntó Will de golpe.

- ¿Quién?

- Aiden. ¿Dónde está Aiden? –dijo levantándose del banco.

- Pues en el... –me giré y eché un vistazo rápido por el parque: ni rastro de Aiden.

- ¡Aiden! –gritó Will, dirigiéndose hacia el parque-. ¡Aiden!

- Will estará allí arriba esperando para tirarse por el tobogán.

- Sí, tal vez –se colocó delante del tobogán mirando a cada niño que salía. Después de cinco, asomo la cabeza-. ¡Aiden! –gritó.

- ¡Aiden! –grité yo también.

- Joder, ¿dónde está? –preguntó acercándose a mí con los ojos vidriosos-. ¿Dónde está? –dijo mirando alrededor-. ¡Aiden! –gritó una vez más.

- ¿Papá? –nos giramos y vimos a Aiden con algo en la mano.

- Aiden –se acercó a él y le abrazó con fuerza. Después le cogió por los brazos y le miró muy seriamente-. ¿Dónde narices te habías metido?

- Estaba cogiendo estas flores para vosotros –dijo levantando su mano derecha, llena de flores y tierra.

- Maldita sea Aiden, ¿cuantas veces te he dicho que no te alejes del parque? ¿Cuántas?

- Lo siento papá... –susurró.

- Nunca más, ¿me oyes? –el niño asintió y Will le abrazó-. Vamos a casa.

- ¿Con mi coche? –pregunté con una sonrisa.

- ¿Puedo conducir? –yo reí.

- Claro.

Nos fuimos del parque y volvimos al coche. Durante el corto trayecto, pensé en lo ocurrido, en por qué Will se volvió tan loco al no encontrar a Aiden. Instinto paternal, soltó mi subconsciente.

Llegamos al coche, y antes de subirme, Aiden me dio las flores. Ese gesto me enterneció el corazón. Las cogí y le di un beso en la frente. Cuando Will me vio con las flores frunció el ceño.

- Deberías aprender de tu hijo –dije sacándole la lengua, y él rió.

- ¿Quieres flores? –preguntó con una ceja levantada.

- No estaría mal.

- ¿Y no te conformas conmigo de momento? –le miré, cosa que él estaba haciendo.

- Puede ser –sonreí.

Will se limitó a sonreír asintiendo, y puso en marcha el coche.

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