- ¿De qué...? –me empujó contra la pared, cortándome.
- Yo lo único que quería era hablar contigo –murmuró acercándose a mí.
- Sí claro, que vaya borracha no implica que sea tonta –escupí.
- ¡Cállate de una vez! –exclamó.
- A mí no me dices qué hacer –le dije empujándolo, para apartarle de mí.
- ¿Va todo bien por aquí?
Miré a mi izquierda, y a decir verdad, nunca me alegré tanto de ver a Dean. Se acercó a nosotros, copa en mano, y nos miró a ambos.
- ¿Y bien? –volvió a preguntar.
- No es de tu incumbencia, colega –escupió el chico, del cual no sabía ni el nombre.
- Primero de todo, no soy tu colega. Y segundo, estás molestado a esta señorita –dijo señalándome con una sonrisa.
- Eso no es verdad –bufó, y me miró.
- Y tanto que es verdad, pesado.
- Escucha pelirroja...
- Espera, espera –Dean le cortó y se acercó más a él-. ¿Ves a ese tipo de ahí? –señaló a Steve, y éste saludó con la mano-. Es el hermano de esta pelirroja, y es policía. ¿Qué tal te viene una denuncia por acoso, colega?
Miré la escena, sin podérmela creer del todo. Aquel chico nos miró, y suspiró. Acto seguido, desapareció de nuestras vistas. Fijé mi vista en Dean, y negué con mi cabeza.
- No necesitaba tu ayuda.
- Sí que la necesitabas.
- Tu ayuda no necesito, pero esto sí –dije cogiendo su vaso, y bebiéndome todo lo que había dentro-. Gracias.
- Siempre es un placer salvarte la vida –sonrió, y yo entrecerré los ojos-. Pensaba que no volvería a verte la cara.
- Dijo el que aporreó la puerta de mi casa a las cuatro de la mañana –bufé.
- Touché.
Miré a Dean fijamente, cosa que él estaba haciendo también. No despegaba sus ojos de los míos, y su sonrisa no abandonaba su cara.
- ¿Vas a dejar de mirarme ya, o qué? –pregunté de mala gana.
- Es inevitable –murmuró dando un paso hacia mí.
Yo retrocedí, chocando de nuevo con la pared.
- James te estará buscando. Necesita a su padrino cerca.
- James se las puede arreglar sin mi durante un rato –se acercó, quedando a escasos centímetros de mí.
- ¿Qué pretendes? –levanté la cabeza, mirándole a los ojos.
- Nada que tú no quieras –susurró en mis labios-. Eres libre de apartarme, y volver a la fiesta si quieres.
Le miré durante unos segundos, y la verdad era, que cada vez que le miraba, me perdía en su mirada. Me embaucaba, y no era por el alcohol. Levanté mis manos, no para apartarle sino para pasarlas por detrás de su cuello y acercarle a mí para besarle.
Dean sonrió en medio del beso, y sin separarnos, entramos en el baño. Cerré la puerta con pestillo como pude, y Dean volvió a acercarse a mí, pero me aparté.
- Espera, espera –Dean frunció el ceño y me miró.
- No puedes dejarme así, Kate.
- ¿Qué pasa con la fiesta? –Dean enarcó una de sus cejas.
- ¿En lo único que piensas ahora es en la fiesta? –me encogí de hombros, y Dean suspiró-. Christie y James no nos echaran de menos –susurró acercando sus labios a los míos.
Esta vez fui yo la que sonreí. Pegué un salto y enrollé mis piernas en la cintura de Dean. Me colocó en la pica, y se puso entre mis piernas. Agarró mi cara con sus grandes manos, y me observó. Ladeé un poco la cabeza, mientras jadeaba, y él simplemente esbozó una sonrisa. Acercó de nuevo sus labios a los míos, y con una de sus manos recorrió todo mi cuerpo, y se detuvo cuando llegó al final del vestido.
Lo agarró, subiéndolo y acariciando mis piernas desnudas. Seguro que me arrepentiría de lo que va a pasar ahora mismo, pero no puedo evitarlo.
Me coloqué bien el vestido, y pasé las manos por mi pelo. Miré a Dean, el cual estaba abrochándose su cinturón, y automáticamente salí del baño para volver a la fiesta. Esta vez había metido la pata, y hasta el fondo.
Pensé en esa última frase, y no pude evitar soltar una pequeña risa.
Al volver, todo el mundo estaba aplaudiendo. Sin saber el motivo, me uní, aparentando normalidad.
- Qué raro que no hayas salido corriendo para contárselo a Christie –susurró Dean a mi oído.
Me giré, sobresaltada, y fruncí el ceño.
- No se lo voy a contar.
- ¿Por qué no? –preguntó mientras acababa de atarse la corbata.
- Porque es algo que no debería haber hecho.
- ¿Cómo dices? –murmuró jocoso.
- No quiero hablar más del tema.
- ¿Y qué quieres hacer?
- El alcohol estaría bien –solté encogiéndome de hombros.
Dean negó con su cabeza, y luego rió.
- ¡Kate! –gritó Christie, y me giré para mirarla-. Menos mal, ¿dónde te habías metido?
Miré a Dean, el cual estaba mordiéndose el labio para no reírse. Negué con mi cabeza, y volví mi vista de nuevo a Christie.
- Estaba en el baño.
- ¿Qué hacías en el baño tanto rato? –preguntó extrañada.
Me mordí el labio, ya que no me esperaba para nada esa pregunta. En cambio, Dean, rió todavía más.
- ¿Y a este qué le pasa? –señaló Christie a Dean.
La miré, y rodé los ojos. Si empezaba a decirle todo lo que le pasaba, no llegaba a la boda.
- Ha tomado algo raro, y le ha subido de más –asentí, y miré a Dean con una sonrisa.
- Bueno, ahora vendrá James a verte –me miró, y sonrió-. Ya es la hora.
- ¿La hora de qué?
- ¡La hora de mi despedida de soltera! –gritó Christie, y un griterío la siguió.
Me colocó una diadema con penes luminosos que no paraban de moverse y luego pasó su brazo por mi hombro.
- ¡Nos vamos! –anunció Christie con un grito.
Nos dirigíamos a la salida, cuando encima de una de las mesas vi una botella de alcohol. No lo dudé y la cogí, para darle un largo trago.
Al salir a la calle, vimos la limusina ya preparada y el resto de las invitadas dentro. Christie volvió a pegar uno de sus grititos, y salió corriendo para subirse en la limusina.
- ¡Vamos Kate! –volvió a gritar Christie.
- ¡Que se prepare la ciudad! –grité antes de subirme en la limusina.
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You are what I need
AksiyonDicen que después de la tempestad viene la calma. Pero no siempre es así... Después de estar un año separados, Kate decide volver a su hogar. Odia a Dean, pero todavía odia más el hecho de que sigue queriéndole. Cada uno sigue con sus vidas por sep...