Cap. 38

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- ¿De qué...? –me empujó contra la pared, cortándome.

- Yo lo único que quería era hablar contigo –murmuró acercándose a mí.

- Sí claro, que vaya borracha no implica que sea tonta –escupí.

- ¡Cállate de una vez! –exclamó.

- A mí no me dices qué hacer –le dije empujándolo, para apartarle de mí.

- ¿Va todo bien por aquí?

Miré a mi izquierda, y a decir verdad, nunca me alegré tanto de ver a Dean. Se acercó a nosotros, copa en mano, y nos miró a ambos.

- ¿Y bien? –volvió a preguntar.

- No es de tu incumbencia, colega –escupió el chico, del cual no sabía ni el nombre.

- Primero de todo, no soy tu colega. Y segundo, estás molestado a esta señorita –dijo señalándome con una sonrisa.

- Eso no es verdad –bufó, y me miró.

- Y tanto que es verdad, pesado.

- Escucha pelirroja...

- Espera, espera –Dean le cortó y se acercó más a él-. ¿Ves a ese tipo de ahí? –señaló a Steve, y éste saludó con la mano-. Es el hermano de esta pelirroja, y es policía. ¿Qué tal te viene una denuncia por acoso, colega?

Miré la escena, sin podérmela creer del todo. Aquel chico nos miró, y suspiró. Acto seguido, desapareció de nuestras vistas. Fijé mi vista en Dean, y negué con mi cabeza.

- No necesitaba tu ayuda.

- Sí que la necesitabas.

- Tu ayuda no necesito, pero esto sí –dije cogiendo su vaso, y bebiéndome todo lo que había dentro-. Gracias.

- Siempre es un placer salvarte la vida –sonrió, y yo entrecerré los ojos-. Pensaba que no volvería a verte la cara.

- Dijo el que aporreó la puerta de mi casa a las cuatro de la mañana –bufé.

- Touché.

Miré a Dean fijamente, cosa que él estaba haciendo también. No despegaba sus ojos de los míos, y su sonrisa no abandonaba su cara.

- ¿Vas a dejar de mirarme ya, o qué? –pregunté de mala gana.

- Es inevitable –murmuró dando un paso hacia mí.

Yo retrocedí, chocando de nuevo con la pared.

- James te estará buscando. Necesita a su padrino cerca.

- James se las puede arreglar sin mi durante un rato –se acercó, quedando a escasos centímetros de mí.

- ¿Qué pretendes? –levanté la cabeza, mirándole a los ojos.

- Nada que tú no quieras –susurró en mis labios-. Eres libre de apartarme, y volver a la fiesta si quieres.

Le miré durante unos segundos, y la verdad era, que cada vez que le miraba, me perdía en su mirada. Me embaucaba, y no era por el alcohol. Levanté mis manos, no para apartarle sino para pasarlas por detrás de su cuello y acercarle a mí para besarle.

Dean sonrió en medio del beso, y sin separarnos, entramos en el baño. Cerré la puerta con pestillo como pude, y Dean volvió a acercarse a mí, pero me aparté.

- Espera, espera –Dean frunció el ceño y me miró.

- No puedes dejarme así, Kate.

- ¿Qué pasa con la fiesta? –Dean enarcó una de sus cejas.

- ¿En lo único que piensas ahora es en la fiesta? –me encogí de hombros, y Dean suspiró-. Christie y James no nos echaran de menos –susurró acercando sus labios a los míos.

Esta vez fui yo la que sonreí. Pegué un salto y enrollé mis piernas en la cintura de Dean. Me colocó en la pica, y se puso entre mis piernas. Agarró mi cara con sus grandes manos, y me observó. Ladeé un poco la cabeza, mientras jadeaba, y él simplemente esbozó una sonrisa. Acercó de nuevo sus labios a los míos, y con una de sus manos recorrió todo mi cuerpo, y se detuvo cuando llegó al final del vestido.

Lo agarró, subiéndolo y acariciando mis piernas desnudas. Seguro que me arrepentiría de lo que va a pasar ahora mismo, pero no puedo evitarlo.

Me coloqué bien el vestido, y pasé las manos por mi pelo. Miré a Dean, el cual estaba abrochándose su cinturón, y automáticamente salí del baño para volver a la fiesta. Esta vez había metido la pata, y hasta el fondo.

Pensé en esa última frase, y no pude evitar soltar una pequeña risa.

Al volver, todo el mundo estaba aplaudiendo. Sin saber el motivo, me uní, aparentando normalidad.

- Qué raro que no hayas salido corriendo para contárselo a Christie –susurró Dean a mi oído.

Me giré, sobresaltada, y fruncí el ceño.

- No se lo voy a contar.

- ¿Por qué no? –preguntó mientras acababa de atarse la corbata.

- Porque es algo que no debería haber hecho.

- ¿Cómo dices? –murmuró jocoso.

- No quiero hablar más del tema.

- ¿Y qué quieres hacer?

- El alcohol estaría bien –solté encogiéndome de hombros.

Dean negó con su cabeza, y luego rió.

- ¡Kate! –gritó Christie, y me giré para mirarla-. Menos mal, ¿dónde te habías metido?

Miré a Dean, el cual estaba mordiéndose el labio para no reírse. Negué con mi cabeza, y volví mi vista de nuevo a Christie.

- Estaba en el baño.

- ¿Qué hacías en el baño tanto rato? –preguntó extrañada.

Me mordí el labio, ya que no me esperaba para nada esa pregunta. En cambio, Dean, rió todavía más.

- ¿Y a este qué le pasa? –señaló Christie a Dean.

La miré, y rodé los ojos. Si empezaba a decirle todo lo que le pasaba, no llegaba a la boda.

- Ha tomado algo raro, y le ha subido de más –asentí, y miré a Dean con una sonrisa.

- Bueno, ahora vendrá James a verte –me miró, y sonrió-. Ya es la hora.

- ¿La hora de qué?

- ¡La hora de mi despedida de soltera! –gritó Christie, y un griterío la siguió.

Me colocó una diadema con penes luminosos que no paraban de moverse y luego pasó su brazo por mi hombro.

- ¡Nos vamos! –anunció Christie con un grito.

Nos dirigíamos a la salida, cuando encima de una de las mesas vi una botella de alcohol. No lo dudé y la cogí, para darle un largo trago.

Al salir a la calle, vimos la limusina ya preparada y el resto de las invitadas dentro. Christie volvió a pegar uno de sus grititos, y salió corriendo para subirse en la limusina.

- ¡Vamos Kate! –volvió a gritar Christie.

- ¡Que se prepare la ciudad! –grité antes de subirme en la limusina.

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