18 » Birthday Gift / Regalo de Cumpleaños

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Usaba el mismo atuendo durante las noches, de martes a sábados, desde hacía poco más de un mes.

Las cosas habían cambiado sigilosamente y no había manera de notarlo, ni siquiera haciendo una regresión minuciosa de todo.

Aquella presión inexistente que mi presencia pudo infringir sobre todas las personas que me envolvían, se diluyó con las horas volviéndose días.

Todos comenzaron a mostrar sus verdaderas fragancias. Sus actos tomaban el tenor de una característica propia de sus personalidades; y los días buenos y malos se diferenciaban con facilidad a través de sus rostros. Los juegos cotidianos se dejaban ver ante mis ojos, y todo aquello que se había mantenido suspendido solo por la extrañeza que provocaba en el ambiente, comenzaba a ser libre, me agradara o no.

Se había vuelto común oír las hirientes palabras entre Harry y Louis, aunque al final de cuentas, solo lastimaban mis oídos. Ellos seguían siendo amigos a pesar de los dichos severos y ofensivos que se lanzaban.

También era normal ver a Amber llegar al trabajo con lágrimas entintadas de distintos sentimientos, con diferentes personas empujándolas desde su corazón a sus lagrimales.

Era corriente sentir el calor dulce que Raven esparcía por Plaisir, intentando que todos fuéramos felices por cortas horas, a pesar de lo maltratados que el trabajo nos soltara al final.

Era casi reglamentario voltearme y ver a Caleb observándome con su espontánea sonrisa.

Era habitual hallar las manos de Zayn en alguna parte de Gina, a la vez que las carcajadas casi irrespetuosas se abrían paso, soberbias, en el aire.

Era usual ver a Noel armando revoluciones melodiosas en la cocina, con risas desatadas haciéndoles coro.

Eran tradición, los cortos y delicados besos entre Liam y Sophia, cada vez que el destino los separaba pocos metros.

Era parte de la rutina, ver a Niall preparar su set de cuchillos antes de comenzar, y oírlo suspirar al acabar, secando de su frente el sudor que no era más que vestigios de su entrega diaria.

Y era costumbre esperar cada noche solo un poco más para que Zayn me llevara a casa, en silencio, supongo que porque nuestras mentes ya habían tenido demasiado de oír voces o porque pasábamos tanto juntos que no había de qué hablar. Al menos ocurría la mayoría de las veces. Otras, las dudas y la curiosidad terminaban detonando un interrogatorio que culminaba en más risas, y a veces, en algún ligero ceño fruncido que no duraba más de unos pocos minutos.

A una simple y pasajera vista, todo parecía en orden pero, en realidad no era así. Como todo, había ciertas cosas que cambiaron para mal y esas cosas no estaban precisamente en mi trabajo, sino que en mi vida personal.

Theo me reclamaba. Era parte de sus necesidades tenerme al pie del cañón haciendo que su pequeña vida se moviera con seguridad. Si bien no estaba solo, como cualquier niño, se sentía temeroso al perder la compañía de quien siempre estuvo con él. Todo le parecía incorrecto y acaba armando berrinches que pintaban interminables, sacando de quicio a cualquiera. Marthe no estaba ya para soportar esas reacciones, su paciencia comenzaba a agotarse como su cuerpo y así las situaciones se volvían más turbulentas.

Ponía una presión sobre mí, casi monstruosa. Provocaba la sensación de verme ejercer una cruenta tortura sobre su diminuto cuerpo y hacía que mis emociones se astillaran cada vez que lo encontraba dormido en la sala esperando verme llegar.

Sabía que era solo cuestión de tiempo; de que su mente inocente comenzara a madurar y comprendiera que, aunque hiciera que los vidrios se desplomaran de las ventanas, nada iba a volver atrás.

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⏰ Última actualización: Jun 26, 2017 ⏰

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