5. La vida que fue no sería

182 28 5
                                    

«Aunque Kaori nunca lo hubiera permitido» 

Sus palabras seguían haciendo eco en mi cabeza. 

"Porque duele mucho más perder lo que tenemos que lo que no hemos ganado. Ella se había rendido a la muerte, no te iba a dejar sin ella, por eso dijo que le gustaba Watari y no tú." 

Esa fue su respuesta cuando le pregunté por qué no lo permitiría. 

—Demonios —susurré en la penumbra de mi sala. Lo único que podía pensar era en todo lo que estaba descubriendo de Kaori Miyasono, la chica que amaba y me amaba y que no podía estar en mi vida, ni antes, ni ahora, ni nunca—. ¡Ahggg! —grité y la luz de mi sala se prendió dejándome ver a Tsubaki mirándome fijo.

—¿Qué pasó?, ¿por qué gritas así? —preguntó preocupada.

—Hikari dijo que Miyasono san, a pesar de que me amaba, nunca hubiera permitido que nada pasara entre nosotros —dije.

Tsubaki me miró y, dirigiéndose hasta donde yo estaba, se sentó a mi lado.

—¿Si hubieses estado en su posición le hubieras dado una oportunidad contigo a pesar de saber que pronto no estarías para ella? —preguntó.

—Por supuesto que no —respondí volviendo la mirada a la ventana donde una luna tímida se escondía un poco tras nubes que prometían lluvia, y dejé caer mis lágrimas cuando una traviesas gotas rodaron por el cristal.

»Desearía poder haberla hecho feliz —me lamenté entre gemido y sollozos.

—Yo creo que Kao chan era muy feliz con solo tenerte a su lado —dijo Tsubaki.

—Eso fue lo que dijo Hikari —informé y Tsubaki palmeó mi espalda.

—Vamos a cenar —pidió y la seguí.

»¿No crees que te tomas muchas confianzas? —preguntó mi amiga cuando ambos estábamos ya en la cocina. 

—¿Con quién? —pregunté al no tener idea de lo que ella hablaba. 

—Con Hika chan —dijo—, llamándola por su nombre de pila. 

Eso me hizo sonrojar, quizá si era mucho el atrevimiento pero yo tenía una razón.

—Es para no confundirlas —dije. 

A pesar de que amabas eran Miyasono san, no podía ser así para mí.

—Pero la confianza la tenías con Kao chan, a ella deberías llamarla por su nombre —dijo mi amiga provocando un hueco en mi corazón.

—No tiene caso llamar por su nombre a una persona que no responderá —expliqué con la voz ahogada.

—No me refería a eso —musitó.

—Lo sé —dije intentando dispersar la nostalgia que comenzaba a rodearnos—. No puedo llamarla por su nombre... Ella siempre fue Miyasono san, no puede cambiar ahora.

—Debiste hacerlo cuando vivía —sugirió Tsubaki provocándome sonreír con ironía. 

—Debí hacer tantas cosas cuando vivía —me lamenté.

Pero ella era Miyasono san, no hubiese sido capaz de hablarle informalmente, ella era la gran Miyasono san.

—Sabes Kou —habló mi amiga—, a veces pienso que lo que sentías por Kao chan era más admiración que amor.

—¡Yo la amaba —grité bastante molesto por semejante comentario—, aún la amo!

—No dije que no la amaras, dije que quizá... —excusó ella, pero yo no quería escuchar otro insulto a lo que por Miyasono san sentía, por eso no la dejé terminar lo que fuera que quisiera decir.  

—¡Vete!. —exigí tras interrumpir y, aunque quiso alegar, no la deje explicar nada—. ¡Vete! —repetí furioso.

Tsubaki dejó de preparar la cena que ya no compartiríamos, apagó la estufa y salió de mi cocina y mi casa.


Continúa...


PUEDE SER ELLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora