El mismo sentimiento, diferentes acciones

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—Solo déjala sola —propuso Tsubaki. Pero yo no quería hacer eso. Yo no quería tener que perder a la persona que amaba. No de nuevo. No sin pelear. Ahora tenía esta imperiosa necesidad de pelear contra todo el mundo por tenerla a mi lado.

Y es que, aunque a las dos las amaba, no podía repetir mis acciones. Cuando creí que Miyasono san estaba enamorada de Watari solo aparté la mirada para que ella fuera feliz con mi mejor amigo. Pero justo ahora no podía solo ver como Hikari comenzaba a ser feliz con Takeshi.

Después de ese reclamo porque malentendió mis palabras, Hikari desapareció de los lugares que frecuentábamos juntos. Incluso cambió de sala de ensayo. Al parecer ella me estaba dando el tiempo de que asimilara la pérdida de Miyasono, algo que ella no sabía ya había sucedido.

Ahora que Hikari no estaba cerca de mí solo podía ser testigo de cómo reía y disfrutaba de la vida con Takeshi, su compañero de clases y gran amigo desde hace un par de años.

Ellos parecían pasarla de lo mejor juntos. Y a mí me molestaba sobremanera tanta cercanía y felicidad. Tenía tantas ganas de ir a separarlos y pegarla para siempre a mí que me decidí a pelear contra quien fuese por hacerme de ese corazón que yo adoraba.

—¡Hablemos! —ordené a la chica que acompañaba a Takeshi Aiza en la caminata por el campus. Hikari agachó la mirada y dijo: —No —pretendiendo irse. Pero no la dejé. Lo dije ya, pelearía contra quien fuera, incluso contra ella. Así que la detuve tomándola de una muñeca y obligándola a mirarme. Sus ojos estaban muy sorprendidos.

—Hablemos —repetí pero volvió a negarse intentando zafarse de mi agarre. Takeshi trató de jalarla hacia sí, pero no lo permití—. No te metas en esto —dije al rubio mientras me ponía entre ellos—, esto es entre ella y yo. —Pero sus palabras me dieron como una daga en el corazón.

—Entre ella y tú no hay nada —dijo él—, ella es mi novia así que déjala ya —y mi voluntad se hizo añicos. Iba a soltarla y dejarle ir, pero desistí cuando multipliqué el dolor que sentía ahora por mil, pues ese sería seguramente el dolor que debía soportar si bajaba las manos.

Haciendo más presión en el agarre la jalé conmigo tan rápido como pude. No iba a rendirme, no sin intentar al menos algo. Este era el tipo de amor que sentía por ella. Y la arrastré hasta un parque.

Cuando la solté me giré furioso y dolorido a encontrar sus ojos confundidos. Todo su rostro reflejaba la confusión que mis acciones le hacían sentir.

—No te vayas solo así —reclamé—, no te vayas sin despedirte... no te vayas enojada conmigo a sonreírle a otros... no te vayas a amar a alguien más después de enamorarme —terminé llorando y ella lloró también.

—No soy Miyasono Kaori —dijo y expliqué: —Lo sé... eres luz no aroma, eres pulcritud no caos, eres gris no violeta... eres a quien amo ahora... me borras el mundo tal como ella lo hizo antes, también me dejas sin poder pensar en nada más, ni siquiera me acuerdo de ella pero no porque seas su sustituta, es porque no me dejas ver nada más... Eres justo lo que fue ella, lo único que amo.


Continúa...

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