Capítulo 5

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Estaba tan desesperada en gritar y en correr hacia ella que mis piernas terminaron cediendo y caí al suelo, las lagrimas me nublaban la vista y tuve que taparme los ojos con las manos para no ver el terrible destino que le había tocado a mi hermana por mi culpa. Mis propios sollozos me impedían escuchar nada y miles de imágenes horribles aparecieron en mi mente de lo que haría después de aquello.

Entre el sonido de mis propios sollozos hubo algo que me llamo la atención, voces de chicos que hablaban entre ellos con preocupación a pocos metros de mi, era incapaz de entender lo que estaban diciendo, pero la ira se encendió en mi interior. Si se encontraban allí, ¿Por qué no trataron de ayudar a mi hermana? Debían de encontrarse a pocos metros de la orilla, podría simplemente haberle gritado o algo. En el fondo sabia que aquello seguía siendo culpa mía, pero resultaba menos doloroso culpar a alguien mas a parte de a mi misma.

Entre tantas voces graves sonó una totalmente fuera de lugar, era una vocecilla aguda y cantarina que me recordaba a la de mi hermana, pero aquello no podía ser, ella estaba en la orilla, a punto de ser arrastrada al mar por una ola. Si mi imaginación había decidido burlarse de mi, aquel no era un buen momento.

Me levante pasándome una mano por los ojos tratando de disipar las lagrimas que me impedían ver hacia donde me dirigía. Cuando unos pequeños brazos se envolvieron alrededor de mis piernas, baje la mirada para encontrarme con los claros ojos de mi hermana. Aquello era imposible, yo la había visto en la orilla...

- ¡Leen, Leen! El mar malo me ha asustado. –las lagrimas cubrían sus mejillas y escondió su cara contra una de mis piernas.- Pero mis amigos me han ayudado. –fruncí el ceño ante sus ultimas palabras ¿sus amigos? ¿Qué amigos?

- Miel, ¿de que hablas? ¿Quién son tus amigos? –me agache a su lado para poder abrazarla bien, había pasado tanto miedo que mis manos temblaban sin parar, abrazando el cuerpo mojado de mi hermana contra mi.-

- Ellos, ellos son mis amigos. –señalo hacia atrás y levante un poco la mirada para encontrarme con unos chicos de tez morena y pelos oscuros, eran tan parecidos que parecían hermanos, si no hubiese sido por que la mayoría parecía tener la misma edad. Todos vestían con pantalones cortos, pero ninguno llevaba camiseta, lo cual me sorprendió bastante ya que el día era bastante frio.

Uno de los chicos me llamo especialmente la atención, estaba empapado, pero ni siquiera parecía notarlo mientras que mi pequeña hermana temblaba de frio. Debía ir a darle las gracias, ya que aquel chico debía de haber sido el salvador de Miel, jamás encontraría una forma de agradecerle aquello.

Me quite la chaqueta colocándosela a mi hermana por los hombros antes de caminar hacia ellos, en otras circunstancias mi mejillas se hubiesen teñido de rojo al tener que hablar con un desconocido y me hubiese negado a ello. Camine hacia ellos con la mirada de los chicos fija en mi, trate de no mirarlos demasiado para evitar el ataque de pánico que amenazaba con aparecer. Estuve con la mirada en mis pies hasta colocarme delante del chico empapado, levante lentamente la mirada tratando de infundirme algo mas de confianza.

Los ojos oscuros del chico se encontraban fijos en mi y cuando los míos chocaron contra su oscura mirada lo sentí tambalearse un poco, parecía que acababan de golpearle.

- G-gracias por salvar a mi hermana... -si, lo se es el agradecimiento mas soso del mundo, pero era incapaz de encontrar cualquier otra palabra, y el gesto en el rostro del chico y su falta de respuesta no hacia mas que ponerme mas nerviosa.

- Seth, Seth. –dijo un chico que parecía varios años mas mayor que el chico mojado, el cual debía de llamarse Seth. Apareció al lado de él y tiro un poco de su brazo.- Seth, vámonos ahora. –dijo con tono autoritario que pareció encender algo en el tal Seth ya que se tambaleo hacia atrás mientras recibía un pequeño empujón.

Los chico se marcharon sin decir absolutamente nada haciéndome sentir terriblemente mal, ¿había dicho algo que les había ofendido? ¿se esperaban otras palabras?


La mirada del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora