Capítulo 10

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Nos despedimos de los chicos sin decir nada mas quedando en vernos en el lado oeste de la playa junto a unos troncos que iban a colocar para la fiesta.

De camino a casa no dejaba de darle vueltas al asunto, había aceptado ir a una fiesta, después de estar años negándome a ir a ninguna. Mi última experiencia no había acabado bien, podía decir que había sido el peor día de mi vida. Nunca había sido demasiado popular en el instituto, pero a raíz de aquella condenada fiesta, todo empeoro. Durante años había tratando de mantener aquellos recuerdos enterrados en lo más hondo de mi memoria, pero con la fiesta a menos de veinticuatro horas, aquellos recuerdos luchaban con volver a salir.

Estaba arrepintiéndome de haber aceptado ir.

Miel no dejaba de parlotear sobre los chicos, pero la verdad es que no le estaba prestando demasiada atención.

Para cuando llegamos a casa, papa y mamá ya había llegado. Mamá estaba especialmente contenta tras haber charlado con la directora del colegio, sin duda aquella mujer le había caído bien.

-    Mira qué bonito edificio. –dijo mamá pasándome el folleto del colegio donde estudiantes felices sonreían a la cámara. –Además tienen unos profesores muy buenos.

-    Los estudiantes salen muy preparados de ahí. –añadió mi padre colocándose detrás de mi madre con una mano apoyada en su hombro.

Asentí ante sus palabras, el lugar no parecía tan horrible y estudiar nunca había sido un problema para mí, me gustaba aprender cosas nuevas, mantener la mente ocupada. El mayor problema para mí siempre habían sido las personas.

Después de la charla con mis padres, subí a mi cuarto para empezar a buscar lo que me pondría al día siguiente. No sabía exactamente que debería llevar a una fiesta de ese tipo, por lo que opte por elegir una blusa bonita y mis mejores vaqueros.

La mañana siguiente y la tarde pasaron rápidamente, sin nada destacable. Les conté a mis padres lo de la fiesta, como era de esperar, la idea no les gusto en absoluto. El hecho de que unos desconocidos me hubiesen invitado a una fiesta no les hacía mucha gracia. Tras hacerme prometerles que les mandaría un mensaje cada hora y de que les avisaría si algo llegase a ocurrir, terminaron por aceptar que fuese.

Durante el camino a la playa, me había planteado darme la vuelta varias veces, pero ahora no había marcha atrás. Los muchachos se encontraban charlando entre ellos y mientras me acercaba a ellos, Seth se giro dedicándome la misma preciosa sonrisa que el otro día, trate de devolvérsela aunque lo que se formo en mis labios fue una especie de mueca.

"Respira hondo, Ayleen, es tu momento para caerles bien."

La mirada del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora