Capítulo 3

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Empezamos a caminar hacia el interior de la casa mientras mi madre seguía con su aburrido monologo sobre muebles y colores.

A decir verdad, la casa no estaba tan mal, tenía un amplio salón con mucha luz junto con una pequeña cocina y unos poco metros mas adelante se encontraban unas escaleras que llevaban al piso de arriba. Subí las escaleras sin demasiado entusiasmo abriendo todas las puertas que encontré a mi paso, la primera era una habitación totalmente repleta de muñecas, definitivamente aquella era la habitación de Miel, siempre le había gustado coleccionar muñecas, pese a que luego no jugaba con ninguna, le gustaba observarlas. La segunda puerta, no fue precisamente una habitación, mas bien se trataba de un baño, arrastre mi cuerpo fuera de allí para dirigirme a la ultima puerta que había en aquel lado. Se trataba de una habitación totalmente blanca llena de pequeñas bombillas y con una gran ventana al fondo, tenia que decir que no estaba tan mal. Escuche el parloteo de mama por las escaleras y no pude evitar que una leve sonrisa apareciese en mis labios, el entusiasmo de mi madre era contagioso, al menos alguien parecía estar pasándolo bien.

Camine hasta el interior de la habitación tirándome sobre la cama, acababa de decidir cual iba a ser mi plan para todo el día, estar tumbada en aquella cama esperando a que la pesadilla en la que desde hace unos años se había convertido mi vida pasase rápido. Pero como no, algo tenia que venir a perturbar mi tranquilidad, siento como tocan la puerta de la habitación y cierro los ojos tratando de parecer dormida, quizás así consiguiese que me dejasen tranquila.

- Ayleen, se que no estas dormida. -suelto un gruñido para dejar claro que quería que me dejasen tranquila, pero no sirvió para nada. - ¿Por qué no llevas a tu hermana a dar una vuelta? Hay una reversa no muy lejos de aquí con unas playas espectaculares. -Oh no, eso si que no, no pensaba ir a la playa, en las playas siempre había gente. Gente dispuesta a pasar por encima de mi otra vez, me negaba rotundamente a ir.

- Mama, estoy cansada...

- Oh vamos Ayleen, sabes lo mucho que le gusta a tu hermana la playa, así además tu padre y yo podemos ordenar un poco las maletas. -doy la vuelta en la cama quedándome boca abajo cuando escucho el suspiro de mi madre, se estaba dando por vencida, así que mi plan iba viento en popa, y así hubiese sido si no llega a ser por el pequeño terremoto que tengo por hermana. Salta encima de mi cama empezando a zarandearme.

- Leen por fa, por fa, por fa, vamos a la playa, va a ser muy divertido. -dice utilizando el tono de voz que suele utilizar cuando quiere convencerme de algo, sabe perfectamente que me es imposible resistirme a el.

- Esta bien. -digo molesta levantándome de la cama.

Allá vamos, otra vez a convertirnos en el bicho raro.


La mirada del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora