Capítulo 6

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Pasé un brazo por encima de los hombros de mi hermanita moviendo mis manos de arriba a bajo tratando de hacerla entrar en calor mientras mi mirada seguía fija en los extraños chicos que se alejaban de la playa. ¿Pero que narices les pasaba? Tampoco había hecho algo tan malo ¿verdad? Simplemente le había agradecido lo que había hecho por nosotras, quizás se arrepentían de ello y querían tratar de olvidarlo. ¿Pero quien querría olvidar haber salvado la vida de alguien?

Y hubiese seguido divagando sobre los motivos de los chicos para ese comportamiento, si no hubiese sido porque Miel empezó a tirar de mi brazo para que emprendiésemos la vuelta de regreso a casa, la pobre debía de estar congelándose.

Por lo que sin esperar mas volvimos sobre nuestros pasos con dirección a nuestro recién adquirido hogar. Todavía no sabia como explicarle a mis padres el echo de que mi hermana estuviese totalmente empapada en un día tan frio como este.

El sonido del timbre llego a mis oídos y sentí el nudo de mi garganta apretarse con fuerza hasta dejarme prácticamente sin aliento, llegaba el momento de explicar que unos chicos desconocidos y extraños habían salvado a mi hermana de morir ahogada por que yo había sido incapaz de mantenerla vigilada.

El rostro sonriente de mi madre apareció al otro lado de la puerta, pero su sonrisa se borro de golpe al ver a Miel totalmente empapada.

Ayleen, ¿se puede saber por que está tú hermana calada con el frío que hace? –estaba a punto de contar lo ocurrido prácticamente imaginando la cara de decepción que pondrían mis padres, cuando Miel se me adelanto.-

Quería bañarme en el agua, pero no le dije nada a Leen. ¡Ha sido muy guay! –bajé la mirada totalmente sorprendida de las palabras que salieron de su boca, pero aquello en vez de hacerme sentir mejor solo consiguió que me sintiese aun peor. Por mi culpa mi pequeña hermana había tenido que mentir a mis padres, para defenderme de mi propia estupidez, era patético.

Mi madre pareció ablandarse con las palabras de Miel, ya que asintió indicándole que fuese arriba a cambiarse de ropa.

Ayleen, de todas formas ya sabes que no puedes perderla de vista. –asentí sin decir nada más y me dispuse a subir las escaleras que llevaban hasta el que ahora era mi cuarto.

Una vez arriba me tumbe en la cama y me dispuse a cerrar los ojos para descansar un poco, el viaje había sido duro y estaba más cansada de lo que en un principio creía. Por lo que en cuestión de minutos me quede completamente dormida, esperé a que apareciesen las pesadillas de siempre, pero en vez de eso, los ojos del chico llamado Seth aparecieron en mi sueño y por primera vez en mucho tiempo no fueron para darle paso a ninguna pesadilla.


La mirada del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora