Capítulo 2. Decisión

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Era de noche, casi todos en el palacio estaban durmiendo ya.

Kouen término de leer el pergamino que sostenía en sus manos y lo cerró, acomodándolo junto a los otros en una de las tantas repisas llenas de pergaminos en lenguaje Toran. Apagó la vela, su única compañera en ese lugar donde podía pasar horas sin aburrirse, y salió dirigiéndose a su habitación.

El cielo seguía despejado, por lo que la luz de la luna era perfecta para poder caminar por el palacio sin el peligro de caer o chocar contra algo. Caminó despacio, tranquilo, como era de suponer, por la hora ya no había nadie por los pasillos, así que decidió vagar un poco antes de llegar a sus aposentos. Aprovechó la quietud del lugar para sumergirse en sus pensamientos. Durante la tarde había leído una y otra vez la nueva información que Koumei le había llevado y, como era de esperarse, nada. De nuevo había desechado a todas las princesas. Si seguía así terminaría desposándose con una cortesana. Pasaba por uno de los jardines cuando un ruido por los arbustos llamó su atención.

-No es un poco tarde para estés despierto... ¿Hakuryuu? -Detuvo su andar, mantenía su mirada seria, al frente.

-... No podía dormir, y decidí salir a caminar -Hakuryuu asomó su cabeza desde detrás de los arbustos empezando a salir poco a poco de su escondite. -Y... podría preguntar lo mismo.

-Necesitaba pensar antes de ir a la cama -Kouen se acercó hasta una banca junto a unos rosales blancos, donde se sentó y por primer vez miró a Hakuryuu. Este seguía de pie en el mismo lugar, parecía querer adivinar lo que pensaba. -¿Te quieres sentar?

-No... Tal vez es mejor que me vaya a mi habitación -Kouen asintió y volvió su vista al cielo. Quería poder entablar una conversación con Hakuryuu sin que se convirtiera en una plática hostil, pero no podía obligarlo. Por otra parte, en esos momentos sólo quería estar sólo.

-Entonces, buenas noches -su tono era calmado, suave. Hakuryuu lo miró con indecisión. Le extrañaba ver a su primo así, tan... apacible. Sabía que algo le ocurría. Jamás había hablado directamente con él, pero siempre intento leer sus expresiones. Y definitivamente esa expresión no se la había visto antes. Parecía vacío. Casi podía decir que triste. Pero se negaba a aceptarlo. Para Hakuryuu, Kouen era una especie de monstruo sin sentimientos, y no le gustaba la idea de cambiar su concepto sobre él.

Kouen notó su vacilación y lo miró de nuevo esperando una respuesta. Hakuryuu seguía en la misma posición decidiendo si quedarse o irse.

-No me molesta que te quedes -la voz de Kouen lo sobresaltó. No esperaba que le dijera eso. No esperaba que le dijera nada.

Kouen bajo la mirada hasta su regazo. Hakuryuu pudo notar que entre sus manos sostenía algo, pero no alcanzó a distinguir que objeto era. No sabía que hacer. No quería ir a la cama. Sería otra noche en vela, últimamente todas lo eran. Tampoco quería que Kouen lo viera en esos malos momentos. Pero después de todo, parecía que Kouen también estaba en un mal momento.

Al final decidió quedarse. Se sentó sobre el césped, en el mismo lugar que estaba cuando Kouen llegó, sólo que desde donde estaba sentado alcanzaba a verlo. No dijeron nada, disfrutaron del silencio cada uno sumido en sus propios pensamientos. El tiempo por la noche transcurría más lento. Aún así a Hakuryuu le pareció que ya habían pasado un par de horas de la medianoche cuando Kouen emitió el primer sonido. Un suspiró. Suave y bajo, pero había sido un suspiro. Se preguntó que estaría pensando su primo para hacerlo sentir así, realmente no le importaba lo que pasará con Kouen, pero estando ahí, los dos solos y en completo silencio, casi le parecía poder sentir la desilusión que éste transmitía.

-¿Es por tu compromiso? -después de un momento, Hakuryuu decidió que era hora de hacerle un par de preguntas que le cruzaban por la mente. Levantó la vista hacia Kouen, que lo miraba un poco confundido. -¿Estas así por tu compromiso?

-Algo así... ¿Cómo te enteraste?

-Prácticamente lo sabe todo el palacio, tu padre habla demasiado de eso.

Kouen suspiró de nuevo. Esta vez con pesadumbre y cansancio. Estaba claro que su padre no lo dejaría tranquilo hasta que consiguiera lo que quería. No había más remedio que darle gusto. Kouen se levantó de la banca y le dedicó una última mirada a Hakuryuu, que mantenía su vista sobre él. Si no había otra opción, lo mejor era que se apresurara a pasar por eso. Esa noche no dormiría, se dejaría llevar por última vez por sus recuerdos y las emociones que le provocaban. Al día siguiente decidiría que hacer.

-Buenas noches Hakuryuu, intenta dormir un poco -dicho esto se giró hacia el palacio y se adentro en él perdiéndose en la oscuridad. Sólo sus pasos hacían eco por los pasillos vacíos.

Hakuryuu se quedó un poco sorprendido. Algo en el semblante de Kouen le hacia sentir extraño. ¿Compasión? Tal vez lástima. Ahora que lo pensaba, ser el Primer Príncipe debería ser difícil, al menos si se tenía un padre como el de Kouen.

Por último pensó que era momento de ir a la cama, aunque aún se quedara despierto, si alguien más lo sorprendía ahí a esa hora le acarrearía un regañó. Se levantó del lugar donde se encontraba sentado dispuesto a irse, cuando un destello llamó su atención. Venía de la banca en la que Kouen había estado sentado minutos antes. Hakuryuu se acercó para ver que había en ese lugar. Era lo que Kouen había escondido entre sus manos.

Lo había olvidado ahí.

"¿Que hacia Kouen con eso?"

Era hermoso. Un broche de plata con piedras preciosas que brillaban a la luz de la luna.

Te Esperaré... [#SA19]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora